6.-Transformación
de Lorentz.
No se tardó mucho en buscar alguna transformación que
hiciese posible el cambio correcto de la ecuación [13]
a la [14] y que además fuese compatible
con la transformación de Galileo cuando
las velocidades implicadas fuesen pequeñas. Esta transformación
debía pues anular el paréntesis en cursiva escrito en
la
última ecuación del apartado 5.4 y tener como límite
la transformación de Galileo cuando u fuese pequeña.
La transformación la dedujo Lorentz, y lleva su nombre, aunque
está documentado que fue J. Larmor quien la usó por vez primera
en 1900 para "explicar" por qué no funcionó el experimento
de Michelson-Morley. Ponemos el verbo "explicar" entre comillas porque
realmente no se explicaba nada; simplemente se había deducido la
condición matemática para mantener la coherencia con el resultado
experimental, pero no se tenía una idea clara respecto a qué
estaba pasando realmente.
La deducción de la transformación de Lorentz, bastante
simple en realidad, puede verse en el
Anexo II.
Aquí nos limitamos a exponer las ecuaciones que la definen:
Estas ecuaciones transforman la ecuación [13]
en la [14], como puede también verse
en el Anexo II, y además se convierten
en la transformación de Galileo si u es pequeña, puesto
que entonces u2/c2
y u/c2
tienden a cero, y
las ecuaciones de Lorentz [15] se convierten en las
ecuaciones de Galileo [1] a [4].
Con el único fin (de momento) de simplificar un poco la escritura
de la transformación de Lorentz usaremos la siguiente notación:
(
β
<1,
γ
>1)
de forma que las ecuaciones anteriores podemos escribirlas
x'=γ(x-βct)
y'=y
z'=z
t'=γ(t-βx/c) |
[16] |
También podemos dar la vuelta a esas ecuaciones, sin más
que intercambiar las variables con prima por las sin prima, y tener en
cuenta que la u debemos considerarla -u. Tendremos así
la transformación inversa de Lorentz:
x=γ(x'+βct')
y=y'
z=z'
t=γ(t'+βx'/c) |
[17]
|
Las matemáticas implicadas hasta ahora no deben hacernos perder
la perspectiva histórica: en el año 1900 se acepta inevitablemente
que c es invariante, y para poder mantener en pie la invarianza
de las leyes físicas en los sistemas inerciales hay que recurrir
a la transformación de Lorentz. Ésta daba correctamente la
condición matemática para esa invarianza, pero no interpretaba
en absoluto los hechos integrándolos en una teoría más
general que la galileana.