4.La mujer etrusca

Como vimos en la introducción del trabajo, la fundación de Roma vino seguida de un conjunto de relaciones -no todas pacíficas- con su entorno próximo. Debemos tener en cuenta, al analizar esas relaciones, que tenía que haber, por fuerza, algunas de ellas “privilegiadas” sobre las otras. En efecto, Roma nace a partir de unos pobladores que proceden de un entorno helénico, como lo era Troya, y alrededor de Roma se encuentran territorios que mantenían importantes relaciones comerciales con los griegos del sur de Italia y Sicilia (Magna Grecia). Uno de esos pueblos fronterizos con el territorio romano, con fuertes rasgos helenizantes, son los etruscos, y en ellos vamos a fijar nuestra atención1, ya que su influencia en la etapa romana anterior a la República fue más que importante.

Dejando para otra ocasión el delicado tema del origen de los etruscos2 (Heródoto y Dionisio de Halicarnaso mantuvieron posturas encontradas al respecto, posturas que hoy se intentan reconciliar hablando de una migración asiática asimilada a la población autóctona) o el tema de la lengua, aún hoy controvertido, nos fijaremos nada más que en la relación de Etruria con Roma3.

➊De las tres etapas en las que se considera normalmente dividida cronológicamente la civilización etrusca (época villanoviana, época oriental y época urbana) es la segunda la que se puede considerar de mayor esplendor en todos los ámbitos, entre ellos el comercial, con una expansión etrusca hacia los territorios vecinos (Lacio, Campania, llanura del Po...) Inevitablemente, Etruria se relaciona con Roma de manera amplia, introduciendo en ella costumbres y leyes sociales, religiosas, políticas, militares,... de gran importancia. Tanta es esa penetración cultural -y de todo tipo- etrusca en Roma, que según la tradición Roma tiene varios reyes etruscos (600-500 a.C. aprox.) El enfrentamiento de los etruscos con los griegos conduce, tras algunas derrotas militares importantes, a una decadencia completa, que hace que Etruria se vea sometida a Roma4 (400 a.C. aprox.) que ya era republicana tras la expulsión del último rey tarquino y también el último rey romano, Tarquinio “el soberbio”. Así, Etruria, que tanto influyó en el desarrollo romano, acaba ella misma siendo romana por completo.

En ese contexto histórico, descrito muy brevemente, se nos pide que identifiquemos dos imágenes del mundo etrusco -una escultura y una pintura- y que a partir de ellas (y otras similares), se haga referencia al papel de la mujer etrusca en ese entorno. Empecemos pues con lo que se ha podido encontrar de esas dos imágenes propuestas.

La primera de ellas no ha sido difícil de identificar, dado que es un “clásico” total en la iconografía más divulgada. Nos encontramos, en efecto, ante la obra titulada Sarcofago degli Sposi, encontrada en la necrópolis de Banditaccia en Cerveteri, la antigua Caere, declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco5 (ver el mapa que se adjunta, extraído de la página Web http://terraeantiquae.blogia.com)

Datado a finales del Siglo VI a.C (520 a.C. aprox.)., está hecho de terracota, con unas dimensiones aproximadas de 1,1 x 2 m, en dos partes. Encontrado en unas excavaciones en el siglo XIX, se encuentra en la actualidad en el Museo Nacional Etrusco de Villa Giulia6, en Roma.

El sarcófago representa a una pareja, echados en un kliné, quizás parte de un triclinium, como si estuvieran en un banquete. La composición es totalmente realista, y se observan claramente rasgos arcaicos griegos , sobre todo en las caras de la pareja: cabello peinado de manera trenzada, barba puntiaguda, ojos rasgados,...(véanse también las patas del sarcófago...) Por la posición que vemos de las manos parece como si faltasen en ellas algunos objetos que estuvieran sosteniendo (¿un vaso, unas flores, una moneda para Caronte?). La expresión de las caras nos hace pensar en el afecto entre los -muy probablemente- esposos, un tema no tratado por la escultura griega anterior. Inevitablemente, las formas generales de la pieza nos hacen pensar también en una escultura en bronce, de la que podía haber sido perfectamente un molde para vaciado (obsérvese lo difuminadas / simplificadas que están las piernas bajo el manto...en la práctica, tenemos dos bustos solamente...)

Toda la obra es una declaración de principios etruscos ante la muerte: no estamos sólo ante un recordatorio de los placeres7 de la vida, sino que podemos pensar en una promesa de reanudación de esta después de la muerte.

La segunda imagen ha resultado mucho más compleja de situar, y en realidad no puede afirmarse que se haya conseguido hacerlo al completo. Se expone a continuación el proceso de búsqueda que se ha seguido y la conclusión a la que se ha llegado.

La imagen tiene al fondo el dibujo de unos bloques de construcción, por lo que sugiere que se trata de una pintura mural. Dado que la inmensa mayor parte de pintura etrusca que ha llegado hasta nosotros es la que podemos calificar de “funeraria”, se intuye que estamos delante de una pintura mural encontrada en una tumba etrusca. Realmente, por los bordes “limpios” de la imagen propuesta parece que se trate de un “recorte” de una pintura más grande, de la que sólo se ha suministrado un fragmento. Teniendo todo esto presente, se inicia una búsqueda en algunos libros generales de arte, sin éxito directo, pero que permiten irse haciendo la idea de que la pintura que se busca podría ser de alguna tumba de Tarquinia, por el estilo general de la obra, por la vestimenta... Ello permite profundizar en la búsqueda, y así se llega a encontrar en la web la imagen en cuestión, todavía incompleta, solamente el recorte. En alguna de esas páginas web8 se habla de “una pintura en Tarquinia”, lo cual es como decir “una gota de agua en el océano” dado el gran número de ellas que se encuentran en esa localidad (ver mapa arriba). Se trataría pues de determinar la tumba en cuestión localizando la imagen completa.

Se consigue encontrar esa imagen ¡pero aún no completa del todo, al parecer! en una universidad norteamericana9, aunque lamentablemente no se identifica con claridad la tumba de Tarquinia en donde se encuentra. Pero al ver la imagen más completa se observa que la escena está formada por varias parejas recostadas en un triclinium10, y de esta manera se orienta la búsqueda de una tumba que contenga esa escena. Tarquinia nos ofrece así una amplia colección de escenas similares, en la Tumba de los Leopardos, por ejemplo, pero seguimos sin localizar exactamente la tumba que buscamos.

Encontramos, eso sí, referencias a una tumba llamada “del Triclinio”, cuyo nombre nos hace sospechar que estamos en la buena pista. Sin embargo, no somos capaces de encontrar la imagen de la que disponemos claramente referenciada en esa tumba. Pero sí que encontramos, de esa Tumba del Triclinio, algunas otras escenas, como esta de danza que se muestra11. Un análisis de la vestimenta de los danzantes (forma del escote en la mujer, puntos bordados en la tela, forma y color de las mangas, remate de las orillas de los dos vestidos, color y cenefa de la túnica masculina...) , de los peinados, de la posición de las manos,... nos hace pensar que estamos en la misma tumba -aunque se insiste en que no se tiene una referencia completamente segura-. Sin embargo, se ha encontrado una confirmación bastante clara, aunque indirecta, en una descripción12 de la Tumba del Triclinio (sin la imagen en cuestión) en la que se dice que: “A typically elongated Etruscan cat prowls under one of the couches on the lookout for morsels. Above the couches funerary wreaths are painted to give the impression of being suspended from the walls.” Y, efectivamente, en la imagen más ampliada que hemos encontrado se ven ambas cosas, el gato debajo del sofá y los collares funerarios colgando al fondo.

Como conclusión, el fragmento de imagen inicial nos atrevemos a situarlo en Tarquinia, necrópolis de Monterozzi, en la Tumba del Triclinio, y, dado que se trata de la escena principal, podemos suponer que se encuentra en la pared del fondo del rectángulo que forma la tumba, tal como hemos visto en muchas otras tumbas. La tumba se encontró en el año 1830, y se data sobre el año 480 a.C., un momento ya tardío en la historia y el arte de Etruria. En cuanto a la forma, se ven en ella claramente las habilidades pictóricas de un autor muy influenciado por los modelos griegos, y en cuanto al fondo, llama la atención la aparente ausencia de comida en una representación de un banquete, lo que nos hace pensar que estamos ante un ritual más gestual que otra cosa.

➌Una vez identificadas las imágenes (con las reservas ya expresadas en la búsqueda de la segunda) y contextualizadas mínimamente en su entorno histórico, podemos plantearnos qué vemos en ellas, más allá de su apariencia. Tienen en común que ambas representan un hombre y una mujer, en ambos casos en un entorno funerario. En la escultura, ambos personajes están en pie de igualdad, no hay ninguna razón para suponer una preeminencia de ninguno de ellos (el brazo del varón tendido sobre el hombro de la mujer nos parece más protector que posesivo...) En la pintura, el personaje de la mujer parece “más importante” que el del flautista13, ya que ella forma parte de la escena principal mientras que el flautista aparece de pie, tocando para los protagonistas principales. La mujer pues aparece en ambas imágenes en un plano de igualdad (como mínimo) con el hombre, lo que no había sido ni mucho menos lo visto en el arte griego anterior. Deducimos de ello que la mujer en el mundo etrusco tuvo un estatus infrecuente para la época, y vamos pues a tratar de ver cuál fue su papel en la sociedad etrusca.

➍Ya Aristóteles14 se extraña (no olvidemos las costumbres griegas al respecto...) de cómo la mujer etrusca participa de forma habitual en la vida cotidiana: “los etruscos se tumbaban en los banquetes junto a sus esposas, tapándose ambos con un mismo manto”. Posteriormente, autores romanos como Plauto nos han legado una imagen de la mujer etrusca que sin duda se puede calificar, como mínimo, de “desenfocada”.

La “realidad” podemos buscarla en la muy abundante iconografía que Etruria nos ha dejado, especialmente la de la época alrededor del Siglo V a.C., precisamente la de las imágenes propuestas para este trabajo. También hay algunas inscripciones etruscas y algunos textos literarios/históricos que aportarán luz sobre el asunto.

Podemos empezar diciendo una obviedad: la mujer etrusca tiene “nombre y apellido” En efecto, en contra de lo que sucede por ejemplo en Roma, la mujer etrusca usa explícitamente su nombre de pila y su nombre de familia, que no pierde al casarse. Por ejemplo, en una vasija etrusca podemos leer “Io (sono) di Aruntia Larnia” o en otra Io ( sono ) di Thesantei Tarchumenai” 15. La identificación personal de la mujer de manera autónoma respecto al marido abre la puerta a la posibilidad (enunciada en esas inscripciones) de acceder a la propiedad también de manera independiente, cosa que en Roma sería impensable ya que las propiedades familiares lo son, en principio, del pater familias. Podemos deducir que efectivamente la mujer etrusca ha tenido sus propiedades de manera independiente cuando vemos una inscripción (ver nota 15) que dice “Mi ha donato Uenalia (moglie) di Larino; non mi prendere!” haciendo referencia a una donación que una mujer hace a un templo. Otra diferencia sustancial con el mundo romano es que la genealogía usa muy frecuentemente la línea materna en vez de la paterna. Por ejemplo, la inscripción 760 de la recopilación que estamos citando nos dice que “Mi ha donato Larth Aponio figlio di Ueletia”.

Lo anteriormente expuesto no debe hacernos pensar en que la mujer “mandase” realmente en Etruria (en su casa o en la res publica) , simplemente nos hace ver que tenía una serie de derechos aceptados socialmente que abrían un tanto el abanico de sus posibilidades.

Entendemos así mejor las dos escenas representadas en las imágenes propuestas inicialmente. No vemos sumisión, sino igualdad y equilibrio entre el hombre y la mujer. La mujer come en público, danza en público, atiende en público a la música, la danza, las lides atléticas... bien sola, bien con su familia.

Por otro lado, en los textos literarios que han llegado hasta nosotros vemos “destellos” de la independencia e iniciativa de la mujer etrusca. Por ejemplo Tito Livio16 cuenta cómo Tánaquil toma iniciativas importantes en momentos clave, para favorecer primero a Tarquinio el Viejo y posteriormente a Servio Tulio. Aunque el ejemplo quizás no sea muy representativo -estamos hablando de la mujer de un rey- si que pone de manifiesto una gran diferencia con el comportamiento de las damas romanas, como cuenta el mismo Tito Livio17 de la romana Lucrecia comparándola con otras mujeres etruscas.

➎En resumen, entre los rígidos patriarcados griego y romano, -y dejando de lado las a veces interesadas malas interpretaciones hechas sobre ella- la mujer etrusca18 disfruta de una integración social y una libertad personal muy aceptables en comparación con las mujeres griegas y romanas, lo cual podemos ver en el arte etrusco19 (sarcófagos, pinturas funerarias,...), en las inscripciones etruscas que se han podido descifrar, y en algunas obras históricas/literarias.


NOTAS:

1BRAUDEL, Fernand: “Memorias del Mediterráneo”, pág. 174-183 (Ver bibliografía) Un breve pero sustancioso paseo por el mundo etrusco, de la mano de un maestro.

3Véase un resumen de la situación de la Italia prerromana en la siguiente dirección: http://www.artehistoria.jcyl.es/civilizaciones/contextos/8043.htm

4Este mapa permite hacerse una buena idea de la situación en ese momento:

http://www.pais-global.com.ar/mapas/mapa12.htm

6http://es.wikipedia.org/wiki/Museo_Nacional_Etrusco; hay otro sarcófago, de características muy similares (tanto, que se piensa que podría ser del mismo autor) que se conserva en el Museo del Louvre en París. Por lo que se ve, da lugar a bastantes errores en algunas páginas web, que los confunden, cosa bien curiosa ya que en uno de ellos falta la mano izquierda del hombre, mientras que en el otro la tiene extendida con la palma hacia arriba (entre otros detalles...) Una muestra más del cuidado que hay que tener con la información extraída de la web.

En este documento pueden verse (pág. 56) perfectamente las diferencias entre ambos:

http://www.candiulb.be/forum/index.php?act=attach&type=post&id=22813

7La función y la simbología del banquete en la iconografía etrusca puede verse muy bien aquí: http://juanadolfogoldin.googlepages.com/Elbanqueteenlapinturagriegayetrusca.doc

10Aunque en la imagen, incompleta, no se vea entero más que un kliné, quizás el lectus imus por la posición del flautista.

13Dicho flautista está tocando una flauta un tanto especial, pero bien conocida en el mundo clásico, una diaula, también llamada óboe doble (tibia biforis o tibia curia). Dicho instrumento ya sale citado en La Eneida, Libro IX, versos 617 y 618: “...ite per alta Dyndima ubi adsuetis biforem dat tibia cantum!”

15Inscripciones etruscas recogidas en http://members.multimania.nl/antbrab/teksten.html (ver tablas TLE al final de la página) basándose en la obra de Massimo Pittau (http://www.pittau.it/) “Testi etruschi tradotti e commentati - con vocabolario” (http://www.pittau.it/libri/testi_etr.html) a partir de la recopilación de Massimo Pallotinno (ver el artículo http://www.pittau.it/Etrusco/Studi/50anni.html)

16TITO LIVIO: “Ab Urbe Condita”, Libro I, 34 (9) y 41 (1 a 5) Págs. 225 y 235 de la obra citada en la bibliografía.

17TITO LIVIO: “Ab Urbe Condita”, Libro I, 57 (6 a 11) Pág. 261 de la obra citada en la bibliografía.

18ELVIRA BARBA, Miguel Ángel: “Dos miradas sobre la mujer etrusca”, Universidad Complutense de Madrid, Anales de Historia del Arte, 2007, 17, 7-24 , en http://revistas.ucm.es/ghi/02146452/articulos/ANHA0707110007A.PDF

19Ver nota 7