(Todas las fechas son a.C.
salvo que se especifique otra cosa)
1.Minoicos y micénicos
➀El Palacio de
Cnosos, arquetipo minoico,
reconstruido
en 2000 y 1700, tiene una estructura que refleja
una forma
concreta de organización social y familiar amplia y cohesionada.
Otros palacios
minoicos en Creta los hay en Festo,
Malia y Zakros,
con unidad estilística1:
patio central, ordenación tortuosa, una aglomeración
desestructurada (versus otros coetáneos en Asia Occ. formados
por unidades independientes en un recinto común)
El Palacio de
Pilos,
en la micénica Mesenia, datado en 1300, no tiene un exceso de
fortificación dada su posición en la bahía de Navarino. El
contenido de las tablillas halladas en él
muestra que era un gran centro de poder en Mesenia.
Otros
palacios micénicos, diferentes
estructuralmente de los minoicos,
con funciones muy similares, son Micenas,
Tirinto,
Tebas
de Beocia, Orcómeno,
Gla, Maratón,
Menidi,
Thorikos,
la propia Atenas,
Iolkos,
Menelaion...
reflejo de la expansión micénica.
➁Cnosos
se
excavó a principios del S. XX por A. Evans.
Su
complejidad y su trazado laberíntico2
le hicieron calificar
de “minoica” a la civilización cretense
que estaba aflorando. La arqueología no ha probado nada concreto,
pero la asociación
entre el Palacio de Cnosos, el rey Minos3
y el Laberinto del Minotauro
ha quedado fijada en la mitología.
Esta
asociación tiene una vertiente etimológica. “Laberinto /
λᾰβύρινθος”
viene de labrys
(λάβρυς)
que
se traduce “hacha doble”. En Cnosos se encuentra este
símbolo
por
todas partes... la especulación está servida... También es
especulativo
ver en el mito del Minotauro (muerte
de un símbolo minoico a manos de un símbolo griego)
el paso que se está dando de la Edad del Bronce (Creta) a la del
Hierro (Grecia).
La
arqueología ha permitido relacionar aspectos del mito con
aspectos de la realidad minoica pero no es más que un ejercicio
de imaginación. Mito, historia y arqueología tienen puntos de
contacto, y no hay que ir más allá so pena de caer en pura
especulación.
Pilos
fue excavado (1939, 1952) por C. Blegen, que excavó Troya en
1932-1938 d.C., determinando la fecha de la destrucción de la Troya
homérica. En la mitología griega, Néstor fue rey de Pilos, y dado
su papel en los poemas homéricos, se denominó el palacio de Pilos
como “el
palacio de Néstor”.
Igual que con Minos estamos en un mundo legendario, y tienen ambos
nombres una gran dosis de imaginación.
Los
legendarios Minos y Néstor han pasado a la mitología con diferentes
valoraciones:
▶Minos
usó el Minotauro para afianzar su poder, participando su hija
legítima Ariadna en el fin del monstruo, pero tuvo otros hijos
ilegítimos fruto de pasiones amorosas desmedidas. Se le considera el
“fundador” de la pederastia, sustituyendo a Zeus en el rapto de
Ganimedes. A cambio, en el ámbito social se le tiene por buen
legislador, iniciador del
concepto de “estado”4.
El
poder palacial produce excedentes económicos, controlados por la
vía
del comercio, siendo
Creta un punto clave en este comercio5
hacia Cerdeña, Sicilia, Grecia, Jonia y Egipto, y a Minos se le
considerada la
personificación del inicio de todo ello...
pero no
hay evidencias
de que este auge del comercio formase la talasocracia
de la que habla Tucídides6,
así
que pensamos que el
comercio fue el único aglutinante
del Mediterráneo durante la Edad de Bronce.
▶Néstor
ha pasado a la mitología con un bagaje
personal y social muy favorable.
Rey de Pilos, casado con Eurídice, sobrevivió a la muerte de sus
hermanos por Heracles, tuvo hijos famosos (Perseo, Pisístrato), y
gozó de una vida
prolongada en
compensación divina por la muerte de su familia. Vemos7
que es el
arquetipo
de una persona mayor, experimentada,
con un sentido innato
de la justicia, hábil
en el consejo y, a
pesar de su edad, valeroso
en el combate. Después
de Troya es uno de los héroes que tiene un mejor retorno a su
tierra, signo del favor divino.
▶Minos
y Néstor aparecen en Homero en diferentes
circunstancias.
Néstor es citado muchas más veces que Minos, por su intensa
participación en el conflicto troyano y en la vuelta de Odiseo a
Itaca.
Para
encontrar sus citas he buscado en las versiones griegas de la Perseus
Digital Library los
términos Μίνωος
y Νέστωρ,
y
consultado
la
traducción de L. Segalà.
Las
citas de Minos8
ni
son muchas ni son muy descriptivas de su personalidad,
y tienen contradicciones: en XI-321 se le llama “artero” y en
XI-568, “ilustre”. Parece que Homero tenga un interés sólo
relativo en hechos anteriores a los por él narrados. A cambio, en
las citas de Néstor9
se ve el aprecio y la
buena valoración que Homero hace de él, con
admiración y mencionando siempre su papel de benévolo consejero de
sus jefes. El gran número de veces que aparece indica que su papel
es importante, “aglutinando”
y “vigilando” los sentimientos
de los griegos, a los que ayuda y conduce, combatiendo a la vez10.
➂La
civilización micénica (1600-1200) acaba con la minoica. Micenas dio
el nombre al período, pero hubo más estados como ella en la parte
continental de Grecia (Tebas, Atenas). Sus estructuras no eran muy
diferentes de las cretenses: en ambas la
vida giraba sobre los palacios y su área urbana de influencia. Su geografía no es la misma que la
cretense, lo que implica una gran
diferencia en los planteamientos estratégicos
de su defensa. Los minoicos debían esperar incursiones pequeñas en
número e intensidad en su aislamiento, pero los micénicos estaban
expuestos a fáciles asaltos por vía terrestre. Ambas civilizaciones
amurallaron sus ciudades, más
en el mundo micénico que en el minoico. Y
en Micenas vemos el uso
del caballo como elemento guerrero básico
en el carro de guerra, que no vemos en Creta hasta su final11.
El
carácter micénico fue más guerrero12
que el minoico, lo que les permitió someter Creta en sus últimos
años. La coexistencia implicaba adaptaciones mutuas, no todas de
dominación / sumisión. Micenas adopta
el palacio como
residencia del rey y sede del poder, lo adapta a sus necesidades
defensivas y a su espíritu guerrero, y lo
modifica cerrándolo más,
cambiando el patio abierto central minoico por la sala micénica del
trono. La escritura es
otra adaptación más, y
la micénica Lineal B
deriva de la minoica Lineal A. Las relaciones comerciales
con diferentes países son otro factor de coexistencia, con
intercambios de todo tipo.
Sobre
el final de ambas vemos que la civilización minoica se diluye en la
micénica a partir del año 1450, lo que pudo verse favorecido por la
crisis debida a la explosión del volcán de
Tera (1500). La arqueología muestra a partir del 1250
destrucciones violentas en asentamientos micénicos. La cultura
micénica desaparece entre 1200-1100, relacionándose este final
miceno y minoico con los Pueblos
del Mar, una migración
que inundó el arco
mediterráneo, poniendo en jaque a los egipcios y haciendo
desaparecer a los hititas.
Huiremos
del simplismo de “la causa única”, y miraremos ese fin más
integradamente13.
Las invasiones externas -Pueblos del Mar- hay que tomarlas con
precaución ya que las evidencias arqueológicas no son decisivas. Y
las causas “internas” (una “revolución” social contra
el poder palacial) tampoco están adecuadamente documentadas. El
recurso al “catastrofismo” puede dar el marco en el que se inicia
el ocaso, pero no puede asegurar que la catástrofe sea la causa
primera del mismo.
Así,
y recordando a Toynbee y su potencial
civilizador, las civilizaciones minoica y micénica
desaparecen al final de la Edad del Bronce, al inicio del hierro
como nuevo paradigma tecnológico. Les sigue “la Edad Oscura”, y
no será hasta el S. VIII que veamos una nueva historia, la griega.
Esos años “perdidos” no provocan una total desconexión entre
los períodos micénico y griego, como veremos.
➃En
esas fechas Homero ya ha fijado sus poemas, así que la sociedad que
describe ¿es la micénica, corresponde a los siglos oscuros, o es ya
la suya? Hay diferentes opiniones.:
Carreras14
encuentra “ecos micénicos en Homero”: bronce en
armaduras y espadas, cascos con colmillos de jabalí, la geografía
descrita en el Canto II de La Ilíada reconocible en la
micénica, algún detalle lingüístico...
Latacz
es otro partidario de ver elementos micénicos en Homero,
insistiendo
en que el Catálogo de las Naves del Canto II de La
Ilíada describe una realidad micénica, añadiendo otros
elementos micénicos en La Ilíada: las grebas metálicas y el
carro de guerra. E.
Vermeule cita armas micénicas en La Ilíada, documentadas
tras el desciframiento del Lineal B, que Homero desconocía.
Finley
dice que Homero describe los finales de la Edad Oscura, como
S. Hood, S.P. Morris, A. Snodgrass y H. Van Wees, siendo los
elementos micénicos arcaísmos introducidos por Homero para
realzar la antigüedad de su narración. De la misma opinión son
Hidalgo
et
al.15
.
Un
punto de vista que puede desencallar la cuestión es el
de S. Sherratt, que en el uso del hierro en La Ilíada ve
“superposiciones cronológicas” sugerentes de una
evolución de los poemas en su fase oral por “capas” desde el S.
XV hasta el IX/VIII.
A
la vista de esas opiniones, la obra de Homero ¿no es sin más la
plasmación/fijación de lo que se está recitando en ese momento
del S. VIII, con todas las superposiciones, arcaísmos y
confusiones propias de una tradición oral de varios siglos de
evolución, y que seguirá siendo oral varios siglos más?
*
2.Los poemas homéricos
Los poemas son
obras
épicas en el más noble sentido. Sus héroes participan en
acciones ante sus coetáneos pensando en el
futuro,
acciones
unipersonales (Odiseo), o
corales (Aquiles, Patroclo y
Héctor), en un contexto
guerrero en
La
Ilíada
o
viajero en
La
Odisea.
La
temporalidad es diferente, dos meses en La
Ilíada,
una década en
La
Odisea.
Al conocer Homero el porvenir de los protagonistas, sus obras están
impregnadas de una cierta melancolía, mitigada por la
creencia de la vida en el más allá, en ese Hades tan
visitado.
Abunda la presencia de los
dioses16
en Homero, incorporados por la influencia que en la vida griega
tenían. Sorprende la intensidad de su intervención17
(La Ilíada), participando activamente en la lucha,
incluso entre ellos. A fuer de sincero, nunca he visto a los dioses
tan parecidos a nosotros18,
en lo bueno y en lo malo. No es lo mismo en La Odisea: aunque
Atenea ayude a Odiseo y Poseidón lo ponga en repetidos aprietos, la
intensidad de lo divino es menor que en La Ilíada, incluso
el nivel de heroicidad no es el mismo. Vemos a Odiseo como un ser muy
humano más que como un héroe épico típico. Su obsesión es volver
a Ítaca y allí la venganza es su objetivo. No hay punto de
comparación con la actitud de Aquiles, que va a Troya movido por
el honor, sin tener nada que ganar y todo que perder. Vemos La
Ilíada como un canto coral comunitario, un mosaico de
héroes mayores y menores luchando por una idea, mientras que La
Odisea nos parece más un canto a la individualidad, a
la habilidad para sobrevivir en situaciones fabulosas.
En la organización de
las obras hay similitudes y diferencias. Siguiendo a
Carreras19,
ambas empiezan igual, con llamadas a la diosa o a la Musa,
introduciendo un resumen; las dos utilizan la palabra como base de
la convivencia y los dioses hablan como los hombres; en ambas
encontramos comparaciones que hacen entendedor y ameno el texto, y
escenas “típicas” que repitiéndose llegan a hacerse “tópicas”
pero que permiten enlazar situaciones, recordar momentos... Si hay
que citar alguna diferencia, podemos referirnos a la
linealidad de La Ilíada, mientras que en La Odisea se
ve una “vuelta atrás” en el Canto VIII, narrando Odiseo sus
aventuras a los feacios.
Hemos visto pues cómo en la
edad “oscura” se gestaron las tradiciones orales a las que Homero
dio forma definitiva, convirtiéndolas en obras maestras
imperecederas. El adjetivo “oscuro” para esas épocas se refiere
en realidad a nuestro desconocimiento de ellas20,
generado por la falta de documentos escritos y la “escasez”
arqueológica. Quizás por ello nos hemos visto impelidos a creer
encontrar datos históricos en Homero, todo un ejercicio
voluntarista.
El
primer verso de
La Odisea comienza con una
invocación a una de las 9 Musas (hijas de Zeus y Mnemósine), y
supondremos que se trata de Calíope, “la de la bella voz”,
musa de la poesía épica21,
invocada para el bien del recitado. Igualmente,
el primer verso de
La Ilíada
comienza con una invocación a
una “diosa” y podríamos pensar que se refiere a Mnemósine, que
siendo una Titánide es más que una diosa. Pero en el verso 10 de
La
Odisea se vuelve a invocar a la que en el primero se llamó
“Musa” y ahora se llama “hija de Zeus”. Dado el partido que
tomaron los dioses en la guerra troyana,
supondremos que se
refiere a Atenea, hija de Zeus y que ayudó a Telémaco en su
viaje.
Sea
una musa o una diosa la invocada hay motivos para hacerlo: se usa un principio de “autoridad”,
apelando a alguien superior para que el contenido sea más creíble,
se pide auxilio
en la difícil tarea de recitar una obra tan larga, y se hace uso de
un recurso retórico,
iniciando el recitado con una invocación llamativa y un resumen de
la obra. Es Cicerón el que fijará las
reglas de la retórica, pero aquí hay ya un
exordio
para
atraerse
la benevolencia del público (captatio
benevolentiae).
Estos
recitados tenían lugar en ocasiones festivas o
en concursos de recitación, como en Delfos. El público
escuchaba del aedo o del rapsoda lo que sólo se transmitía
oralmente, confiado a la memoria. Se establecía entre el recitador y
el público una complicidad que iba conformando las obras recitadas,
en un contexto entusiasta en el que la psicología “de las masas”
estaba presente y en el que la inspiración de las Musas era
fervientemente invocada.
En
los poemas de Homero encontramos ejemplos
de cantores o rapsodas recitando para alguna clase de público. Así,
el aedo
Femio en el palacio
de Odiseo en Ítaca canta en las comidas de los pretendientes de
Penélope (I-149, I-337).
También en La Odisea se cita al aedo
Demódoco, que canta -ciego como Homero- en la corte feacia de
Alcínoo, donde Odiseo narra sus aventuras (VIII-71). Demódoco
también canta para acompañar una danza (VIII-256),
otro cometido de un aedo o de un rapsoda. Se
cita a otro aedo en la corte de Agamemnón, que
al partir hacia Troya lo había dejado para vigilar
(infructuosamente) a su esposa Clitemestra (III-253);
no hay actuación que comentar, excepto su falta de
previsión ante Egisto, y Grimal nos dice22
que se llamaba Demódoco, como el aedo de Alcínoo. Hay un
aedo en la corte de Menelao, cuando Telémaco se
desplaza a Esparta en busca de noticias sobre su padre (IV-15);
no sabemos su identidad, pero sí ante qué público
actuaba.
En
La Ilíada también hay citas a aedos y rapsodas.
Muerto Patroclo, Tetis encarga la fabricación de nuevas armas para
su hijo Aquiles. En el gran escudo que fabrica Hefesto se
representa a un divino aedo (XVIII-590).
Apolo también
usa la cítara, como se ve en I-604 y en XXIV-55. En II-591,
en el “recuento de las naves”, hay una cita a un aedo
tracio, Tamiris, cegado por las Musas por comparar su
canto con el suyo (II-591),
lo que nos hace pensar en algún tipo de concurso como
hemos comentado.
Se
observa la mayor importancia de los cantores en La Odisea
que en La Ilíada,
siendo como si Homero
hubiera querido que se
reconociera más su papel
en la segunda obra que compuso.
Entre
las
figuras
retóricas
están las semánticas,
donde las palabras se usan con un sentido que no les corresponde,
pero con alguna clase de relación. Una de ellas es el epíteto,
que añade a un sustantivo un adjetivo calificativo que, sin aportar
información significativa, “refuerza”
de alguna manera el significado del nombre. En “blanca
nieve” es
innecesario el adjetivo, pero hace más “visible” el sustantivo.
Los epítetos admiten muchos
matices:
epítetos objetivos, subjetivos, intrínsecos, posicionales,...
En
la literatura épica, el concepto de epíteto se usa en aquellos
apelativos que acompañan
al nombre
o lo
sustituyen.
Vemos “Zeus
altitonante”
o “el
que junta las nubes”
para nombrarlo.
Encontramos
en la épica homérica otras
asociaciones
similares pero referidas a sustantivos
no personales,
como “cóncavas
naves”.
La repetición de este tipo de asociaciones muestra que nos
encontramos ante un
recurso estilístico
y de
ayuda a la memoria
para el recitado de los poemas. No sólo se identifica a los
personajes, sino que se suministra al aedo
una útil herramienta nemotécnica. Hablamos así de un estilo propio
de la literatura oral, del que Homero es el máximo representante, y
que conocemos con el nombre de “estilo
formulario”
o
“dicción
formular”,
que Milman Parry
estudió en
el marco
de una teoría
general de la composición oral.
Es un estilo que aporta
al texto dignidad y
solemnidad, con un aire arcaico.
Se
han hecho muchas
recopilaciones
de esas fórmulas y epítetos, de difícil
traducción; se
nos propone localizarlos en un fragmento de La
Odisea
(amores de Ares y Afrodita) y encontramos en él:
(1)Epítetos/fórmulas
sobre nombres propios:
deiforme Alcínoo;
Afrodita,
la de bella corona;
soberano
dios23;
Lemnos,
ciudad bien construida...la más agradable de todas las tierras;
Ares,
que usa áureas riendas;
Hefesto,
el ilustre artífice;
ínclito
dios; Citerea24,
la
de hermosa corona;
el
prepotente Cronión.
(2)Epítetos/fórmulas
estrictos (el
adjetivo es superfluo): hueca
cítara; melodiosa cítara; divinal circo; amoroso acceso; punzante
nueva; ardides siniestros; bienaventurados dioses.
(3)Epítetos/fórmulas
adjetivales (el adjetivo sí que modifica el significado
del sustantivo): ancho
y hermoso corro; rápidos y deslumbradores movimientos; enorme
yunque; hilos inquebrantables; gran artificio; bárbaro lenguaje.
Los
epítetos del listado (1) acompañan/sustituyen al nombre propio. Los
del listado (2) no ofrecen dudas, ya los adjetivos usados no aportan
nada significativo al sustantivo. El listado (3) acoge aquellas
fórmulas en las que el adjetivo usado sí afecta al significado: no
todos los yunques son enormes, no todos los lenguajes son bárbaros.
Pero para afirmar que nos hallamos ante auténticas repeticiones
debemos encontrar algunas, y aquí está la dificultad. No es difícil
rastrear las posibles repeticiones de Afrodita... pero es muy
diferente buscar las referencias a “corro”, que aparece como
“corro”, o “pista”, o “circo”... la solución es buscar
las repeticiones en el texto original griego. Y aquí empezarían las
auténticas
dificultades,
cuando resulta que buscando “cítara” vemos que Homero usa la
palabra φόρμιγξ
, la
phorminx,
forminge
o
lira homérica (un arcaísmo más...), un
instrumento de la
familia de la lira, con el barbitón y la cítara...
*
3.La mal llamada colonización griega
➀Según Finley25 no
hay que usar el término colonización
en el sentido del colonialismo
moderno y utilizaremos los términos “migración”
o “expansión”,
más ciertos y menos peyorativos26.
La
cronología de las migraciones griegas queda fijada entre 750 y 550,
en pleno período arcaico,
y distinguen
dos etapas27:
1ª
Fase:
750 a 700/650. Hacia Occidente:
Mar Jónico, Sur de Italia, Sicilia. Lugares próximos
buscando tierra,
pesca
y metales.
2ª
Fase:
700/650 a 550. Hacia el Mar Negro, Adriático, Libia, Sur de Francia,
Suroeste y Nordeste de España. Lugares buscados por su valor
estratégico
(y comercial), muchos creados a partir de asentamientos de la fase
anterior:
La
primera
fase tuvo el difícil papel de los inicios,
y fue clave en la construcción
del concepto de la nueva polis. La
segunda
se extendió más
lejos proporcionando
una visión
general del Mediterráneo
que permitía usarlo con un gran aprovechamiento económico.
*
②Vemos
un gran
número de lugares de origen y
una gran
dispersión de
los mismos28,
así que las causas de la expansión han de ser muy
importantes, variadas
aunque con factores comunes,
estables en el tiempo e
integradas en el contexto de
la Grecia Arcaica. El papel
restringido de Atenas y Esparta
debería
explicarse en el contexto general de las causas migratorias.
▶Lo
primero a tratar es
el factor económico.
Grecia es un país pobre, y una agricultura de subsistencia en un
suelo escaso y difícil, una pesca de bajura con artes poco eficaces,
escasez de metales... junto con la demografía “del pobre”,
hacen que en la Grecia Arcaica la crisis
económica sea permanente.
La conjunción de una demografía
elevada, de problemas29 agrarios
irresolubles y del interés económico
de los comerciantes, conduce a la salida
de una parte significativa de la población
hacia nuevos asentamientos, reduciendo la presión sobre los recursos
(asentamientos estables, apoikiai)
o generando nuevos (asentamientos comerciales, emporion)
▶La
situación política
en las poleis
es otro factor a considerar. Las ciudades evolucionan hacia un modelo
que no siempre tiene
sitio para todos.
La formación de capas sociales más privilegiadas que otras induce a
estas a buscar un nuevo lugar donde desarrollarse
sin las trabas que
encuentran en su polis.
▶Hidalgo30
cita a Corinto, Eubea y Focea, muy activos en la expansión y que
tuvieron conflictos
sociales propios,
que empujaron a parte de sus pobladores a emigrar. Estos conflictos
(stasis,
como dice Tucídides
hablando
de Corcira
en fechas
más tardías) fueron otro factor en la expansión.
▶Con condiciones
“pasivas”31
claras y la penuria
como detonante, las
causas del éxito de la expansión obedecen
al conjunto de la realidad del momento.
Es un fenómeno global, multicausal, que responde a la necesidad
de buscar más recursos o disminuir la presión sobre los existentes,
en el contexto de una cultura griega volcada
hacia el mar con
una historia previa
de navegaciones que facilitaron la migración. “El
deseo y la necesidad”32
se aúnan dentro del proceso de transformación de las poleis
y producen la expansión estudiada.
▶Los
casos de Atenas y Esparta
encajan en lo visto: no tienen necesidad de prescindir de ninguna
parte de su población. Su potencial económico es suficiente para
todos y su potencial social/político es capaz de acoger a todos.
Vista la
necesidad de fundar una colonia,
su inicio debe
concretarse.
La metropolis
(origen de la migración) ayuda a su organización
y a su financiación. Se
nombra un oikistes,
organizador de la colonia, miembro destacado de la metropolis,
que en parte representa. Su primera misión es la consulta
al Oráculo de Delfos,
que iba adquiriendo su papel en la formación del panhelenismo. Sus
oráculos no siempre eran desinteresados, y con ellos
influía/controlaba las migraciones.
Ya
en el asentamiento, el
oikistes
inauguraba
la polis
colocando el fuego de Hestia en el
pritaneo.
Tras el rito
fundacional33,
trazaba la forma
de la ciudad,
distribuía
la tierra,
iniciaba el redactado
de las leyes...
Siendo costeros la mayor parte de emplazamientos, embarcaderos y
puertos eran prioritarios en la actividad constructora.
Ya
en su lugar la nueva polis
debía definir sus relaciones con
los anteriores ocupantes
del territorio (si los había...), con
la metropolis
de procedencia, y sus propias relaciones internas.
▶Estas
últimas presentan un alto grado de interés. Partiendo de cero y
dado que se venía de una situación en la metropolis
que no había sido la mejor de las posibles, las
apoikiai
funcionan sin trabas en su organización ni en su toma de decisiones.
Se creó un cierto ambiente “igualitario”34
y los ciudadanos de la polis
lo
son de pleno derecho, independientes de su ciudad de origen en lo
político. Sus decisiones conforman una manera de entender la polis
que influirá35
enormemente en el desarrollo
no sólo de la suya, sino también en la generalidad de las poleis
metropolitanas.
▶Con
la metropolis
suelen mantenerse buenas relaciones36.
La dependencia política es mínima, y como los flujos económicos
son beneficiosos, se establecen relaciones
comerciales privilegiadas
entre ellas. La comunidad de lengua, historia y cultura hace que la
colonia y la metropolis
mantengan un sentimiento
de unión
que las beneficia e impulsa y las hace permeables
a los cambios que
se van produciendo.
▶Las
relaciones con los ocupantes anteriores del territorio forman un
amplio abanico de problemas y de “soluciones”. Hubo desde
simples contactos comerciales, sin conflictos, hasta
situaciones de sometimiento violento, y ello dependió del
uso37
que los colonos dieron al territorio. En asentamientos comerciales,
la conflictividad era mínima dado el mutuo beneficio obtenido. Si la
colonia necesitaba ocupar más tierra de cultivo (para eso emigraron)
los conflictos estaban a la orden del día. A veces (como en Sicilia)
el tipo de cultivo exigía una mano de obra que la colonia no tenía,
y se recurría a diferentes grados de servidumbres laborales.
El
resultado de todo ello no fue, a la larga, demasiado malo para nadie,
y poco a poco los ocupantes y los ocupados fueron integrándose en un
proceso de helenización lento pero eficaz.
Lo
expuesto puede parecer una “arcadia feliz” y debe matizarse. El
igualitarismo de las colonias fue debilitándose, repitiéndose
situaciones de privilegio38
vistas en la metropolis. La sumisión impuesta a los
autóctonos llegó a veces al uso de la esclavitud. Las
relaciones entre colonos iniciales y tardíos no fueron siempre
excelentes, ya que los recién llegados se quejaban de no tener los
mismos derechos que los primeros... Y como la emigración no
logró resolver los problemas planteados en su origen, la
evolución política en las ciudades de partida no fue
necesariamente ejemplar, apareciendo la tiranía “a la griega”
como manera de dar solución a esos problemas.
Las
consecuencias de la expansión, siguiendo a Hidalgo39,
las agrupamos en tres aspectos:
En
lo político,
el proceso colonial tuvo un efecto
beneficioso en el desarrollo de las poleis,
de todas ellas en general. Ello repercutió en los posteriores
liderazgos de Atenas y Esparta, con todas las implicaciones que
tuvo.
En
lo comercial, la expansión colonial originó un intenso tráfico
mercantil y significó una fuente de materias primas indispensables y
de manufacturas. La economía griega se vio muy favorecida por
su expansión colonial, lo que responde plenamente a la intención
de esa expansión.
En
lo cultural,
la expansión ayudó al inicio
del proceso de helenización,
al relacionarse los griegos colonizadores con las poblaciones
colonizadas. Esa helenización fue favorable para ambas partes, como
se ve, p. ej., en la evolución del sur de Italia y Sicilia.
*
③A
Tucídides
se le llama el “padre
de la historia”. El enfoque de su obra se aleja del de
Herodoto: narra hechos directamente vividos, o narrados por
testigos presenciales; intenta comprender el presente, no sólo
describir el pasado; el hilo de su narración es político...
Puede no estarse de acuerdo con su “filosofía del más fuerte” o
su adscripción a la “política del poder” (Maquiavelo se hará
reflejo de la misma), pero no cabe duda de la gran importancia
de
Tucídides como historiador.
Su
obra “La
Guerra del Peloponeso” narra
el conflicto entre Atenas/Liga de Delos y Esparta/Liga del
Peloponeso desde 431 a 40440.
Cambió radicalmente el panorama de la Grecia Clásica del Siglo V,
y nada volvió a ser igual, como el mismo Tucídides
dice en el proemio.
La
obra está escrita en el S. V, y tiene interés para estudiar la
colonización arcaica se hace un repaso de la historia de Grecia
hasta el momento en el que empieza su narración. Ocupa las secciones
de la II a la XIX del Libro I y se le da el nombre de Arqueologia,
en el sentido de búsqueda de la comprensión del pasado.
Para
ver esas alusiones
a las migraciones estudiadas
hay que leer los párrafos del Libro I §II,
§IV,
§VII,
§XII,
§XIII,
y §XV
Pueden
encontrarse más referencias a las migraciones, como la que alude al
papel
del oikistes,
en
L.I,
§XXIV. O
esta en la que se ven los
conflictos
entre colonia y metropolis,
y se hace referencia al desarrollo
económico
de la colonia, en L.I, §XXV.
Y esta
es muy significativa, tanto en el aspecto de la relación
colonia/metropolis
como en el aspecto
político igualitario
de las colonias, en L.I, §XXXIV.
Y así se podrían seguir
rastreando más referencias coloniales en la obra de Tucídides. Vale
la pena hacer referencia al inicio del L. VI, cuando Tucídides, que
narra la desastrosa intervención de Atenas en Sicilia, hace
un resumen de la historia de la isla y de las colonias que en ella se
fundaron. Puede verse
en ese L.VI, desde §II al
§V...
Queda claro con esta lectura
de la obra de Tucídides que las fuentes modernas consultadas en
los apartados anteriores de este punto del trabajo han bebido
largamente en ella...
*
4.Los Juegos Olímpicos
①La religión griega cristaliza
en fuerzas de la naturaleza encarnadas en los “dioses” en
una especie de panteísmo
naturalista. Para el culto se usan estatuas de los dioses,
albergadas en los templos. Esos templos van apareciendo a todo lo
largo de la historia griega, aunque es a partir del S. VIII cuando se
construyen con materiales y estructuras más duraderos, llegando
hasta nosotros. No se busca para su emplazamiento ningún sitio muy
“privilegiado”, sino que los vemos un poco por todas partes.
Los templos son en gran manera
una forma de manifestar la importancia de una comunidad, así
que hay tantos templos y tantos cultos como comunidades que los
levantaron41.
Dado que la religión griega, aunque era un tema de estado, era
también un tema propio de las comunidades cultuales poliádicas, la
variedad de cultos y enfoques religiosos era grande.
Algunos de esos templos
lograron alcanzar un carácter menos localista, más abierto a todos
los griegos, a los que atraían con diferentes motivos y actividades.
Llamamos a esos santuarios (más que templo...) “panhelénicos”
y fueron claves en el desarrollo del corpus griego común42.
Los dos claves son el de Apolo en Delfos -oráculo de la
expansión arcaica- y el de Zeus en Olimpia, dedicado a los
Juegos Olímpicos. Además, Delfos organizaba sus propios Juegos
Píticos en honor de Apolo, y sin salir del Peloponeso tenemos
los Juegos Ístmicos, en honor de Poseidón en Corinto, y los
Juegos Nemeos, en honor de Zeus en Nemea, cantados por Píndaro
en sus Epinicios.
Todos los Juegos eran
considerados por los griegos una referencia religiosa, de ámbito
público, donde el individuo se diluía en lo colectivo, y su
disputa era una manera de honrar a su familia, su clase, su ciudad,
sus dioses. Manifestación social y religiosa, se basaban en
la areté, esa “cualidad de perfección”, de origen
divino, cuyo ejercicio era un homenaje a los dioses que la
habían donado al hombre43.
No es difícil rastrear en épocas pasadas esta idea de la
competición como homenaje, como se ve en La Ilíada en los
funerales de Patroclo.
Así, con un origen heroico
y religioso, estas actividades “deportivas” ayudaron a
conformar el panhelenismo aglutinador de una Grecia común,
aunque diversa y no muy pacífica.
②Se
acepta que la fecha de inicio de los Juegos Olímpicos es la
del año 776, de acuerdo con Timeo
de Taormina, (Osborne, p. 24) Su
periodicidad era de cuatro años, se celebraban en verano, y eran
precedidos por una convocatoria general en toda Grecia. Su duración
variaba entre cinco y siete días, suspendiéndose todo tipo de
conflicto armado, garantizando esa tregua olímpica la asistencia de
numerosos atletas y espectadores.
Según
Gómez Espelosín44,
las pruebas
que se celebraban eran las carreras de carros y a pie, salto de
longitud, lanzamiento de jabalina y disco, boxeo y pancracio.
Mínguez45
habla de diez competiciones, sin especificarlas, y en
otras fuentes se
cita la lucha libre. El Pentatlón,
que agrupaba cinco de esas competiciones, era lo que más prestigio
daba a los atletas, junto con la carrera de carros.
Los
atletas participantes
eran griegos exclusivamente, varones no esclavos ni con pleitos
pendientes con la justicia. Las mujeres ni podían participar ni
presenciar las pruebas. Los atletas se sometían a reconocimientos
médicos, a diferentes ritos de purificación, y prestaban juramento
a las reglas establecidas, cuya no observancia era fuertemente
sancionada46.
Los premios eran simbólicos (una corona de olivo/laurel), pero su
carga emocional era elevadísima, y un vencedor en Olimpia gozaba de
gran reconocimiento social.
Debido
a la extensión a otros lugares de estas pruebas atléticas, no había
año en el que no se celebrase alguna. El desplazamiento de los
espectadores, la repercusión social y económica, el reconocimiento
de los atletas... fueron motivos por los que los griegos
desarrollaron -y mantuvieron- el panhelenismo antes comentado.
Los griegos no estaban en absoluto aglutinados políticamente, pero
tenían en el lenguaje y la religión una potente fuente de
reconocimiento identitario, y los Juegos Olímpicos influyeron mucho
en ello.
③Con los cambios que se fueron
produciendo, los Juegos Olímpicos se celebraron hasta finales del
Siglo IV d.C. En Roma los espectáculos “similares” no fueron
nada parecido a los griegos, de los que les separaba la esencia
religiosa y el sentimiento identitario. La llegada del cristianismo
fue el principio del fin de los Juegos Olímpicos, dada la
“especialísima” opinión cristiana sobre la desnudez de los
atletas, la religiosidad expresada mediante la actividad física...
Teodosio I publica el Edicto
de Tesalónica en el 380 d.C.
adoptando la cristiana como religión oficial del Imperio y en el 393
d.C. prohíbe los Juegos por su carga pagana, siendo este el último
año de su celebración (doce siglos duraron) En el 395 d.C. los
godos arrasan Olimpia, y en el 408 d.C. Teodosio II y Honorio ordenan
la destrucción de todos los centros de culto pagano.
Los
Juegos Olímpicos “resucitaron” de la mano del Barón de
Coubertin, que los impulsó a partir de 1894 d.C. Los primeros JJ.OO.
de la Época Moderna tuvieron lugar -todo un símbolo- en Atenas en
1896, y desde entonces se han celebrado cada cuatro años, con las
excepciones de 1916, 1940 y 1944 debidas a la I y II Guerras
Mundiales.
Aunque
se hable hasta la saciedad del “espíritu olímpico” como el
conjunto de virtudes que debería presidir los JJ.OO. Modernos, hay
un alejamiento total de lo que fueron en la antigüedad.
Como
marco
general de esa diferencia, hay que decir que los griegos
hacían de sus Juegos una manifestación de su religiosidad, mientras
que en los JJ.OO. Modernos nada hay que la recuerde. Se trata de una
manifestación deportiva, sin ninguna referencia religiosa. Si
buscamos algo que haya sustituido esa referencia, habría que hablar
de intereses económicos y referencias políticas espurias,
alejadas del espíritu deportivo que predican.
En
cuanto a detalles
concretos en los que puedan verse diferencias entre los JJ.OO.
Antiguos y Modernos, hay infinidad
de
ellos. Sin ánimo de exhaustividad:
-Los
participantes no son de un sólo país, sino de todo el mundo.
Y el tema de la nacionalidad de los atletas se presta a todo
tipo de incidencias, como se ve frecuentemente.
-Esos
atletas no pueden considerarse en muchos casos como simples amateurs,
como lo eran los griegos, y la polémica entre amateurismo versus
profesionalismo está siempre subyacente.
-Los
deportes olímpicos, que en la antigüedad no pasaban de la decena,
se han multiplicado mucho, en ocasiones por motivos harto
dudosos. Hoy, el deporte como expresión del ocio no tiene nada que
ver con el ejercicio físico tal como se entendía en el mundo
olímpico griego, y ello es quizás la causa de la gran
diversificación en los Juegos Modernos.
-Los
Juegos Modernos acogen pruebas colectivas, que no existían en
Olimpia.
-La
duración de las pruebas se ha, como mínimo, doblado, a pesar
de la utilización de múltiples sedes para acoger tantos deportes y
tantos atletas. Olimpia constituía una única sede, mientras que los
Juegos actuales se reparten alrededor de la sede principal. Por su
volumen, las repercusiones económicas y urbanísticas no son siempre
positivas.
-Los
espectadores que asisten a los Juegos se han convertido en una fuente
de ingresos, ya que la posibilidad de verlos in situ es siempre de
pago, lo que en Olimpia no se planteaba.
-La
tecnología ha influido enormemente en los Juegos. Un efecto
positivo lo constituye la retransmisión por TV a todo el mundo,
dándoles así una gran difusión, pero a cambio las tecnologías
biomédicas han introducido el oscuro mundo del dopaje en los Juegos.
El deporte de alta competición busca el rendimiento máximo, la
victoria es su objetivo ¿a cualquier precio?, mientras que el
olimpismo antiguo buscaba la estética de la perfección sin que el
triunfo pudiese obtenerse de ninguna manera fuera de las normas
establecidas.
-Esa
misma tecnología de los mass media ha sido un arma de doble
filo. Por un lado produce una difusión amplísima, pero esa
difusión es un atractivo para fenómenos como el del terrorismo,
como se vio, por ej., en las Olimpiadas de Munich de 1972, situación
nada comparable a la de la “tregua sagrada” en los Juegos
antiguos griegos.
-Los
Juegos en Olimpia eran únicos, aunque se celebrasen otros diferentes
en otros sitios, cada uno dedicado a un dios, como vimos. En la
actualidad, además de los Juegos Olímpicos, se celebran también
los Juegos Olímpicos de Invierno, los de la Juventud y los
Paralímpicos, que ponen el acento en focos deportivos/sociales
diferentes.
-Los
premios siguen siendo simbólicos en los JJ.OO. Modernos, pero en la
realidad vemos luego a Mark Spitz gestionando piscinas y ropa de
natación, a Alberto Tomba representando marcas de material de
esquí... la remuneración de los ganadores famosos existe
indudablemente.
-No
todas las diferencias que hemos citado dan un saldo “negativo”
para los JJ.OO. Modernos... por ej., la mujer se ha ido
incorporando a la participación en los Juegos, aunque
ciertamente ha costado hacerlo totalmente, si es que ello ya es así.
Los países ricos del área musulmana (Barein, Emiratos Árabes,
Arabia Saudita, Catar,...) son muy reticentes a la participación
femenina, que administran con cuentagotas.
En
resumen, los Juegos Antiguos fueron un aspecto de una fiesta de
carácter eminentemente religioso, y que al trasplantarse
miméticamente a los Juegos Modernos -que ya no tienen ese carácter
religioso- se han convertido en una manifestación estrictamente
social/deportiva (un espectáculo de primer orden) que se mantiene en
gran medida por intereses de imagen nacional/ciudadana y
económicos/urbanísticos, con grandes diferencias con los orígenes
griegos.
Los
Juegos Modernos, en comparación con los Antiguos, se han
secularizado en su intencionalidad, se han democratizado
en su participación, se han masificado en su espectacularidad
y han hecho del récord su doctrina justificativa.
*
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[15/10/14] (Traducción de Jean Voilquin)
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Historia de la Guerra del Peloponeso
(Edición digital)
(Traducción
de Francisco Rodríguez Adrados)
●Vernant,
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Barcelona: Paidós Ibérica, 2005. 145 p. (Studio; 88)
ISBN
84-7509-743-X
*
NOTAS:
8La
Ilíada:
XIII-446; XIV-312
La
Odisea:
XI-321
XI-568; XVII-513; XIX-172
9La
Ilíada:
I-245;
II-16; II-76; II-333; V-561; VII-313; VIII-78; IX-50; X-1 X-42 X-72;
X-86; XI-489; XI-618; XIV-1;
XXIII-626
La
Odisea:
I-252
III-14; III-55; III-79; III-239; III-465; XI-504; XXIV-43
13Hidalgo
48-49, 60-61, 63-67
17A.
Baricco: Homero, Ilíada
21Grimal
368. En 83 dice que lo es de la poesía lírica
24Afrodita,
llevada a Citera por los Céfiros (Grimal, p. 11)
27Gómez
56-66; Finley 38; Hidalgo 107;
Carreras I-33 II-13
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