8.-Cinemática
y dinámica relativista.
8.7.-La energía
relativista.
Veremos a continuación cómo definir una expresión
general para la energía de un cuerpo dentro del marco relativista.
Aunque hay varias formas de llegar a esa expresión, elegimos
aquella que parte de la definición clásica de energía
cinética de una cuerpo como el trabajo a desarrollar para hacerle
pasar desde el reposo hasta la velocidad que lleve en ese momento.
Recordemos pues que en el mundo de la física clásica teníamos
que:
La dificultad en la deducción relativista de esta fórmula
es que la masa no es constante, sino que depende de la velocidad, y entonces
tendremos que poner:
Y aplicando la fórmula de la integración por partes pondremos:
Escribimos el valor de la integral inmediata:
Y sustituimos los límites de integración:
Resultando por último:
|
[28]
|
Esta ecuación, posiblemente la más "famosa" en la historia
de la física moderna, objeto también de innumerables artículos
de divulgación científica en periódicos y revistas
- no todos acertados - simplemente afirma que la energía cinética
relativista de una partícula es igual al producto de la variación
relativista de su masa por el cuadrado de la velocidad de la luz.
Para estudiar algunas de las consecuencias que se derivan de la ecuación
[28], podemos empezar viendo si esta fórmula relativista tiende
a la fórmula clásica cuando
v<<c.
Para ello, desarrollamos la ecuación [28] en serie de Taylor alrededor
de β = 0:
Y si β <<1 (v<<c)
podemos quedarnos con el primer término del desarrollo:
Resultado que está de acuerdo con lo esperado en el límite
de bajas velocidades.
También podemos definir la energía total de una partícula
a partir de la ecuación [28]. En efecto, escribámosla de
la forma
Mγc2=Ec+Mc2
y usémosla para definir la energía total de una partícula
como la suma de su energía cinética más un término
de valor constante Mc2, presente siempre,
incluso cuando el cuerpo está parado. (Recuérdese que M representa
la masa en reposo del cuerpo).
O sea,
Esta ecuación ha hecho correr ríos de tinta, pero es que
realmente lo merece. Sin entrar en muchos detalles, afirma, por ejemplo,
que si comprimimos un muelle aumentando su energía en Δ
E
su masa aumenta en un valor Δ
E/c2.
Por supuesto que este aumento de masa es imperceptible, pero ello no impide
que deba considerarse teóricamente. Donde realmente se pone de manifiesto
la realidad de la ecuación [28] es en las reacciones nucleares,
en donde las altísimas energías implicadas sólo pueden
explicarse correctamente mediante esta ecuación de transformación
de masa en energía (y viceversa) de Einstein.
Podemos, como hicimos con la cantidad de movimiento y la masa, hacer
una gráfica comparativa entre los conceptos clásico y relativista
de la energía.
A velocidades pequeñas, la forma de ambas expresiones es casi
igual, pero a partir aproximadamente de 0.5c, se separan decididamente.
De todas maneras, la diferencia fundamental es que la teoría
clásica afirma que una partícula en reposo no tiene energía,
mientras que en el marco de la teoría relativista nos vemos obligados
a admitir que un cuerpo en reposo tiene una energía Mc2.
La fuente de todos los procesos energéticos, tanto físicos
como químicos, es precisamente la conversión de parte de
esta materia en energía.
Los resultados anteriores conducen inevitablemente a cambiar nuestro
principio de conservación de la masa. Tal y como hemos visto,
la masa y la energía no son entes físicos independientes,
y por tanto cada uno de ellos puede variar a expensas del otro. Por ejemplo,
en un choque inelástico, en el cual la teoría clásica
afirma que se pierde energía, la interpretación relativista
demuestra que esa energía aparece en forma de aumento de masa de
las partículas después del choque. Lo que sucede es que nos
es más fácil medir la variación de energía
que la variación de masa, dado que el factor de conversión
es, nada más ni nada menos, c2.