En esta segunda parte del
trabajo se nos propone la contextualización y comentario de un texto
histórico en el que se narra la visita que Germánico hace al
campamento de Varo, lugar de la derrota y masacre de tres legiones
romanas unos años antes. Como siempre, haremos una contextualización
general del tema y posteriormente entraremos en el detalle del
documento.
➊Habría
que empezar diciendo que una buena parte de la Historia de Roma1
es una historia de sus fronteras, de sus enormes, largas, complejas,
imposibles... fronteras.
En
el tiempo del que trata el documento, a principios del Siglo I d.C.,
en un momento en que el Imperio muestra todo su esplendor y aún
tiene muchas potencialidades en reserva, la geografía de las
fronteras de Roma está ya trazada, al menos en sus líneas
generales. Como un gran anillo alrededor del Mare Nostrum,
la gran vía de comunicación y relación de la época, el Imperio
limita al Oeste con el Océano Atlántico (finis
terrae), al Este con los Partos
(y posteriormente con los Sasánidas), al Sur con los grandes
desiertos africanos y al Norte, una vez incorporada la Galia al
Imperio, con Germania, la de
los grandes ríos (Danubio y Rhin) y espesos bosques (uno de ellos
lleva el nombre de Teotoburgo...)
Enmarcaremos
el estudio a realizar en el marco
temporal del Imperio de Occidente
(ya que el de Oriente siguió una línea muy distinta, debido a la
diferente situación respecto a las principales líneas
invasoras/migratorias) y en el marco
geográfico de la frontera norte,
ya que el texto a comentar se refiere a los romanos en sus
enfrentamientos con los germanos.
Efectivamente,
por una cuestión de geografía y demografía, es la frontera norte,
la germana, la que permanentemente obligará a Roma a estar pendiente
de ella. Y ello configurará,
como tantas otras veces, una doble visión de la historia de esa
frontera: por un lado será una historia de enfrentamientos, de
guerras y saqueos, pero por otro será también una fuente de permeabilidad2
entre culturas, la romana y la germana. No se llegarán a mezclar a
fondo en esta época imperial, e incluso a la larga mantendrán sus
lenguas -latina y sajona- bien separadas, pero la
confrontación tan larga entre ellas y el colapso/partición
del imperio en el Siglo V conducirán a una síntesis
que abrirá el paso a la Europa medieval. No hay que olvidar que tras
los francos y los carolingios se
empezará a hablar del Sacro
Imperio Romano-Germánico...
➋En
las relaciones romano-germánicas pueden distinguirse diferentes
etapas y situaciones, que nos ayudarán a seguir su complejo proceso
a lo largo de cuatro siglos. Tal como hemos marcado el entorno
cronológico, podemos situar el inicio3
de este -necesariamente breve- resumen en el mandato del emperador
Augusto. Este deja fijadas las fronteras “naturales” de
Roma alrededor del Mediterráneo, y es plenamente consciente de que
no debería irse mucho más allá, exhortando4
a Tiberio a mantenerlas. Ciertamente, así se hizo (aunque con
algunas ampliaciones/rectificaciones hasta el período de Trajano:
Britannia, Campos Decumates, Dacia, Jordania...) y la consolidación
de las fronteras permitió la natural evolución de los territorios
“conquistados” hacia territorios “romanizados”, como se vio
en un trabajo anterior5
de la asignatura.
A
lo largo de todo el Siglo II no se producen expansiones dignas de ese
nombre, y sin embargo se está sembrando la semilla de un problema
que no tardará en aparecer. En efecto, el garante último del limes
es exclusivamente el ejército, ya
completamente profesional, y
las obras defensivas que se realizan se hacen sólo en la frontera,
sin darles profundidad. Es una manera sencilla y eficaz de separar
“civilización” y “barbarie” siempre y cuando los asaltos a
esa línea defensiva no sean
excesivamente intensos y/o numerosos. Y eso es precisamente lo que sucederá
a mediados del Siglo III, el siglo de la(s) crisis. Se producen
simultáneamente serias incursiones en el norte (germanos) y en el
oriente (sasánidas) que rompen las defensas y asolan gran cantidad
de territorio romano, produciéndose bajo su influencia, directa o
indirecta, una serie de pérdidas más o menos definitivas de esos
territorios: Galias, Britannia, Hispania, Palmira, Dacia,
Campos Decumates...
Ya
vimos en la introducción de este trabajo cómo logró superarse
esta crisis del Siglo III. En el aspecto militar/fronterizo que
nos ocupa ahora habría que señalar la profunda reorganización del
ejército que se produce en esta época, dotando a las fronteras de
dotaciones de caballería “pesada” de manera que pudieran dar más
profundidad a la defensa, sin que los invasores pudieran entrar tan a
fondo en el territorio romano. Coste económico elevado, recaudación
de nuevos impuestos, burocracia creciente, reformas monetarias,...
fueron el precio a pagar por una mayor seguridad en las fronteras.
Y
la situación no es que fuera sencilla en el campo germano6.
Las migraciones gépidas (que ya en el mandato de Marco Aurelio -años
160/180- habían generado las llamadas “guerras marcománicas” en
el Alto Danubio) originaron una reacomodación poblacional
importante, con la consiguiente problemática alimenticia, que empezó
a presionar fuertemente hacia su frontera romana al sur,
especialmente los godos en la parte oriental del Danubio y los
francos en la occidental. Dos “válvulas de escape” usaron los
germanos (además del simple guerrear) para aliviar sus propias
presiones. Por un lado, se enrolaron de forma masiva en el
ejército romano (sobre todo en la caballería pesada) y, por
otro, repoblaron amplias franjas de territorio fronterizo que
habían quedado vacías por la acción militar y la inherente
inseguridad que comportaba. Es decir, Roma peleaba contra los
germanos para contenerlos fuera del territorio romano, pero para ello
usaba en el ejército a los propios germanos y además los asentaba
en los territorios vaciados por esas actividades militares. La real
politik romana llevada al
extremo...
(Mapa tomado
de BELTRÁN, F., “Los bárbaros en el Imperio Romano”)
Y
tanto los germanos como los romanos se verían absoluta y
catastróficamente implicados en la aparición de una oleada de
migraciones -los hunos7,
procedentes de las profundas estepas europeas- a
finales ya del Siglo IV. Su
empuje produjo
enfrentamientos directos con el Imperio y una auténtica avalancha de germanos desplazados de su
territorio. En el intento
de detener ese flujo de personas, muere el propio emperador Valente en Adrianópolis frente a los
visigodos en el año 378, lo que nos da una idea de la magnitud del
problema. Esa apropiación de facto
del territorio fronterizo agudizó las dificultades creadas por los
germanos en el interior del Imperio, que además seguían nutriendo
-y cada vez más- las filas del ejército romano. En el año 406, con
el Rhin helado en navidad, una ingente oleada de suevos, vándalos y
alanos cruza el río, y ya no darán la vuelta. El rey visigodo
Alarico conduce su ejército hacia Italia desde el oriente donde
saqueaba Tracia, Macedonia, Grecia,... y en el año 410 hace lo mismo
con Roma, como ya vimos en la
introducción de este trabajo. La
situación en el Imperio de Occidente en la primera mitad del siglo V
está fuertemente condicionada por la presencia de Atila y sus hunos
en lo que es ahora Hungría, y se agrava cuando este cruza el Rhin en
el año 451. Un ejército “romano”, cuyo núcleo eran los
visigodos de Teodorico (que ya defendían “sus” tierras romanas)
al mando de Aecio logran parar a Atila en la batalla de los Campos
Catalaúnicos8.
Atila siguió asolando, no obstante, el norte de Italia (el Véneto,
Milán,...) en el 452, y su inesperada muerte en el 453 inició el
fin de los hunos como amenaza militar.
Pero
ya no era necesaria la presencia de unos “bárbaros” -que cada
vez lo eran menos- para crear más confusión todavía, y en el 476,
según vimos anteriormente, el esciro Odoacro se declara “rey de
Italia”, dejando atrás cualquier pretensión imperial en
occidente. Por primera vez en
varios siglos, el espacio
mediterráneo desaparece como el continuum
histórico que había sido
bajo la dirección de Roma.
El
mosaico de diferentes situaciones en la Roma occidental tras ese
convulso siglo de invasiones está formado por restos de territorios
romanos no sometidos, zonas en las que los germanos se han instalado
sin más, zonas en las que los invasores formalizaron algún tipo de
alianza con Roma, territorios que la población autóctona vuelve a
controlar,... una gran mezcolanza de puntos de partida9,
que iniciarán así la marcha hacia la Edad Media europea. Pero eso
ya es, como suele decirse, otra historia.
➌Una
vez aclarado, en la medida de lo posible, el entorno en el que nos
movemos, podemos volver al texto que se nos propone estudiar.
Dividiremos la cuestión en dos partes, hablando primero de los
antecedentes del documento, y a continuación entraremos de pleno en
él.
Los
antecedentes son harto conocidos. Bajo el mandato de Augusto se
hace una política fronteriza más bien prudente. Se amplía el
territorio, sí, pero buscando la definición de fronteras
“naturales”, y con el condicionante de no tener que ampliar los
efectivos del ejército, que Augusto había reformado/reducido10.
Las guerras con los cántabros, la limpieza de enemigos en las vías
de comunicación entre Italia y las Galias, las incorporaciones de
Panonia y Dalmacia -camino del oriente-, etc, respondían a ese fin
de la búsqueda de fronteras estables y defendibles.
La
excepción a los éxitos de Augusto en este tema fue Germania.
Para frenar/fijar a los dacios, Augusto pretendía definir la
frontera en una línea entre el río Elba y el mar Báltico, por lo
que lanzó una campaña11
contra los germanos en esa zona en el año 12 a.C., dirigida por
Druso (hijo de Livia, su esposa). Comenzada desde el punto más
alejado, el Báltico, fue avanzando hacia el interior, y en el año 9
a.C. se llegó al Elba. La muerte de Druso hace que sea su hermano
Tiberio el que se encargue de dirigir las operaciones, que
cada vez son más complicadas dada la geografía del territorio.
Augusto organiza el territorio conquistado de la manera habitual:
fijación de campamentos que serán origen de ciudades, implantación
de la justicia y el derecho romanos, uso de la lengua latina,
concesión de la ciudadanía romana de forma selectiva,... pero todo
ello no fue suficiente para convencer a los germanos, que se rebelan
otra vez, obligando a Tiberio en el año 5 d.C. a volver a dirigir
las operaciones militares para contenerlos. Pero abandona
momentáneamente el mando -delegándolo en Publius Quintilius
Varus- para sofocar una rebelión
iniciada en Panonia y Dalmacia. Varo,
al frente de tres legiones, se deja sorprender por los germanos, al
mando de Arminio,
en la zona boscosa de Teotoburgo,
pierde casi todos sus hombres y se suicida. El desastre
de Varo hace rectificar la política de Augusto en la zona, y así se
deja la frontera establecida en el Rhin hasta el final del Imperio.
Es
normal que una derrota tan llamativa -y que tanto preocupó a
Augusto12-
haya generado una ingente bibliografía. Pondremos aquí unos cuantos
ejemplos, extraídos de la bibliografía de la que se dispone, para
cerrar el tema, pudiendo ampliarlo con su lectura si interesa:
►Lo
cuenta con detalle Dion Cassius en su “Historia Romana”,
Libro LVI, secciones 18-2213.
►Suetonio
lo cita de pasada en su obra “Los
doce Césares. Octavio Augusto”,
sección XXIII14.
►Tácito
lo cuenta “indirectamente” en boca de Germánico
unos
años después -15
d.C.-,
ya que sus Annales empiezan15
en la muerte de Augusto. Precisamente el texto propuesto es este de
Tácito, concretamente el final de la sección 6016
y toda la 6117
del Libro I18.
►Marcus
Velleius Paterculus19
hace
una buena descripción -en su estilo...- en su “Historia
Romana”, capítulos
117 al 12020.
►Everitt,
en
su biografía de Augusto, “Augusto,
el primer emperador”
le dedica las páginas 358 a 364, analizando alguna de las
consecuencias de la derrota.
►Recientemente,
excavaciones arqueológicas
en el posible
sitio
de la batalla han aportado nueva luz sobre la misma. Puede verse un
interesantísimo artículo, con muy buena información, en la
dirección
http://terraeantiqvae.com/profiles/blogs/varo-devuelveme-mis-legiones
►Por
último, comentar que la red está repleta de
sitios
sobre el tema, algunos
muy
buenos.
Como ejemplo proponemos
la
página http://www.livius.org/,
y dentro de ella algunos enlaces relacionados con
el
asunto Varo:
http://www.livius.org/q/quinctilius/varus.html
http://www.livius.org/te-tg/teutoburg/teutoburg01.htm
(explorar el menú lateral derecho)
➍Llegados
a este punto no nos queda ya demasiado que decir sobre el documento
propuesto. Hagamos en primer lugar un resumen de lo que sabemos de
él hasta el momento: está escrito por Tácito, en el Libro I de
sus Annales, secciones 60 (final) y 61. En él se narra la visita que
hace Germánico en el año 15 d.C. al campo de batalla de la derrota
de Varo ante Arminio en el año 9 d.C. Las consecuencias de esa
derrota son importantes, haciendo que la frontera entre romanos y
germanos sea el Rhin hasta el final de la época imperial.
El
documento puede dividirse en tres partes diferenciadas. En la
primera parte, se explica qué está haciendo Germánico en
ese territorio, lo cual es bastante claro: “inter vastatum”.
Siguiendo alguna de las fuentes
citadas (Dion
Cassius21, Tácito22)
podemos intentar aclarar el motivo de la incursión de Germánico
contra los germanos. Entre el
año 9 y el 14, cuando muere Augusto, este ha mantenido una actitud
muy conservadora en la frontera. Su sucesor, Tiberio (César Augusto)
, que había sido adoptado por Augusto en el año 4 a falta de otra
sucesión mejor, había adoptado a su vez a su sobrino (Julio Cesar
Claudiano) Germánico -padre de Calígula, hermano de Claudio...- por
indicación de Augusto, poniendo así a Germánico en la lista
directa de sucesión imperial. Germánico
es cónsul en el año 12, y Augusto le va dando responsabilidades,
especialmente en Germania. A la muerte de Augusto, se produce una
importante sublevación de las tropas romanas de Panonia y Germania,
motivada por el incumplimiento de las promesa de Augusto de algunas
mejoras en su mundo militar . Germánico es el
encargado de controlar esas revueltas, y lo hace, en una maniobra
clásica, lanzando a los amotinados a una breve pero intensa campaña
militar contra los germanos, prometiendo botín y perdón. Cruza el
Rhin, llegando hasta el Elba, vence a Armenio (cuyo papel de líder
germano se eclipsa a partir de este momento) en la batalla del río
Weser (año 16), recupera las enseñas arrebatadas a Varo, soluciona
el tema del motín y vuelve a Roma celebrando un triunfo en el año
17. Sin embargo, poco le dura la celebración de la victoria, pues
pese a estar clara y ventajosamente situado en la línea de sucesión
de Tiberio, muere asesinado en el año 19, a manos de Cneo Calpurnio
Pisón, instigado no se sabe bien por quién, aunque la familia
Claudia era ciertamente sospechosa. Pisón se suicidó, cerrando así
la posibilidad de llegar más a fondo en el asesinato.
En
el segundo tercio del
texto de Tácito se
describe la situación del destruido campamento de Varo, con la
situación de los cadáveres de ambos
ejércitos, así como el
entorno de los bosques
próximos, donde se había producido la emboscada y donde estaban los
altares de sacrificio germanos. Y la
tercera parte del documento
recoge la voz de algunos supervivientes de la batalla (Tácito dice
“escapados del combate o de la cautividad”, sin profundizar más
en el detalle) que narran detalles de la misma, una
batalla que dejó una impronta profunda en el imaginario romano, y de
la que hemos procurado
dar una referencia lo más
entendedora posible.
NOTAS:
1Y
viene de lejos la “obsesión” fronteriza, tal como dice en la
actualidad Umberto Eco: “Téngase en cuenta hasta qué punto la
mentalidad latina estaba obsesionada por el límite que basó su
mito fundacional en una violación del territorio...” Umberto
ECO, “La pérdida de la privacidad”, 2008, consultable en la
dirección
http://www.revista-noticias.com.ar/comun/nota.php?art=524&ed=1765
2BELTRÁN,
Francisco: “Los
bárbaros en el Imperio Romano”,
Madrid, 1985, pág. 4.
3Si
se prefiere, puede hacerse referencia a la difícil victoria de
Julio César sobre el suevo Ariovisto en el año 58 a.C. en la
batalla de los Vosgos, una premonición de lo que sería el futuro
militar de la cuestión germana. Nos lo cuanta el propio César en
su obra “La guerra de las Galias”,
libro I, XXXVII y ss, consultable en
http://www.imperivm.org/cont/textos/txt/julio-cesar_guerra-de-las-galias_li.html
6BELTRÁN,
F., obra citada, pág. 16.
9BELTRÁN,
F., obra citada, pág. 24-28.
10EVERITT,
A., “Augusto.
El primer emperador”,
pág. 363: “Después
de Actium,
había establecido en veintiocho legiones la fuerza militar del
Imperio, pero eso sólo bastaba para vigilar las fronteras. No había
soldados disponibles para una situación de emergencia.”
11MANGAS,
J., obra citada, pág. 253.
14Pág.
65 de la obra citada.