En el
apartado anterior, hablando de Eneas, hemos entrado en el mundo de
los héroes, esencialmente clásicos, especialmente los épicos...
Todos ellos tienen una
componente atemporal, mítica, que nos hace recordar la definición
de “mito” dada por
Thomas Mann: “El mito
es el fundamento de la vida, el esquema inmemorial, la fórmula
piadosa en la que fluye la vida cuando esta reproduce sus rasgos
fuera del inconsciente”1.
En la definición de Mann
detectamos las características propias del mito en su relación con
el hombre: una visión cosmológica, una orientación
histórico-tradicional, un fundamento social y un substrato
sicológico individual2,
y en ese entorno mítico
encontramos a nuestros héroes, cumpliendo un papel social,
“protector” (en
sentido amplio)
de sus semejantes (a los
que les sirven
de modelo), excelentes
(areté)
en sus acciones (que perduran en la memoria y
llegan hasta nosotros)
➊Dentro
de los héroes podemos encontrar un grupo muy especial, al que
podemos caracterizar principalmente por sus
orígenes
(o, aparentemente, por la falta de ellos...)
Así
pues, reconoceremos en nuestro grupo de héroes unas características
generales,
con algunas variaciones entre ellas, pero sólidamente relacionadas.
En primer lugar, su origen es o bien de sangre real, o bien,
directamente, divino3.
En segundo lugar, suelen ser fruto de amores prohibidos, o no
deseados, o simplemente de progenitor/progenitores desconocidos. En
tercer lugar, son abandonados -en mayor o menor grado- en el momento
de su nacimiento por uno de sus progenitores o por los dos, de manera
que sus inicios en la vida están expuestos a todo tipo de peligros
mortales:
abandonados en bosques tenebrosos, surcando ríos y mares en débiles
barquichuelas,...4 A
continuación, son salvados por alguna intervención providencial:
bien animales que se compadecen de ellos y los tratan como si fueran
sus crías (osos, lobos, perros,...), bien gente humilde ( o no, como
en el caso de Moisés o
de Teseo)
que los adopta sin saber (con excepciones, tal
y como sucede con Teseo...)
sus auténticos orígenes. Tras una infancia en la ignorancia de sus
progenitores, llegan a conocer sus orígenes, y tras alguna acción
ya claramente heroica, logran recuperar su estatus. Una vez
establecidos en el poder, o en el honor,
desarrollan sus grandes hazañas por las que serán recordados: unos
fundan Imperios (Sargón, Ciro), otros fundan
ciudades (Rómulo), otros llevan a cabo mesianismos de todo tipo
(Moisés). Pero todos ellos comparten ese proceso de
pérdida
/ recuperación
de sus orígenes, como una prueba a la que son sometidos por la
divinidad para establecer claramente que eran dignos de dichos
orígenes semidivinos.
➋Sin
pretender en absoluto una
imposible exhaustividad,
pueden citarse algunos ejemplos paradigmáticos de lo anteriormente
expuesto (cada uno con
matices que no podemos desarrollar aquí):
Semíramis, Sargón de Acad (“El Viejo”), Moisés, Ciro II,
Rómulo y Remo, Moisés, Atalanta, Habis, Paris, Belerofonte,
Teseo, Perseo,
Gilgamesh,...
Nos
centraremos en uno de ellos a fin de ejemplificar en un caso concreto
lo que se ha dicho en general de todos ellos. La elección no es
sencilla, ya que todos ellos son personajes atrayentes en extremo, y
la decisión ha recaído en Teseo, hijo de Egeo -y/o de
Poseidón...-, rey de Atenas, y de Etra, hija de Piteo, rey de
Trecén. Los motivos de la elección son, como muchas veces sucede al
tomar una decisión, difusos, pero alguna cosa puede decirse sobre
ellos. En primer lugar, el papel de Teseo es básico en la formación
de Atenas y del mundo griego, predecesor del romano. En segundo
lugar, se quería huir un tanto del mundo romano, ya tratado en las
otras dos partes de este trabajo. Y por último, pero no por ello
menos importante, hay que considerar que el autor de estas líneas
leyó en su día La Teseida de Boccaccio y el recuerdo de las
amazonas y el asedio de Tebas es todavía atrayente.
➌En
su forma más extendida, el mito del héroe Teseo (al que podemos
catalogar como “héroe fundador”) nace a partir de una cierta
impotencia del rey Egeo de Atenas. Consultado el oráculo de Delfos,
y habiendo recibido un críptico mensaje, Egeo es inducido por Piteo
para yacer con su hija Etra, quedando esta embarazada. Otra versión
de la concepción de Teseo hace intervenir a Poseidón directamente
en el embarazo de Etra, pero en cualquier caso vemos aquí la primera
de las características enumeradas en el punto 1º: el origen de
Teseo es o real o divino, como deben ser los héroes.
Cumpliendo
con la segunda de las características descritas, Egeo no se hace
cargo de la cría y educación de Teseo. No lo abandona del todo,
ciertamente, ya que lo deja con su madre, pero tampoco se lo lleva
consigo a Atenas, ya que prefiere hacer creer a sus sobrinos, los
llamados Palántidas, que no tiene descendencia y así poder jugar un
difícil equilibrio entre los aspirantes a su sucesión. En este
“semiabandono” de Teseo podemos ver otra de las variantes
clásicas, la imposición de ciertas pruebas para ver la capacidad
del abandonado. Egeo esconde bajo una gran roca su espada y sus
sandalias, indicando a Etra que cuando Teseo fuera capaz de mover la
piedra debería revelarle su real linaje.
Como
era de esperar, ello sucede en su momento, cumpliéndose así la
tercera condición expuesta anteriormente, el reconocimiento de su
auténtico linaje. No está esta vez acompañado de grandes
hazañas -de momento- dado que es una revelación directa de su
madre, pero que entronca con disposiciones preparadas casi dos
décadas antes, de manera que lo que encontramos aquí es una clara
“obediencia” a lo dispuesto por el destino.
La
recuperación del estatus de Teseo como heredero del trono de Atenas
se hace mediante la realización de un buen puñado de hazañas5,
tal como está dispuesto en nuestro modelo de héroe. Y así emprende
el viaje hacia Atenas, y en vez de ir por el mar, lo más seguro,
decide hacerlo por tierra y enfrentarse a todo tipo de peligros: en
sucesivos episodios heroicos se enfrenta -y vence, por descontado- a
Perifetes, Sinis, Escirón, Procusto, Cerción, Fea... Al llegar a
Atenas, la situación familiar no le es favorable, ya que Egeo ha
contraído matrimonio con Medea (e incluso tiene descendencia, Medo)
Por tanto, no se da a conocer inmediatamente -el misterio y la
sorpresa de la revelación de la identidad está presente
frecuentemente en nuestras historias de héroes- aunque, y esta es
otra situación absolutamente clásica, Medea le reconoce y pone a
Egeo en su contra. Para deshacerse de Teseo, Egeo le hace enfrentarse
con el toro de Maratón, saliendo vencedor Teseo como era de esperar.
Egeo pasa a la acción más directa, intentando envenenar a Teseo en
un banquete, pero en el último momento reconoce su espada, salva a
Teseo y le reconoce como sucesor suyo, sin saber que, a la larga,
Teseo será involuntariamente causa de su muerte. Es difícil
sustraerse al destino...
Una
vez aclarada su situación, como indica el proceso que estamos
desarrollando, Teseo empieza otra vez a desarrollar su actividad de
héroe, realizando hazañas que pasarán a formar parte del
imaginario de sus contemporáneos y de sus descendientes. Así, vence
la inevitable rebelión de los Palántidas, viaja a Creta para
enfrentarse con el Minotauro, matándole en el Laberinto, viaja al
país de las amazonas, viaja6
con Jasón en pos del Vellocino... En su mandato en Atenas, se
convierte en el favorito de sus conciudadanos, y así ha llegado a
nosotros la idea de que realmente Teseo inicia el desarrollo del
mundo griego clásico.
Cada
una de estas hazañas constituye toda una aventura y no podemos
entrar a fondo en ellas en este trabajo, como tampoco podemos
estudiar todas las aventuras realizadas con su amigo Pirítoo. Pero
sí cabe citar que, en medio de todas ellas, Teseo tiene tiempo para
desarrollar su vida amorosa y dejar descendientes. Helena, Antíope,
Ariadna, Fedra, Hipólito, Demofonte, Acamante,... son nombres que se
han incorporado a la historia de Teseo, que han adquirido vida propia
en muchos aspectos, y que volverán a aparecer más adelante en este
trabajo.
Una
de sus hazañas debería conducirle, de manera indirecta al menos, a
la pérdida de su poder. Con Pirítoo baja al Hades (una ya conocida
tradición en nuestros héroes...) a buscar a Perséfone, a la que
Pirítoo pretende convertir en su esposa. Pero son retenidos hasta
que Hércules rescata a Teseo, y al volver a Atenas es expulsado por
Menesteo, refugiándose en Esciro. Licomedes le da muerte, y
posteriormente sus huesos son llevados al Teseion ateniense. Teseo se
convierte así en un icono del mundo griego, y llega hasta nosotros
empujado por la idealización7
que en ese entorno lo considera el fundador de la Grecia clásica.
➍Una
vez repasada la génesis de nuestro héroe, hemos de entrar, ni que
sea brevemente, en lo que constituye la parte de ese mito que más
nos afecta a nosotros que lo vemos en la distancia, es decir, en su
trasmisión, en su entrada y consolidación en la memoria
colectiva. Un mito que no se transmite deja de serlo, y en el caso de
Teseo no ha sido así, desde luego.
Por
un lado, hay un abundante muestrario8
de imágenes de las hazañas de Teseo en vasijas y vasos desde
el siglo VII y VI a.C. Su lucha con el Minotauro, su relación con
Ariadna, raptos de Helena y Antíope,... A medida que pasa el tiempo,
esas representaciones9
se van haciendo más abundantes: frisos en Delfos y en la Acrópolis
ateniense, pinturas murales en Pompeya, mosaicos,...
Por
otro lado, en la literatura en general, Teseo y todos los personajes
con los que se relaciona aparecen una y otra vez a lo largo del
tiempo, hasta nuestros días. Daremos un paseo por las fuentes
escritas, siempre teniendo en cuenta que es un tema inabarcable
en un trabajo como este que estamos escribiendo.
Ya
en La Odisea10
aparecen los nombres de Teseo, Fedra y Ariadna, citados por Ulises
cuando desciende al Hades. Otra fuente antigua es la de Baquílides11,
en su Oda XVII. Los amores de Fedra y su hijastro
Hipólito son tratados por la tragedia griega: Esquilo y Eurípides
nos han dejado obras bien famosas con ese tema, así como Sófocles
en su perdida Fedra.
También aparece Teseo (enfrentado al toro de Maratón) en la Hécale
de Calímaco. Ya en época
romana Séneca escribe Fedra
y Medea, basándose en
lo escrito por Eurípides y Plutarco abre sus famosas Vidas paralelas 12
comparando las vidas de Teseo y Rómulo, ambos héroes “fundadores”. En la Edad Media, Boccaccio
escribe La Teseida13, basándose en parte en La
Tebaida de Estacio. A
su vez, Chaucer se apoya en Boccaccio para sus Canterbury
Tales, y en francés Racine
escribe Phèdre. En
castellano, Lope de Vega escribe El laberinto de Creta
y Calderón de la Barca Los tres mayores prodigios.
Shakespeare hace desfilar a nuestros personajes en El sueño
de una noche de verano, Haendel
compone su ópera Teseo, y
ya en época más reciente, Unamuno escribe Fedra,
Salvador Espriu nos deja Una altra Fedra, si us plau y André Gide hace un relato
cuasi-autobiográfico en su Thésée.
En Sudamérica, Jorge Luis Borges escribe La casa de
Anterión y Julio Cortázar Los
Reyes. El
cretense Niko Kasantakis escribe en 1953 su aportación al tema en su
tragedia Teseo, en la
que intenta renovar un tanto el mito. Y
el mundo de la novela “histórica” contemporánea no se ha mantenido al margen
del tema, como puede verse por ejemplo en El Rey debe morir
y en Teseo, Rey de Atenas,
de la británica Mary Renault.
➎Podría,
bien seguro, buscarse muchos más ejemplos14,
pero con estos que se han citado queda ya patente lo que queríamos
explicar: la compleja y bien antigua historia de Teseo y los que le
rodearon ha entrado firmemente en nuestro imaginario, de la mano de
tantos y tantos autores y bajo tantas y tantas formas.
NOTAS:
1Citado
por CAMPBELL, J., en “Las
máscaras de Dios. Mitología primitiva” pág. 36 (Ver bibliografía)
2MÈLICH,
Joan-Carles: “Antropología
simbólica y acción educativa”,
pág. 73 (Ver bibliografía)
3Se
ha usado esta característica -hierogamia- como definición
de héroe. Por ejemplo, Sócrates le dice a Hermógenes en el
Crátilo de Platón:
“¿No sabes que los héroes son semidioses?...Todos, sin
duda, han nacido del amor de un dios por una mortal o de un mortal
por una diosa”
4Sorprende,
inevitablemente, que no se fuera “más expeditivo” y más eficaz
en los métodos para deshacerse de ellos.
6GRIMAL,
Pierre: “Diccionario
de mitología griega y romana”, pág. 48 (Ver bibliografía)
10Obra
citada, XI, 321 y ss, pág. 248: “Fedra i Procris vaig veure
també, i la bella Ariadna, filla de Minos el malfaent, que un dia
de Creta se l'endugué Teseu al turó d'Atenes la santa”
14Todos
los ejemplos citados podrían documentarse con detalle, pero dado su
carácter tan conocido no parece ser necesario, evitando así un
exceso de citas a pie de página. Pero hay un artículo de Engracia
Domingo García
-fallecida
en 1996-
que
hay que recomendar sin lugar a dudas
y
que he usado como hilo conductor de los ejemplos propuestos:
“El Mito de
Teseo en la Literatura”,
Archivum
Ovetensis,
XXXIII, (Revista
de la Facultad de Filología de
la
Universidad de Oviedo)
1983,
en
http://dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=144016