Donde
veremos si se pasó, e intentaremos aproximarnos a las causas que lo
posibilitaron.
Hace
doce milenios la Humanidad da otro paso en su evolución e inicia un
proceso general de neolitización, caracterizado sobre todo por la
aparición de la agricultura que conduce a la sedentarización, con
la religión como nexo de unión. Su relación con la Naturaleza
sigue siendo estrictamente mítica, y la ontología arcaica sólo
encuentra el sentido de lo real en la repetición factual y cultual
de un pasado inmutable, arquetípico, no explicativo lato sensu.
La dinámica de la neolitización lleva en sí el germen del cambio y
las necesidades agrícolas (esencialmente) hacen que la Naturaleza
sea vista desde fuera, manipulada y transformada. Así, el mito va
acercándose a una realidad más cotidiana, más próxima, menos
mítica.
Tras
los desastres del S. XII a.C., el Mediterráneo se recupera de lo
perdido en la Edad Oscura. Después de los aedos (Homero) el
mundo griego reencuentra la escritura y escribe mitos de sucesión,
cosmogonías y teogonías (Hesíodo) para ordenar el caos primigenio.
La aparición de la polis como lugar
de convivencia es el marco idóneo para hacer de la palabra (dicha y
escrita) el elemento básico de relación, en
el
ágora. Con
ella, la representación de
las tragedias (Eurípides) hace ver la realidad desde fuera, y los
espectadores lo amplían a
otros ámbitos.
La
situación de la Grecia continental hace que las poleis
jónicas tengan un relevante papel en
todos los órdenes. En
particular, Mileto es un centro de poder y cultura privilegiado y
sostiene fuertes vínculos con el mundo oriental. Y es en ella donde cristaliza el
cambio de paradigma en la búsqueda de la verdad1,
que deja de ser revelada, preexistente, y pasa a sustentarse en la razón argumentada,
buscada y no poseída previamente. La Escuela de Mileto (Tales,
Anaximandro y Anaxímenes) es la bisagra2
entre lo real
explicado a través del mito y lo
real explicado a través de
la razón, el logos, que intenta conocer y
ordenar3 las cosas tal como son por sí
mismas. Fueron
sabios “prácticos” (fisiólogos
según Aristóteles) pero son ya filósofos pues buscan
la verdad sin pretender
poseerla. La
respuesta que dan a esa búsqueda
es en realidad lo de menos, lo crucial
es la novedad de la pregunta, que ya no es tanto sobre las
cosas sino sobre sus condiciones de existencia.
Desde
Mileto, mito y logos
coexisten a lo largo de la
historia, inmiscibles e inseparables, como las dos
caras de una moneda. Por poner dos ejemplos lejanos
entre sí, en las poleis griegas ambas
formas de mirar
la realidad alcanzan
un equilibrio
pragmático; en la
actualidad un científico puede ser un ferviente creyente
religioso... Albert Camus,
racional en La Peste,
nos dice sin embargo en El
Verano:
Los
mitos no tienen vida propia. / Esperan
que los encarnemos.
Que
una sola persona en el mundo responda a su llamada, / y ofrecerán
su savia intacta.
Así
pues, por las causas que se
han expuesto -y alguna más
que se nos escape- el logos se sumó al mito, y aunque aparentemente lo haya
desplazado, entiendo que no ha sido del
todo así. Sin embargo, la
crisis actual de valores que vemos en Occidente, ¿no será el canto
del cisne del mito, el fin de esa interpretación de la realidad, la
auténtica despedida del Neolítico?
***
José Carlos Vilches
Peña, Vielha,
marzo 2015
1
¿La verdad es el conocimiento de la
realidad?
2
Consideramos
a Tales el primer filósofo digno de ese nombre; nos lo recuerda
Diógenes Laercio:
“Il
n’eut aucun maître, à l’exception des prêtres qu’il
fréquenta en Égypte.”
(Vida
y doctrina de los filósofos antiguos,
Libro I, Cap. I, §27)
3
Anaxágoras,
discípulo de Anaxímenes, dirá que “Tout
n'était autrefois qu'une masse
informe, lorsque l'esprit survint et mit les choses en ordre”
(Citado por Diógenes Laercio en
su obra Vida y doctrina de los filósofos antiguos,
Libro II, Cap. III, §6 )
Fuentes
consultadas:
Se referencian estrictamente las realmente utilizadas a fondo; cuando es pertinente, se añade (en azul) qué parte de la obra se estudió.
Copleston, Frederick. Historia de la Filosofía. Vol. 1, Grecia y Roma. Barcelona: Ariel, 1981. 508 p. (Convivium)
ISBN 84-344-3917-4
(Parte I y II)
Diels, H;
Kranz, W. Selección de Fragmentos Presocráticos. Barcelona: Edicomunicación, 1999. 187 p.
ISBN 84-7672-961-8
Diógenes Laercio. Vies des plus illustres philosophes de l’antiquité. [en línea]. Philippe Remacle: L'Antiquité grecque et Latine, 2009.
<http://remacle.org/>
[12/03/15]
(Libro
I, Cap. I; L. II, C. I, II, III, V; L. VIII, C. II; L. IX, C. I,
III, VI, VII, VIII)
Eliade,
Mircea. El mito del eterno retorno.
Madrid: Alianza Editorial, 2004. 174 p. (El libro de bolsillo;
H4413)
ISBN
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Ferrater
Mora, José.
Diccionario de Grandes Filósofos,
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bolsillo; 1211; 1212)
ISBN
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Fortuny,
Francesc J. et al. Breu història de la Filosofia.
Barcelona: Columna, 1987. 190
p. (Capitell)
ISBN
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1)
Terricabras
Nogueras, Josep
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filosòfic i científic clàssic.
Barcelona: UOC, 2008. 348 p.
ISBN
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1 y parte del 2)
Torelló,
Ramon M. Introducció a la Filosofia Grega.
Barcelona: Enciclopèdia Catalana, 1993. 511 p. (Biblioteca
Universitària; 14)
ISBN 84-7739-512-8
(Cap.
1 y fragmentos del 3, 4, 5)
Vilches
Peña, José Carlos.
El proceso de neolitización [en
línea]. UOC: Prehistoria e Historia Antigua, 2006.
<http://www.jvilchesp.es/historia/pha/neolitizacion>
[12/03/15]
Vilches
Peña, José Carlos.
El mito y el logos [en
línea]. UOC: Prehistoria e Historia Antigua, 2006.
<http://www.jvilchesp.es/historia/pha/mito>
[12/03/15]
***