En
el capítulo 1º de este trabajo (1.Introducción: la
República romana) se ha hecho ya una contextualización general
del proceso evolutivo de la República. En particular, en su apartado
➌ se hizo una descripción de los hechos
y figuras básicos a lo largo del Siglo I a.C. , desde los Gracos
hasta Octavio. No repetiremos aquí, por tanto, lo ya explicado
anteriormente, pero dado que se nos propone estudiar un aspecto de la
figura de Julio César, añadiremos algunos detalles que nos parecen
importantes para enmarcar lo que seguirá.
➊Como
ya se comentó, la crisis del Siglo I a.C. es una crisis global, de
sistema más que de coyuntura. Sus causas forman un trípode apoyado
en tres patas1:
los profundos cambios económicos (la expansión debida a las
conquistas impone muchas realidades en este campo, no todas
convenientes), la gran polarización de los intereses de clase
(que podemos ejemplificar con la lucha entre optimates y
populares y un gran cambio en la mentalidad
política (en la que las
ambiciones individualidades empiezan a primar sobre el concepto
tradicional de servicio a la comunidad)
En
este último orden de cosas es donde hemos visto surgir las luchas
entre Mario y Sila, y posteriormente entre César y Pompeyo. Vemos
aquí que en gran medida, la guerra civil entre los partidarios de
César y los de Pompeyo no es más que una continuación de la
anterior entre Mario y Sila. De hecho, hay incluso implicado un
factor de tipo personal, ya que César es sobrino de Cayo Mario y
Pompeyo había sido partidario de Sila. Por tanto, la
figura de César no surge
“de la nada” sino que es
la extensión y el epítome de todo el proceso de pérdida efectiva
del poder por parte de
las instituciones republicanas.
Sin
que podamos entrar en el detalle de la gran figura de Julio César,
uno de esos personajes sin los cuales la Historia (con mayúscula) no
hubiese sido ni mucho menos la misma, sí que hay que hacer algunas
referencias para contextualizar adecuadamente el entorno en el que
nos movemos, el segundo tercio del Siglo I a.C.
Una
de las cosas que más llama la atención en el comportamiento de
César en su “ascensión” al poder es la ambivalencia2
ética que puso en juego para ello.
Efectivamente,
por un lado era consciente de
que si quería conseguir una cierta estabilidad política tras su
previsible victoria, tenía que ser magnánimo
con sus adversarios, que
no dejaban de ser compatriotas suyos. Tenemos variadas muestras de
esta “piedad” de César con sus enemigos, y podemos poner como
ejemplo de ello su actitud en la batalla de Farsalia3,
con la que accedió definitivamente al poder al derrotar y hacer huir
a Pompeyo. Con unos 8.000
jinetes y más de 100.000 soldados de a pie implicados, las pérdidas
humanas se mantuvieron en un nivel inusitadamente bajo, ya que el
objetivo de César no fue la aniquilación física del adversario,
sino el conseguir rápida y eficazmente el control del poder. Así,
su táctica en la batalla de Farsalia no fue la de destrucción por
la destrucción, sino que dio instrucciones para aceptar la rendición inmediata de
cuantos adversarios quisieran cesar en la lucha. Por
descontado, no nos hallamos ante una actitud “altruista” por
parte de César, pero sí ante el reconocimiento de que su actitud
ante la guerra civil en la que estaba implicado no era la de destruir
ni humillar a sus adversarios vencidos, dado que luego los iba a
necesitar sin duda alguna. Del
mismo modo, ya en la “vida civil” si ello puede decirse de esta
época, César perdona
al mismísimo
Cicerón, que después de la
batalla de Farsalia vuelve a instalarse definitivamente en Roma hasta
que es muerto por Marco Antonio, algo más de un año después de la
muerte de César.
Pero
por otro lado, hay que reconocer también que César no dejó de usar cuantos métodos
estuvieron a su alcance
tanto para conseguir el poder como para luego mantenerse en él,
legitimándolo de alguna manera. Empezando
por lo más grande, podemos comentar el uso que hizo César (y
Pompeyo, por supuesto) de las reformas
urbanísticas y monumentales
de Roma para ganarse el favor de sus ciudadanos. También
la estatuaria
romana, muy centrada en el retrato, es utilizada como método de
difusión y conocimiento de la personalidad de los personajes
públicos, y César no fue
una excepción. Y no tuvo
tampoco reparos en hacer referencias
a su “antepasado”
Eneas, o a los más cercanos
y tangibles Mario y Cenna, o
en escribir unas obras como
Los Comentarios (de
la Guerra de las Galias y de la Guerra Civil) en las que no es
difícil encontrar elementos de alabanza de sí mismo, de sus
conocimientos militares, de su trato a los vencidos,... En
las ocasiones en las que organizó
juegos de diferentes
tipos lo hizo sin reparar en gastos, con la intención evidente de
ganarse el favor del pueblo. Y para ganarse a otras personas, utilizó
sin reparos de ningún tipo la estrategia matrimonial
que le convino (su hija, el propio César...)
➋Y
así llegamos hasta “lo
más pequeño”: una vez César pudo hacerlo, hizo acuñar moneda
con su imagen, como medio de propaganda,
lo
cual no
era una novedad en
sentido estricto,
aunque
si lo era por la representación de un personaje aún vivo.
Es muy cierto que la moneda republicana4
se había mantenido hasta principios del Siglo II a.C. con una
tipología muy
estándar, incluso
de
diseño centralizado y fijo durante el Siglo III a.C. (la moneda
básica de bronce, el As,
lleva una cabeza de una divinidad, variable según el valor de la
pieza, y en el reverso la proa de una nave) Durante las Guerras
Púnicas se ve la necesidad de crear una moneda de más valor, con el
fin de minimizar el transporte de dinero para el ejército, y se crea
el denarius,
que será la base del sistema monetario romano posterior.
Inicialmente, esos denarios siguen la costumbre republicana5
en cuanto a la tipología, y así presentan todos en
el anverso la cabeza de Roma con el signo “X” (de diez, denis
asinum)
y en el reverso se representa a Cástor y Pólux cabalgando. Pero al
principio del Siglo II a.C. la tipología de la moneda cambia,
diversificándose.
Los
tresviri
monetales6,
responsables de la acuñación, empiezan poniendo su nombre en las
monedas para darse a conocer y facilitar así su ingreso en el cursus
honorum. Ello
abre el camino para que la moneda se convierta en una manera de
ensalzar a familias romanas importantes, y poco a poco las monedas se
convierten en una magnífica fuente
de información
para nosotros sobre cómo se veían a sí mismas esas familias y
qué relación querían mantener con la historia de Roma haciendo
referencias diversas a sus antepasados,
míticos y/o reales. La
novedad7
introducida por Julio César es la representación de personajes
“vivos”, él evidentemente, la cual cosa no se había hecho antes
en las monedas republicanas de Roma,
en contraposición con la numismática helenística. Ni que decir
tiene que esa novedad fue adoptada de inmediato por el poder
imperial, y así ha llegado hasta nuestros días.
➌Respecto
a las monedas acuñadas en este momento histórico, se propone en
este trabajo el comentario sobre cuatro de ellas, que identificaremos
desde ahora con las siglas M1, M2, M3 y M4 para mayor agilidad.
Primero se dirá cuanto de común se reconozca en ellas, pasando
luego al detalle de cada una.
La
cuatro monedas en cuestión son denarios de plata, con el peso
cercano a los 3,98
gramos (en M4 no consta el peso, pero en una fuente9
se ha encontrado el valor de 3,72 gr en uno de los que se conservan
de este tipo) Excepto la primera, en la que aparece la cabeza de la
diosa Ceres, las otras tres llevan en el anverso la cabeza de
un personaje histórico vivo, al menos en el momento de la acuñación
(dos de César y una de Bruto) Los reversos se usan
para hacer pedagogía y/o propaganda, haciendo referencia más o
menos explícita a algunas de las funciones/intereses de los
personajes a los que aluden. Todas las caras de las monedas llevan
algún tipo de inscripción, no hay ninguna anepígrafa.
Las
fechas de acuñación son muy similares: 46 a.C., 44 a.C., 44
a.C. y 43/42 a.C. Las tres primeras se han puesto en circulación
pues antes, incluso justo antes, de la muerte de César (p. ej. las
dos del año 44 a.C. se datan en los meses de febrero/marzo,
inmediatamente antes de los Idus de marzo. Se han acuñado pues en
pleno apogeo de Julio César, tras la batalla de Farsalia en el 48
a.C. La última moneda es posterior a la muerte de César, y fue
hecha acuñar por Bruto, uno de los asesinos de César.
Respecto
a esta cuestión de la datación de las monedas, hay que señalar que
las mandadas acuñar por César (todas menos M4) no son sus primeras
monedas. Ya en el año 49 a.C. se encuentran denarios de César, muy
posiblemente fabricados en alguna ceca móvil en las Galias10.
Por ejemplo, se dice que éste podría ser el primer denario con el
nombre de César, aún sin su imagen. Datado en el 49/48 a.C., se
cree que fue acuñado en una ceca móvil, quizás de las Galias,
quizás de Hispania... No tiene la imagen de César (a diferencia de
M3 y M4) pero tiene un elefante, animal que los cartagineses llamaban
“caesar”, así que el
mensaje de que César aplastaría a sus enemigos es bastante
evidente.
La
cuestión de la ceca donde
se han acuñado las monedas
es compleja, y no siempre se tienen datos ciertos. Sobre M1 se nos
dice que se acuñó en una ceca africana o hispánica, y en alguna
página11 se dice que se acuñó en
África. M2 lleva la
inscripción de Marcus Mettivs,
responsable de la ceca, y en las descripciones de las monedas de este
monetalis de César se
dice12
que se acuñaron en Roma, por lo que cabe suponer que este es el
origen también de M2. En M3
vemos el nombre de Publivs Sepvllivs Macer,
otro monetalis de
César, y en las páginas referenciadas anteriormente se dice que sus
monedas se acuñaron en Roma. Por último, el famoso13
denario de Bruto es más que probable que se acuñara, como otras14
monedas de Bruto, en el norte de Grecia (Macedonia), en
una ceca móvil.
➍Para
ir acabando ya este trabajo15,
pasaremos a comentar una por una cada moneda propuesta, procurando
evitar -en la medida de lo posible- repetir lo que se haya dicho de
ellas, tanto en la información suministrada por el consultor como
por lo comentado anteriormente en este trabajo
►La
primera moneda16
presenta en el anverso la cabeza de Ceres, la griega Démeter,
diosa de la agricultura, de la fertilidad de la tierra. Vemos espigas
de cereal en el pelo, símbolo de la abundancia, quizás una alegoría
de la entrega de trigo a los plebeyos en épocas de escasez. Junto
con la diosa, los títulos de César -cónsul y dictador- en el
momento de la acuñación.
En
el reverso se especifican dos de las funciones religioso/políticas
de César. El Pontifex maximvs
era el más alto de los sacerdotes de la religión romana, cargo que
no se abrió a los plebeyos hasta el año 254 a.C. En las primeras
etapas de la República, sus funciones eran religiosas sin más, pero
poco a poco fue tomando carácter político, que culminó con
Augusto, a partir del cual se asoció siempre con la figura del
emperador. El augur, “adivino”
también fue un cargo reservado a los patricios hasta la Ley Ogulnia,
en el 300 a.C. La práctica de la adivinación, quizás una herencia
etrusca, no era, como nos puede parecer ahora a nosotros, una
actividad mágica y sin importancia, ya que un mal augurio podía
invalidar muchos de las actuaciones políticas de las Asambleas y de
los magistrados.
En
el reverso también vemos cuatro objetos relacionados con el culto
religioso: el culullus,
cáliz/copa de barro, en
forma de cuerno, que usaban
los pontífices y las vestales en los sacrificios (¿derivado quizás
de un rython?) ; el
aspergillum, un
derivado “tecnológico” de la antigua y sencilla rama de olivo
usada para rociar líquidos en algunos momentos rituales; el urceus,
una jarra
con pie y asa, otro emblema
de los pontífices; el lituus,
báculo de apoyo, que hoy usan los obispos católicos, una herencia
de Roma... como también son
algunos de estos objetos herencias etruscas, dada la influencia que
tuvo la religión de Etruria en la romana.
Y
por último, vemos en el reverso una letra “D”, a la derecha del
lituus. Y
en otras monedas del mismo estilo, en vez de una “D” puede verse
una “M”. Dichas letras corresponden a las iniciales de
donativum
y de munus.
Sus traducciones literales podrían ser “donativo” y “regalo”,
pero en el contexto monetario significan
entregas de dinero a los soldados (en el caso de la “D”) y al
pueblo (en el caso de la “M”) Para
los regalos al pueblo se usó también la palabra congiarium,
y así podemos leer17
“Congiarium populo dedit,
militibus donativum addidit” A
la larga, tanto donativum como
munus
serán
reemplazadas por liberalitas,
palabra
que aparecerá más o menos abreviada a partir de las monedas de Marco
Aurelio. Ni
que decir tiene que ambas palabras han llegado hasta nosotros
(donativo, munificencia, liberalidad) aunque sin las connotaciones
militares originales.
►En
la segunda
moneda
podemos ver ya
la imagen
de la cabeza de César
coronada con laurel. Desde Farsalia han pasado cuatro años, y César
no alude a su condición de cónsul o de dictador, sino que se
declara imperator
(evidentemente, no el mismo sentido “estricto” en que pudiera
declararse Augusto posteriormente, pero es todo un síntoma...)
En
el reverso vemos que se trata de uno
de
los diferentes tipos de denario
acuñado por uno de los monederos de César, Marcus
Mettivs, y
en él aparece como figura principal una Venus “victoriosa” (uno
de los muchos epítetos de Venus) -recordemos que era la madre de
Eneas, antepasado mítico de César, quién, como toda la
gens
Julia,
adoptó a Venus
como protectora-.
Venus sostiene
en una mano una “Victoria alada”, símbolo
del triunfo, como la diosa griega asociada Niké
(una de las más famosas representaciones de la Victoria es la de
Samos18,
hoy situada en lo alto de una de las escaleras principales de acceso
al Museo del Louvre) En
la otra mano, Venus sostiene una lanza, ya que es una Afrodita
“armada”. A
los pies, a la derecha de la moneda, reposa un escudo19,
sobre lo que parece ser20
un globo terráqueo, un símbolo del poder de César.
En
el reverso también vemos una letra “A”, que en la referencia de
la nota anterior se dice que no es más que un control de la emisión,
usándose las letras entre la “A” y la “E” y entre la “G”
y la “L”.
►Cuando
llegamos a la
tercera moneda,
vemos en su anverso que César ya no se anda con tapujos. Si en la
primera moneda no puso su imagen y aludió a su consulado, su dictadura
y sus funciones rituales, si en la segunda moneda puso su imagen y se
denominó imperator,
en esta tercera se declara “dictador
perpetuo”.
Es evidente que la palabra clave es la de “perpetuo”, que nunca
se había asociado con la de “dictador”. Es una declaración de
intenciones en toda regla, y por
ello
en algunas
referencias se dice21 de
este denario que
es “la moneda que mató a César”, desencadenando
la decisión de su asesinato; se
encuentran múltiples variantes22
de esta moneda, por lo que cabe
suponer que se difundió lo suficiente como para justificar esa
afirmación.
El
reverso no es esencialmente diferente al de M2. Se ha cambiado el
monedero, que ahora es Publivs Sepvllivs Macer, y
Venus no sostiene una lanza sino un cetro, símbolo
de poder, que se apoya en el
suelo sobre una estrella. Sobre
el papel de Venus en las monedas romanas puede verse un
interesantísimo artículo en la referencia al pie de
página23.
La
estrella en la que apoya el cetro puede ser simplemente un “refuerzo”
de la divinidad de Venus, o puede ser una referencia al planeta que
lleva su nombre, “estrella de la tarde” (una de las etimologías
propuestas para Afrodita la hace derivar de “la que viene por la
noche”). Como en muchas de las monedas vistas con este reverso
aparece en el anverso una estrella al lado de la cabeza de César,
puede pensarse que esa segunda interpretación es correcta, y la
estrella no es más que una alegoría
de la protección que
Venus ejerce sobre César y toda la gens
Julia.
►La
cuarta y última moneda
ya no es de César, aunque hable de él de manera indirecta. Se nos
dice que está acuñada por Marcus
Junius Brutus,
y ya hemos comentado que se hizo24
en Macedonia, entre
uno y dos años después
de la muerte de César. En algunas monedas semejantes25
se ve mejor la inscripción de
la izquierda de
la cabeza
de Brutus en el
anverso, diciendo “L.
PLAET. CEST.”
, que corresponde a Lucius
Platorius Cestianus, (de
la gens
Plaetoria, una familia plebeya con raíces sabinas) , un
cuestor/procuestor (en
alguna referencia, legatus) de
Brutus en el momento que nos ocupa.
En
el reverso de
este famosísimo denario se
hace mención
de
la fecha del asesinato de César, en los Idus de marzo, y la imagen
de dos puñales a los lados de un pileus
simboliza, evidentemente, el intento de justificación de Brutus: con
el asesinato de César se ha devuelto a Roma la libertad, queriendo
así legitimar el asesinato político como una necesidad patriótica.
(Hay que tener presente que los esclavos llevaban el pelo largo y
suelto, y cuando recibían la libertad se lo cortaban y empezaban a
usar esa especie de gorro o bonete llamado pileus26)
Lo
que más llama la atención en esta moneda no es su uso
“exculpatorio”, por importante que sea, sino más bien la
contradicción
intrínseca que supone
con las ideas -teóricas, al menos- de su acuñador. En efecto,
Brutus ha participado en el asesinato de César por estar en
desacuerdo con la asunción del poder absoluto y perpetuo por parte
de este. Pero resulta que al acuñar esta moneda hace inscribir
“Brutus, emperador”. Podemos aceptar que la
palabra “emperador”
tenga exclusivamente un sentido militar, y no sea la manera de decir
que también quería el poder completo, pero desde luego no es la
mejor inscripción que podía hacerse en el momento. Y además,
Brutus en esta moneda pone en el anverso su
propia cabeza,
continuando así la iniciativa de César. Ambas cuestiones nos llevan
a pensar si Brutus estaba tan lejos de César como teóricamente
pretendía...
NOTAS:
1ESPLUGA,
X., material de la asignatura, pág. 90-92.
2ESPLUGA,
X., material de la asignatura, pág. 98-101.
5DE
FRANCISCO OLMOS, J.M., ṕág.
106.
6DE
FRANCISCO OLMOS, J.M., pág.
107. En otras páginas se
habla de cuatro en vez de tres, IIIIviri,
por ejemplo en esta, http://en.wikipedia.org/wiki/Marcus_Mettius
en la que aparecen los nombres de los cuatro monetalis
de Julio César. Después
de César, volvieron a ser tres. El
nombre completo sería “tresviri
aere argento auro flando feriundo”,
más abreviadamente “tresviri
monetales”, o “triumviri monetales”,
en singular “triumvir
monetalis”
que puede
verse simplemente como “monetalis”,
y
que
en castellano puede traducirse por “monedero”. No hay que
confundir este alto
cargo,
sólo por debajo de los cuestores, con el de los trabajadores que
realizaban la acuñación, los monetarii.
Ver http://en.wikipedia.org/wiki/Moneyer#cite_ref-0,
donde además hay una lista cronológica de todos los monederos
romanos.
8Ese
peso de 3,9 gr era el oficial del denario, al menos hasta la
devaluación/depreciación de Nerón en el 64 d.C. Correspondía a
la relación de 84 denarios por cada libra romana de 327,45 gr.
Puede verse en la dirección
http://www.denarios.org/anexes/metrologia.html
dentro de la excelente página dedicada en exclusiva al denario,
http://www.denarios.org
24En
alguna referencia se alude a Dión Casio, 47.25.3, que menciona el
hecho de esta acuñación. Efectivamente, en la
dirección http://remacle.org/bloodwolf/historiens/Dion/livre47.htm
puede leerse que “Tels
furent les exploits de Brutus; de plus, il frappa des monnaies sur
lesquelles il fit graver un pileum et deux poignards, pour montrer,
par cette image aussi bien que par l'inscription, qu'il avait, de
concert avec Cassius, affranchi sa patrie.”
26¿Inspirado
o no en el gorro frigio? Véase el muy interesante artículo
titulado “¿ES EL GORRO FRIGIO EL VERDADERO GORRO HISTÓRICO
LIBERTARIO? Historia de una equivocación iconográfica. ” de
BAGI, Elena, en la
dirección http://www.aphu.edu.uy/archivos/documento/19.pdf Como siempre, puede también leerse algo al
respecto en TITO LIVIO, “Ab
Urbe Condita”, L.
XXIV, 16, líneas del final: “...pilleati
aut lana alba uelatis capitibus uolones epulati sunt...”
Verlo
p. ej. aquí: http://www.thelatinlibrary.com/livy/liv.24.shtml