Así
se presenta Eneas a su madre Venus, sin reconocerla, cuando se
encuentran en Cartago: “Soy
Eneas el bueno” 1.
Pudo decir muchas otras cosas, pero se definió así, “pius”.
Trataremos
de ver qué quiso decir, trataremos nosotros de “ver” también a
Eneas con nuestro prisma de “héroe” y trataremos de ver si
encaja o no en ese molde
de héroe épico, que comparte con tantos otros: Hércules, Jasón,
Aquiles, Ulises, Héctor,... Nada más escribir esa corta relación
de héroes épicos arquetípicos, notamos que en nuestra percepción
intuitiva de Eneas hay algo que lo hace “desentonar” de sus
pares. Qué es y qué consecuencias tiene en los trabajos de Eneas es
lo que intentaremos dilucidar.
➊Parece
conveniente, ya que de héroes hablamos, saber qué queremos decir
exactamente con ello. Y no es difícil encontrar una definición
que cubra todas las posibilidades que la tradición ofrece en el
ámbito heroico. Por
ejemplo,
en el diccionario
de la R.A.E. leemos
lo siguiente:
héroe:
(Del lat.
heros, -ōis, y este del gr. ἥρως).
1. m. Varón ilustre y famoso por sus hazañas o virtudes.
2. m. Hombre que lleva a cabo una acción heroica.
3. m. Personaje principal de un poema o relato en que se
representa una acción, y especialmente del épico.
4. m. Personaje de carácter elevado en la epopeya.
5. m.
En la mitología antigua, el nacido de un dios o una diosa y de una
persona humana, por lo cual le reputaban más que hombre y menos que
dios; como Hércules, Aquiles, Eneas, etc.
Sin embargo,
también podemos encontrar definiciones de un estilo bien diferente,
como por ejemplo la
propuesta por
Fernando Savater2
“Héroe
es quien logra ejemplificar con su acción la virtud como fuerza y
excelencia. En esta definición la mayoría de los términos no
pueden ser conceptualizados rigurosamente, sólo pueden ser descritos
de modo narrativo, por medio de cuentos o mitos alusivos; guardarán
hasta el final su esencial ambigüedad, y es preciso que así ocurra,
si no queremos pecar a la vez contra la honradez científica y
poética.”
En esta
segunda definición, mucho
más “difusa” que la primera, que es más normativa, encontramos
la puerta de escape de las dificultades de cualquier definición al
respecto: el carácter de héroe sólo nos puede quedar claramente
definido por medio de la acción, sin una excesiva conceptualización.
➋También
cabe señalar que tradicionalmente se han distinguido diferentes
tipos
de héroes. Por ejemplo, Auden3
los clasifica en tres grandes grupos: el héroe épico (cuyo
paradigma es Aquiles), el héroe trágico (Edipo es un buen ejemplo)
y el héroe cómico (el Quijote sería, con matices, un representante
de este grupo)
➌Con lo
expuesto hasta ahora podemos ya contestar la pregunta formulada
inicialmente: ¿Es Eneas un héroe épico?
Si nos fijamos en la definición
de la R.A.E. no tenemos ninguna duda de que Eneas cumple claramente
las cinco acepciones que allí figuran: es un varón ilustre, famoso,
sus acciones son heroicas, Virgilio le ha dedicado íntegramente un
relato épico, su carácter es elevado, su origen es divino...
Si nos
fijamos en la definición de Savater, Eneas ha hecho de la virtud su
hilo conductor vital. Desde su salvación del desastre de Troya (en
la que se preocupa más del padre y del hijo que de sus riquezas)
pasando por su romance con Dido (que no llega a buen
puerto, ya que el Hado le
empuja a seguir en su búsqueda del acomodo y
del futuro de sus
compañeros), Eneas usa
virtuosamente la fuerza procurando la excelencia, de modo que también
encaja en esta definición.
No insistiremos más en ello:
Eneas es un héroe épico clásico, tal y como intuitivamente
se deduce de una lectura de La Eneida, sea cual sea el nivel
de complejidad/profundidad que quiera darse a esa lectura.
➍Ahora
bien:¿no hay nada más que añadir? ¿Es Eneas un héroe como
Aquiles, como Ulises, por no salirnos del mundo clásico griego? ¿Hay
“algo más” que lo
distingue de los otros héroes épicos, al menos de los que le han
precedido?
Para
contestar a ello, empezaremos comentando el
concepto de héroe que vemos en los tres grandes poemas heroicos, La
Ilíada, La
Odisea y La
Eneida.
En primer lugar, en La Ilíada
surge Aquiles como paradigma del héroe épico. De origen
semidivino -Tetis fue su madre- , valiente, arriesgado, feroz en la
lucha, vengativo -como bien supo Héctor- , una vida breve pero
intensa, un final trágico. No cabe duda de que el concepto heroico
de la vida se encarna en Aquiles. Tanto es así que el propio Homero
“subtitula” La Ilíada4
como “la cólera de Aquiles”.
Ulises no puede presumir
de un origen divino (aunque cuente en su haber con haber sido educado
por un centauro) ; al leer La Odisea vemos a Ulises como un
tipo de héroe diferente a Aquiles, no tan fuerte ni agresivo,
astuto, un superviviente nato; podemos leerlo de sus propios labios5:
“...vaig en boca dels homes per tota llei de paranys...” Su
astucia no está reñida con el valor, simplemente tiene una manera
diferente de manifestar éste, y su carácter de héroe épico no
puede ponerse en duda.
Eneas
vuelve a presentarnos un origen divino, una
valentía sin límites, una vocación de servicio a los suyos sin
fisuras ni vacilaciones. Es un héroe sin duda, pero Virgilio escribe La Eneida un
tanto “por encargo”6, inmerso en el ambiente de la
“pax augusta”7,
y ello le hace presentar a Eneas como un héroe diferente a los
anteriores8,
con unas dimensiones
éticas y morales no
presentes en sus antecesores, evidentemente
no reñidas con sus cualidades guerreras, como veremos más adelante. El valor arrojado de Aquiles
y la inteligencia astuta de Ulises se ven complementadas en Eneas por
medio de la “pietas” 9,
que le hace ser prudente y virtuoso.
➎Hemos
llegado así a la conclusión de que Eneas es un héroe épico,
ciertamente, pero con un importante y novedoso matiz moral. Podemos
reconocer algunas de esas características
de Eneas
en algunos pasajes de La
Eneida,
evidentemente. Hay
bastantes y muy claros.
Por
ejemplo, ya hemos citado uno de ellos, del libro I, verso 378, “Sum
pius Eneas”
en el que se hace por
parte del propio Eneas un muy buen
resumen de lo que estamos afirmando.
Un
poco más adelante, en el mismo Libro I, versos 643-646, se deja
claro el amor paterno hacia su hijo Ascanio, que, junto con el
amor a su propio padre, constituye una clara muestra de sus
sentimientos en este sentido.
En
el Libro IV, versos 331-347, vemos que Eneas antepone su espíritu
de sacrificio hacia sus compañeros a su interés personal en la
reina Dido. En
su explicación a esta de los motivos de su marcha de
Cartago hacia Italia (verso
345; no
muy bien recibida por Dido, ciertamente) utiliza argumentos que nos
permiten ver con toda claridad su vocación
de héroe
tal y como lo hemos descrito anteriormente. Así,
afirma (versos 349 y 350) que todos los pueblos tienen el derecho de
buscar su propio acomodo en el mundo, y califica ese derecho diciendo
que “es
justo”,
no tratándose pues
de una simple cuestión de conquista de territorio. En los versos 351
a 355 hace intervenir a su padre Anquises y a su hijo Ascanio para
justificar más aún la decisión de partir. Decisión que, por otra
parte, ha sido también mandada por Júpiter (versos 356-359). En
resumen, se va, no por gusto, sino por su sentido del deber hacia lo
que considera justo. Nos lo dice así el propio Eneas en el verso
361: “Italiam
non sponte sequor”.
En
el Libro V, versos 41-60, leemos
que, vencidas las dificultades de navegación y tras encontrarse los
Dardanios con Acestes (versos 35 y 36) Eneas convoca una asamblea de
todos los suyos (poniendo así de manifiesto su interés en hacerles
partícipes de sus decisiones) y les anuncia
el homenaje a su padre, muerto ya hace un año. Ese homenaje, manifestación
de su sentido
religioso y
familiar,
se concretará en unos juegos, al final de los cuales algunas mujeres
incendiarán las naves, empujadas por Juno por mediación de Iris
(versos 619 y ss) Ante este desastre, Eneas vuelve a manifestarnos su
inquebrantable sentido del deber: permite a los más cansados y a los
más viejos quedarse en los dominios de Acestes, y vuelve a
reemprender su viaje (versos 730 y ss) aconsejado
por Nautes, Acestes y por la aparición de Anquises, que le animan a
seguir en pos del Hado.
En
el Libro VI, versos
450-468, vuelve a aparecer Dido. En
efecto, Eneas desciende al Averno (como
también lo hizo Ulises...),
acompañado de la Sibila, a buscar a Anquises10,
y es en ese viaje cuando se encuentra con la aún errante Dido, que
había buscado la muerte con
la espada de
Eneas cuando este
partió de Cartago. Eneas, llorando la consecuencia de su decisión,
vuelve a mostrarnos que no la abandonó sin motivo y que lo hizo sin
desearlo en absoluto: “a
mi pesar dejé tus playas”
tal como le dice
en el verso 460.
➏A
la luz de los textos comentados hasta ahora parece quedar contestada
la pregunta que nos hacíamos, y concluimos pues que podemos
considerar a Eneas un héroe épico pero con unas características
éticas y morales que lo distinguen,
y mucho, de los héroes épicos anteriores. Vemos
en él una obediencia resuelta -y libre a la vez- al Hado, siendo capaz
de renunciar a sus intereses personales para poder seguir los
dictados de su sentido de la pietas, familiar
y cívica, unas
características desconocidas en los arquetipos heroicos anteriores a
Virgilio (resumiendo
mucho, podríamos decir que hay en Eneas mucha más
pietas
que areté)
➐Y
para ir finalizando nuestra aproximación a la figura de Eneas,
debemos fijarnos
también a la parte final de La
Eneida en su
Libro XII. Sin que podamos desarrollarlo aquí con la extensión que
se merece, hay que hacer una referencia a “la ira de Eneas”, parafraseando
el primer verso de
La
Ilíada.
En
efecto, el complejo
y difícil final
de La Eneida11
no puede ser más “diferente” que el resto. Parece como si Eneas
hubiera hecho una evolución (o una involución) y, abandonando su
bien establecida piedad, se nos revelase
como un guerrero despiadado cuando no perdona a Turno, abatido en
duelo singular. Eneas
duda
entre la piedad debida al amigo muerto, y la piedad pedida por el
enemigo vivo, decantándose -no sin vacilaciones- por la primera... “...ya
empezaba a sentir cómo la súplica le estaba doblegando...”
(versos 940 y 941) Eneas
mata
a Turno, empujado por la visión de los despojos de Palas, y nos
parece que algo nos está fallando, que nos está decepcionando en la
idea piadosa que nos hemos forjado de Eneas. Sin
perder de vista que Turno es, en sentido estricto, un criminal muy
poco respetuoso con los pactos de honor aceptados, nos sorprende el
final tan poco clemente que sufre a manos de Eneas, un final muy
llamativo y que es
también el final de la obra de Virgilio.
Es
esta una cuestión muy debatida, por lo difícil de explicar lo
que tan contradictorio
parece.
Pero podemos acercarnos mínimamente a una interpretación
coherente en el marco virgiliano de La
Eneida
si nos fijamos en lo que en el mundo romano -hemos visto que Eneas es
un romano avant
la lettre-
supone el uso
de la ira.
La
ira es un concepto cuasi-filosófico, que ha fluctuado de manera
notable a lo largo de la historia de la humanidad. Pero
ha conservado siempre su carácter de ser una cualidad “humana”
al cien por cien, y de ahí viene un primer apunte en la percepción
que de la misma tiene Eneas: entre el estoicismo un tanto frío y
aséptico de toda su vida, Eneas sucumbe a un relámpago de
humanidad, y el final de La Eneida nos pone otra vez en la pista de
su verdadero
trasfondo: un héroe, sí, pero ante todo, un hombre.
En
realidad, la
ira de Eneas es la ira de Virgilio, que la usa para dar un final
“humano” a su obra, y en un marco referencial en el que la ira no
se ve de la misma manera que pudo verla Homero, por ejemplo. El mundo
romano de Augusto, un tanto como el entorno griego que le precedió,
utiliza la ira en el entorno judicial, no en el momento de dictar
sentencia, pero sí en el momento de imponer el castigo, de manera
que Virgilio
no hace más que reflejar esta actitud cuando hace decir a Eneas
“...Palas
es quien te hiere, quien te inmola y en tu culpable sangre te
castiga” (XII,
948 y 949)
Desde
un punto de vista filosófico, Platón y Aristóteles han dado a la
ira un papel importante en el comportamiento humano, de forma que
Galinsky12
puede
decirnos
que “En
la escena final, la conducta de Eneas es casi una ilustración
de manual de la visión
aristotélica
acerca de la ira.”
Disculpado
así -al menos en parte- el comportamiento de Eneas al final de los
hechos recogidos en La Eneida, dejamos a nuestro héroe a
las puertas de su matrimonio con Lavinia, preparando
el camino13 a
los reyes de Alba Longa14 y
encaminándose hacia su incierta muerte, en la que ni las leyendas
logran ponerse de acuerdo. Sic
transit gloria mundi...
NOTAS:
8GARCÍA
GUAL, en la referencia
anterior (nota 6),
nos dice que Eneas ya era romano antes de que existiera Roma...
10El
cual, en los versos 851, 852 y 853 hará toda una declaración
“formal” de lo que será la futura Roma...