“...los
textos griegos han sobrevivido frescos, jóvenes y lúcidos más de
dos mil años. Los cantos de Homero, las máximas fragmentadas de
Heráclito, los restos del naufragio de la poesía de Safo, el verbo
encendido de Esquilo, los versos elegíacos de Píndaro y las
sentencias de Platón y de Aristóteles han trascendido la prueba del
tiempo, han viajado incólumes por los caminos del espíritu. Aunque
muchos lo ignoren, creo en lo que afirmaba el poeta Shelley: «Todos
somos griegos1».”
(Reverte,
Javier.
Corazón de Ulises,
p. 27)r1
Índice
(Todas
las fechas son a.C. salvo que se especifique lo contrario)
0.-Introducción.
0.1.-El
propósito de este trabajo.
De acuerdo con el enunciado de la PAC1 propuesto en la asignatura de
Món Clàssic I, en este trabajo se desarrollarán cuestiones
relacionadas con diferentes aspectos del inicio de lo que
hemos convenido en denominar “Grecia”. Por un lado, aspectos
históricos comprendidos entre la Edad del Bronce y la
Época Arcaica (en esencia, desde el principio del 2º Milenio
hasta la formación de las primeras ciudades griegas). Por otro
lado, y dadas las importantes connotaciones de todo tipo que
contiene, se tratarán aspectos de la poesía homérica,
centrados obviamente en La Ilíadar2
y La Odisear3.
Respecto a la siempre espinosa cuestión del uso de los nombres
propios antiguos, he seguido, con muy pocas excepciones, la forma
usada por Pierre Grimal en su Diccionario de mitología griega y
romana (ver Bibliografía) Siendo casi todas las fechas
anteriores a la era cristiana, no se ha puesto a.C. Para mayor
claridad, y si alguna fecha es posterior, se ha especificado con d.C.
(Volver al índice)
0.2.-Los
entornos geográfico e histórico.
①Antes de entrar en el detalle de los ejercicios
propuestos para esta PAC1, parece conveniente hacer alguna
referencia, por breve que sea, al entorno en el que nos vamos a mover
en toda la asignatura. Para ello, nada mejor que observar algún mapa
de la Grecia antigua, y ver en él el alcance del entorno geográfico
griego antiguo.
Se
distinguen en este mapa2
claramente tres partes en la Hélade (nombre usado por los
propios griegos para describir su comunidad) : la parte
continental europea, en el extremo inferior de la gran península
balcánica, la parte insular del Mar Egeo (cerrada al Sur por
la gran isla cretense) y por último, al Este, la costa de lo
que hoy llamamos Turquía, cuyo nombre clásico fue el de Asia Menor.
Basta con dar un vistazo rápido a las diferentes regiones y a los
nombres de las ciudades para comprender que estamos en el corazón de
muchas cosas: los conceptos modernos de ciudad (como la de Priene),
el nacimiento de la filosofía (en Mileto...), las grandes
bibliotecas (como la de Éfeso), los grandes estrechos del Bósforo y
los Dardanelos (claves en la historia griega y en la posterior), los
grandes nombres de Atenas, Esparta, Tebas,... Es imposible es aquí
describirlos todos, pero alguna referencia debía hacerse...
②Y también para entrar en el estudio de la Grecia
Antigua con un mínimo de orientación temporal, o, al menos, de la
sucesión histórica de las etapas más relevantes en el devenir
griego, haremos aquí una referencia a la manera habitual de
separar y ordenar esas etapas. En esencia, las fuentes que se han
consultado vienen todas a decir lo mismo, con algunos matices que
pueden ser relevantes según el tipo de estudio que se quiera hacer y
según el enfoque decidido para ello.
Así, siguiendo por ejemplo a Morkotr4,
hablaremos de cinco etapas en la historia de la Grecia Clásica:
-
Creta, Micenas y las edades “heroicas”.
-
Desde las edades “oscuras” hasta la potencia de
Atenas.
-
La rivalidad Grecia-Persia.
-
Desde Pericles hasta Filipo II de Macedonia.
-
De Alejandro Magno hasta la conquista romana.
Si se toma la clasificación de Finleyr5,
por ejemplo, nos encontramos con las siguientes cuatro
-
La edad “oscura” y los poemas de Homero.
-
La Grecia Arcaica.
-
Las ciudades-estado clásicas.
-
La época helenística.
Carreras et al.r6,
en el material proporcionado por la asignatura, utiliza cinco:
-
Los orígenes de Grecia
-
El arcaísmo
-
El Siglo V
-
La hora de Macedonia
-
La oikouméne helenística
Hidalgo et al.r7
distinguen las siguientes cuatro:
-
La Civilización Egea
-
Grecia Arcaica
-
Grecia Clásica
-
El Mundo Helenístico
No es difícil establecer las relaciones entre las
diferentes etapas propuestas por los diferentes autores, y puede ser
muy significativo e instructivo pensar sobre los nombres que se han
puesto a cada una de ellas...
En las diferentes propuestas de trabajo de la asignatura
se irán desarrollando temas relacionados con esas etapas. En
particular, y de acuerdo con lo expuesto en el apartado 0.1, en esta
PAC1 se abordarán las dos primeras etapas según Carreras et al.,
es decir, los Orígenes y el Arcaísmo. A ello nos dedicaremos en las
páginas que siguen.
(Volver al índice)
1.-Minoicos y micénicos.
En esta primera parte de
la PAC1 se resolverán cuestiones relacionadas con Creta
(civilización minoica) y con Micenas (civilización micénica, de
origen muy posiblemente aqueo). Para enfocar debidamente las
respuestas al ejercicio, comentemos brevemente algunas cuestiones
generales de ambas civilizaciones3.
Los ámbitos geográficos
de cada una de ellas están implícitos en sus nombres, al menos en
lo que se refiere a su localización principal.
Desde el punto de vista
temporal, podemos decir que los primeros vestigios del Neolítico en
Grecia y su zona de influencia en el Egeo datan del 7º Milenio , y
que no es hasta el principio del 2º Milenio cuando aparece la
civilización llamada minoica (por el rey Minos) en Creta. Hacia
el año 1500-1450 se produce una primera destrucción de esa
civilización, (atribuida muchas veces, de manera un tanto dudosa, a
consecuencias de fuertes movimientos sísmicos) que será ya
definitiva en las proximidades del año 1200. La civilización
micénica (del yacimiento arqueológico de Micenas) emerge hacia
el año 1600, así que coexiste varios siglos con el final de la
minoica. También se extingue alrededor al año 1200, y suele
atribuirse esa desaparición a las invasiones de los denominados
genéricamente “Pueblos del Mar”, que hacia el año 1200 -al
final de la Edad del Bronce- pusieron en jaque a sistemas
político-económicos tan bien fundamentados como el egipcio del
Imperio Nuevo4
(Ramésidas) y de los que se dice que también estuvieron implicados
-de manera secundaria- en la desmembración del Imperio Hitita,
acaecida en esas mismas fechas.
Como siempre, ante la
falta de certezas, hay que suponer que no hubo una sola causa para
el gran cambio que se produjo en todo el ámbito del Mediterráneo
hacia esos años del 1200. Invasiones/migraciones, desastres
naturales, cambios en la climatología/crisis alimentaria,... todo
pudo aunarse para la gran crisis del Mediterráneo (Oriental
esencialmente) que hizo entrar a todo ese ámbito en unas épocas
“oscuras” en la que muchas cosas tuvieron que reinventarse.
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1.1.-Los
Palacios de Cnosos y de Pilos.
Como hilo conductor de esta primera parte de la PAC1
se proponen diferentes cuestiones sobre dos estructuras ciertamente
representativas de los períodos álgidos de las civilizaciones
Minoica y Micénica, los Palacios de Cnosos y de Pilos.
➀Situado el primero en la isla de Creta,
puede decirse de él que es el “arquetipo” de los Palacios
cretenses. Construido/reconstruido al menos en dos ocasiones
(2000 y 1700)5,
presenta una organización estructural adaptada a una determinada
forma de organización social, con una distribución un tanto
caótica, laberíntica, reflejo y recuerdo de una organización
familiar amplia, coherente, fuertemente cohesionada, con una visión
del poder cercana a la mesopotámica, excepción hecha de la
inclusión dominante de los templos, que aquí no se produce con la
misma intensidad.
Evidentemente, este Palacio minoico no es único en
Creta, y así podemos citar otros en Festo6,
Malia7
y Zakros8,
todos ellos reconstruidos sobre estructuras anteriores, y con
factores comunes9
que les dan una clara unidad estilística: patio central,
ordenación tortuosa/caótica, una aglomeración en realidad
des-estructurada, en clara oposición a los edificios semejantes de
época similar del Asia Occidental, diseñados y construidos a partir
de unidades independientes dentro de un recinto común.
➁El segundo Palacio a comentar es el de
Pilos10,
ya en la tierra continental micénica de Mesenia, datado alrededor
del 1300. Una gran estructura palaciega, sin exceso de
fortificación artificial dada su estratégica posición en los
acantilados de la bahía de Navarino. El hallazgo de numerosas
tablillas en Lineal B permite
afirmar, de acuerdo con su contenido, que este Palacio era el foco de
un notable centro de poder sobre11
toda Mesenia.
Tampoco es este
Palacio micénico un ejemplar único en su civilización, ni mucho
menos. Pueden citarse bastantes otros de ese ámbito cultural. Son diferentes
estructuralmente hablando de los minoicos/cretenses,
(más o menos fortificados, por ejemplo) pero sus funciones
económico-administrativas son muy similares. Pueden destacarse12
los de Micenas13,
Tirinto14,
Tebas de Beocia15,
Orcómeno16,
Gla17,
Maratón18,
Menidi19,
Thorikos20,
la propia Atenas21,
Iolkos22,
Menelaion23...
una manifestación clara de la expansión micénica entre el 1400 y
el 1200 , sustituyendo ya totalmente en el ámbito egeo a la
civilización minoica.
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1.2.-Cnosos/Minos
y Pilos/Néstor.
➀El Palacio de Cnosos fue empezado a
excavar a principios del Siglo XX por Sir Arthur Evans, admirador
tanto de Homero -en la vertiente literaria- como de Schliemann -en la
vertiente arqueológica-. Cuando
sus excavaciones24
sacaron a la luz la casi completa estructura de este gran Palacio, su
enorme complejidad arquitectónica, su trazado “laberíntico” que
se observa en el dibujo de su planta25,
le hicieron elegir
el adjetivo “minoica” para la civilización cretense
que se estaba descubriendo. La arqueología parece ser que no ha
probado nada excesivamente definitivo en este sentido, pero la
asociación
entre el Palacio de Cnosos, el rey Minos (citado en La Odisea26)
y el Laberinto del Minotauro
ha quedado fijada en el imaginario popular. Ha ayudado a esta
asociación el hecho cierto de que la civilización minoica tuvo un
culto del toro (nada extraño ni inhabitual en la época y en la
zona: recuérdese el culto egipcio al toro sagrado Apis, p. ej., o el
rapto de
Europa por Zeus convertido en un toro) y en ese entorno la aparición
del mito del Minotauro tiene un sentido pleno.
Dentro
de esa idea
del mito como referente social,
se fragua la
figura
de los “héroes”,
seres excelentes, paradigmas del comportamiento modélico,
atemporales, de origen divino/semidivino, cuyas hazañas en favor de
la sociedad han llegado hasta nosotros y se han fijado en nuestro
imaginario27.
Uno de ellos es Teseo, un hijo de Egeo -y/o de Poseidón..., de ahí
su origen real o semidivino-, rey de Atenas, y de Etra, hija del rey
de Trecén, Piteo. Egeo, en su disputa con los Palántidas,
“semiabandona” a Teseo, que no recupera su condición real hasta
que Etra no se la revela. Para que esa recuperación sea hecha con
todas las de la ley, Teseo se embarca en una serie de aventuras /
hazañas que configurarán para siempre su papel de héroe: vence a
Perifetes, Sinis, Escirón, Procusto, Cerción, Fea, al toro de
Maratón, esquiva el intento de Egeo y Medea de darle muerte, vence
la inevitable rebelión en su contra de los Palántidas, viaja a
Creta para enfrentarse con el Minotauro, matándole en el Laberinto,
viaja al país de las amazonas, forma parte del grupo de Argonautas
de Jasón y parte en pos del Vellocino de oro... Su actividad es tal
que el mítico Teseo se ha configurado en nuestra memoria como uno de
los principales iniciadores del mundo griego clásico. Pausanias nos
narra28
cómo, al fin y al cabo,
Teseo
es responsable al menos indirectamente
de la muerte de su padre, gracias a la cual se da nombre al mar
griego por excelencia29.
Y, ciertamente,
la
muerte del Minotauro
es quizás la hazaña del héroe Teseo que más se ha fijado en el
imaginario popularr8.
Este monstruo, con cabeza de toro y cuerpo de hombre, era hijo de
Pasífae, la esposa del mítico rey Minos (que reinó en Creta un
poco antes de las guerras troyanas) y del toro enviado por Poseidón
a Minos para ayudarle a alcanzar el poder. Dédalo construyó para
encerrar al Minotauro el famoso Laberinto30,
en el que este devoraba el tributo en forma de jóvenes y doncellas
que Atenas le estaba obligada a dar cada cierto tiempo. Teseo se
añade a uno de esos grupos de víctimas del Minotauro, y ayudado por
Ariadna (hija también de Minos y Pasífae, o sea, hermanastra del
Minotauro) da muerte a este y escapa junto con Ariadna. Pero en una
actuación muy poco digna de un héroe, la abandona en la isla de
Naxos... No es un mal final para Ariadna, de todos modos, puesto que
el dios Dioniso la recogió en Naxos, la convirtió en su esposa, y
Hefesto le regaló una diadema de joyas que hoy vemos en la
constelación que lleva su nombre, la belleza y la solidez de un mito
fijada para siempre en el firmamento...
Otra
cuestión ampliamente debatida sobre este tema de la asociación
mito/arqueología versa sobre una cuestión cuasi-etimológica. La
palabra laberinto deriva de la palabra “prestada” al griego
labrys
(λάβρυς)
que
se traduce31
en Caria y Lydia por “hacha doble”32.
Y resulta que en el Palacio de Cnosos se encuentra el
símbolo
de la doble hacha
un poco por todas partes, relacionado con algún ritual
sacrificial... la especulación está servida... También encuentro
que es
especulativo
ver en el mito del Minotauro (muerte de un símbolo minoico a manos
de un símbolo griego) el hecho de la transición que se está
produciendo de la Edad del Bronce a la del Hierro, la primera
representada por la civilización cretense y la segunda representada
por la “griega” que se está gestando.
Así
pues, las evidencias arqueológicas comentadas (complejidad de los
palacios cretenses, especialmente el de Cnosos y la gran importancia
en el culto social y religioso del toro) han permitido relacionar
aspectos del mito con aspectos de la realidad minoica. Pero,
evidentemente, el hecho de relacionarlos no pasa de ser, al menos de
momento, más que un ejercicio de imaginación. El mito, la historia
y la arqueología tienen sus (más o menos claros) puntos de
contacto, pero no hay que ir mucho más allá de ellos si no se
quiere caer en la simple especulación.
➁El
Palacio de Pilos
fue excavado por Carl Blegen en diferentes momentos: 1939, 1952-1957,
excavaciones que se prolongaron posteriormente. Debe tenerse en
cuenta que Blegen también excavó en Troya en los años 1932-1938,
muy en la línea de Schliemann, llegando a resultados sobre la fecha
de la destrucción y abandono de la Troya homérica. Dado que según
la mitología griega Néstor había sido rey de Pilos, y dado su
relevante papel en los poemas homéricos, era bastante inevitable
denominar el palacio descubierto en Pilos como “el
palacio de Néstor”.
Exactamente igual que en el caso anterior del rey Minos, nos movemos
en el mundo legendario previo a los hechos históricos contrastados,
por lo que ambas denominaciones comparten una gran dosis de
imaginación.
➂Aunque
Minos y Néstor comparten claramente su carácter “no-histórico”,
ambos han pasado al imaginario mitológico con grandes
diferencias
en cuanto a su comportamiento y aprecio...
▶Ya
hemos visto anteriormente cómo Minos usó el Minotauro para
conseguir el poder en Creta, y también cómo lo usaba para mantener,
por ejemplo, el vasallaje de Atenas. Se le atribuyen varios hijos
legítimos, Deucalión y Ariadna entre ellos, pero también otros
ilegítimos, fruto de numerosas pasiones amorosas desmedidas. Incluso
se le considera por algunos autores como el “fundador” de la
pederastia, sustituyendo a Zeus en el rapto de Ganimedes. Pero, si
bien en el ámbito personal Minos no resulta demasiado bien parado,
en el ámbito social se le considera un buen legislador e iniciador
del desarrollo
del concepto de “estado”33.
Antes del año 2000 y desde el 3000 (lo que Evans llama “el minoico
antiguo”) el poder era tribal, y en esta etapa pre-palacial no cabe
hablar de estructuras de poder supratribales. Las cosas cambian,
evidentemente, en la etapa palacial de la civilización minoica,
donde se empiezan a producir
acumulaciones
de poder
de más alto vuelo, detectables en los palacios minoicos de este
período. Ciertamente, la complejidad y extensión del Palacio de
Cnosos/Minos, por ejemplo, nos hace pensar irremediablemente en una
concentración de poder político, asistido de poder económico y
social, sin las cuales el Palacio no tiene demasiado sentido (dicho
esto con la salvedad de que realmente
no
está documentado el uso
de ese Palacio, como el de muchos otros asentamientos palaciales de
“reyes” minoicos).
El
poder de estos Palacios supone la posesión y el control de
excedentes económicos, que se canalizaron por la
vía
del comercio.
La posición privilegiada de Creta en el Mediterráneo la convertía
en un punto neurálgico natural en este comercio34
de la Edad del Bronce, desarrollado desde y hasta Cerdeña, Sicilia,
Grecia continental, Asia Menor, Egipto... Es totalmente clara la
hegemonía
cretense
en este comercio, llevando y trayendo mercancías de todo tipo
(cerámicas finas de Lesbos, cobre de Chipre, plata de las Cícladas,
esmeril de Naxos, aceites perfumados minoicos y micénicos, madera y
lana cretenses,...) Minos es considerado, en este orden de cosas,
como
la personificación del inicio de todo ello...
Sin embargo, no disponemos de ninguna evidencia
de que este auge y control del comercio fuese más allá y llegase a
constituir ese imperio marítimo (talasocracia) del que
hablaba Tucídides35.
En ningún sitio se han hallado evidencias arqueológicas en las que
se vean colonias cretenses, que serían una señal clara de la
existencia de esa pretendida talasocracia, gestionando un poder
político “a distancia” desde la propia Creta. Por tanto, debemos
quedarnos con la idea de que el comercio fue en la práctica el
único aglutinante del Mediterráneo durante la Edad de Bronce.
▶Nuestro
segundo personaje, Néstor, ha pasado a la mitología con un bagaje
personal y social totalmente
favorable. Rey de
Pilos por matrimonio con Eurídice, es el único superviviente de la
matanza de sus hermanos, llevada a cabo por Heracles/Hércules. Tuvo
varios hijos famosos, como Perseo
y Pisístrato, y gozó de una vida
prolongada, como
compensación divina a la desaparición de sus tíos, hijos de Anfión
y Níobe. De todas las referencias36
que de él tenemos, se deduce que es el arquetipo
de una persona mayor, con experiencia,
con un sentido innato
de la justicia, hábil
en el consejo y a
pesar de su edad, valeroso
en el combate. Después
de la guerra de Troya, es uno de los héroes que tiene un mejor
retorno a su tierra natal, inequívoco signo de lo que los dioses
opinaban de él.
➃Tanto
Minos como Néstor aparecen en los poemas homéricos, en diferentes
referencias
y circunstancias que nos han permitido “saber” de ellos. Puede
afirmarse que las referencias de Néstor son mucho más numerosas que
las de Minos, como no podía ser menos debido a su participación en
el conflicto troyano y, aunque mucho más marginalmente, en la vuelta
de Odiseo a Itaca.
La
metodología seguida
para localizar esta referencias a ambos personajes ha consistido en
la búsqueda en esas obras, en las versiones griegas que se
encuentran en la Perseus
Digital Library37,
de
los términos Μίνωος
y Νέστωρ;
una vez visto dónde aparecían, se han localizado en las
traducciones que de ambas obras hizo Lluís Segalà i Estalella38,
de donde se han sacado las citas que siguen. Se encuentran pequeñas
diferencias entre la numeración de las líneas en Perseus y Segalà,
pero que no han sido insalvables.
(Como
las referencias encontradas ocupan mucho espacio, se ha preferido
colocarlas en un
Anexo para su consulta
sin interrumpir la lectura general del texto)
►Como
puede verse en ese
Anexo,
las referencias a Minos en Homero ni
son muchas ni son muy descriptivas de su personalidad.
Incluso encontramos alguna contradicción, dado que en XI-321 se le
califica de “artero” pero un poco más allá, XI-568, se le llama
“ilustre”. En general, hace la sensación -bien lógica por otra
parte- de que Homero tiene un interés muy relativo en
acontecimientos anteriores a los hechos narrados en sus dos poemas.
►Parece
quedar claro en las referencias del
Anexo
el aprecio y la
buena valoración que Homero hace de Néstor.
Tal como ya comentábamos en el apartado tercero de este punto 1.2,
la figura de Néstor es tratada por Homero “con guante blanco”,
con una sincera admiración y haciendo referencia siempre a su papel
de consejero y ayudante benévolo de sus jefes, de los que muchas
veces es portavoz. El número de veces que se encuentra citado en
ambos poemas homéricos nos hace pensar que -dejando aparte a los
protagonistas principales, Héctor, Aquiles, Agamemnón,...- se trata
de un personaje con un papel más importante que los demás, y
pensamos que ese papel es el de “aglutinador”
y “vigilante” de los sentimientos
de los asediadores griegos, a los que trata siempre de ayudar y
conducir. Su papel en la guerra de Troya es también el del combate,
a pesar de su edad, una edad que lleva con total dignidad, como hemos
visto en la cita de La
Ilíada
XXIII-626, en la que Aquiles acaba de decirle “ya
te abruma la vejez penosa”
y Néstor le responde “Sí,
hijo, oportuno es cuanto acabas de decir. Ya mis miembros no tienen
el vigor de antes...”,
toda una lección de humildad y de humanidad.
(Volver
al índice)
1.3.-Minoicos y Micénicos. Auge y caída.
Ya hemos visto en la
cronología sucintamente expuesta en la introducción de este punto
1º cómo la civilización micénica irrumpe en la historia alrededor
del año 1600 y acaba (como la minoica) en el 1200. Aunque Micenas
haya dado, por su gran importancia, el nombre al período, no hay que
olvidar que hubo más “estados” como Micenas en la parte
continental de Grecia, como Tebas y Atenas.
La estructura económica
y política de estos “estados” no era muy diferente de la que se
podía encontrar en Creta. En ambas civilizaciones la vida giraba
sobre los palacios, sedes del poder, alrededor de los cuales se
iba extendiendo un área de influencia conformando la comunidad de la
que eran centros de todo tipo.
Pero la situación
geográfica del continente micénico no era la misma que la
insularidad cretense. Ello implica una gran
diferencia en los planteamientos estratégicos
de ambas civilizaciones en lo que se refiere a su defensa. Mientras
que los minoicos debían esperar a lo sumo incursiones pequeñas en
número e intensidad ya que su situación aislada así lo conformaba,
los micénicos estaban expuestos a fáciles e importantes asaltos
enemigos por vía terrestre. Así pues, ambas civilizaciones,
esencialmente urbanas, rodearon sus ciudades con murallas defensivas,
posiblemente más
importantes en el mundo micénico que en el minoico
(las de Micenas son un paradigma en este sentido) Además, en Micenas
vemos un uso del caballo
como elemento guerrero básico
en el carro de guerrar9
(¿influencia hitita?) que no vemos en Creta hasta sus últimos
siglos, y muy posiblemente llevado por los micénicos39.
Y lo que es más
importante40, el carácter micénico fue
mucho más guerrero -por
pura necesidad, probablemente- que el minoico. Tanto es así que
Creta fue sometida directamente al poder micénico en los dos últimos
siglos de ambas civilizaciones. Y como siempre debe recordarse, hay
que tener bien presente que la coexistencia de ambas implicaba muchas
influencias y adaptaciones mutuas, no todas de dominación/sumisión.
Por ejemplo, el mundo micénico adopta también el palacio como
estructura básica para la residencia del rey y la representación
del poder, pero lo adapta a sus necesidades defensivas mayores y a su
idiosincrasia guerrera (reflejada frecuentemente en sus temas
artísticos y en sus enterramientos), y lo
modifica cerrándolo más,
sustituyendo el gran patio abierto central minoico por la gran sala
del trono. La escritura es
otro ejemplo de adaptación,
esta vez no guerrera, y la escritura micénica, la lineal B, se
genera a partir de la minoica lineal A. Las relaciones comerciales
con diferentes países son otro punto de coexistencia pacífica entre
ambas civilizaciones, que les hace compartir todo tipo de
intercambios económicos, sociales y culturales.
No puede dejar de
hacerse alguna observación precisamente sobre la escritura micénica
lineal B, descifrada a mediados del Siglo XX por Michael Ventris, el
“Champollion” micénico. Junto con el carácter fuertemente
guerrero del mundo micénico, ya comentado, el
uso de la escritura es el otro gran pilar41
de la formación/expansión del mundo micénico en su apogeo. El
palacio, además de un símbolo de poder, empieza a tener en los
escribas un símbolo de la información y de la administración del
poder, como ya había pasado, p. ej., en Egipto. Guerra y
administración en las monarquías micénicas... ¿serían un símbolo
de “modernidad”?
Sobre el final
de ambas civilizaciones, poco puede añadirse a lo ya comentado en la
introducción de este punto 1º. Puede afirmarse que la civilización
minoica se va “diluyendo”42
poco a poco en la micénica a partir del año 1450, la cual acabará
ocupando toda Creta. Esta situación pudo verse muy favorecida por la
crisis económica y los desequilibrios sociales provocados por la
explosión del volcán de la Isla de Tera43
(Santorini) alrededor del año 1500. La civilización micénica no
tiene, en estos momentos, un gran recorrido por delante... hacia el
año 1250 ya empiezan a detectarse y a tener evidencias arqueológicas
de destrucciones violentas en bastantes asentamientos micénicos. La
cultura micénica puede decirse que desaparece como tal44
entre los años 1200-1100, y en muchas ocasiones
se responsabiliza de este final micénico (en realidad, miceno y
minoico en común) a los llamados Pueblos del Mar,
una oleada migratoria que sacudió todo el arco mediterráneo45,
poniendo en jaque a los egipcios, haciendo desaparecer a los
hititas,...
Pero, como siempre, hay
que huir del simplismo de “la causa única”, y hay que tratar
de mirar la situación desde un punto de vista más general, más
integrado46.
Así, la referencia a las invasiones externas -dorias/Pueblos
del Mar- hay que tomarla con todas las precauciones, ya que las
evidencias arqueológicas no son decisivas ni mucho menos. Desde el
punto de vista contrario, las causas que se pueden denominar
“internas” (como alguna clase de “revolución” de tipo
social contra los poderes palaciales) tampoco están adecuadamente
documentadas. El recurso al “catastrofismo”, como en el caso de
Tera (un hecho indudablemente acaecido) puede darnos el marco general
en el que una civilización inicia su ocaso, pero no nos puede
asegurar que esa catástrofe sea la causa primera del mismo.
En resumidas cuentas, y
quizás habría que recordar a Arnold Toynbee y su teoría sobre la
potencialidad47
de una civilización, las civilizaciones minoica y micénica
desaparecen al final de la Edad del Bronce, cuando empieza a aparecer
el hierro como nuevo paradigma tecnológico. Los siglos que siguen
suelen llamarse “la Edad Oscura”, y no será hasta el siglo VIII
que veamos una nueva historia, la griega... Esos años “perdidos”
no provocan, sin embargo, una total desconexión entre los períodos
micénico y griego, como veremos a continuación.
(Volver
al índice)
1.4.-Homero, una conexión Micenas - Grecia.
Resumiendo mucho, Micenas
desaparece hacia el 1200, siguen cuatro siglos “oscuros”, y tras
ellos renace otra cultura alrededor del Egeo. Como veremos
posteriormente, por esas fechas Homero ya ha “condensado” sus
poemas... Por tanto, la discusión se plantea alrededor de esos tres
momentos: la sociedad que presenta Homero ¿es la micénica,
corresponde a los siglos oscuros, o es ya la suya? Hay opiniones,
como es de imaginar, para todos los gustos...
➀Carreras48
afirma que hay ciertos “ecos micénicos en Homero”,
y hace un pequeño listado de ellos: el uso del bronce en armaduras y
espadas, cascos reforzados a base de colmillos de jabalí, una
geografía descrita indirectamente en el Canto II de la Ilíada
reconocible en el mundo micénico, algunos detalles lingüísticos...
evidentemente, también comenta otros elementos que pueden hacer
pensar en la Edad Oscura (como la cremación de los cadáveres)...
Hay más partidarios de
ver “realmente” esos elementos micénicos en Homero. Por
ejemplo, Latacz (ya citado anteriormente) insiste49
en que la geografía implícita en el Catálogo de las Naves del
Canto II de La Ilíada describe perfectamente una realidad geográfica
identificable en el entorno micénico. Y al listado de elementos
micénicos en La Ilíada dado por Carreras podrían añadirse
otros, como el uso de grebas metálicas y el carro de guerra, que
parecen ser claras reminiscencias micénicas. E. Vermeule cita50
diferentes armas micénicas que aparecen en La Ilíada, que se
han documentado tras el desciframiento del Lineal B, que
Homero evidentemente desconocía.
➁Pero el ya citado
Finley afirma, por el contrario, que la sociedad descrita por Homero
corresponde predominantemente a los finales de la Edad Oscura
(Siglos X y IX), seguido51
por S. Hood (que la centra en el Siglo XI), S.P. Morris (en el Siglo
VIII), A. Snodgrass (que admite mezcla de elementos micénicos y
otros de Siglo VIII) y H. Van Wees (Siglos VII y VII incluso), los
cuales suelen interpretar esos “elementos micénicos” como
arcaísmos introducidos por Homero para poner en valor la
antigüedad de su narración. De esta misma opinión son Hidalgo
et al., que afirman52
“...la evidencia arqueológica y las Tablillas del Lineal B han
revelado que las realidades de la sociedad micénica no tienen nada
que ver con las que describe Homero. Tan sólo la época final de la
Edad Oscura es representada en los poemas,...”
➂Quizás una de las
opiniones que pueden conducir a “desencallar” un tanto el estado
de esta cuestión sea la de S. Sherratt53,
que mediante el análisis del uso del hierro en La Ilíada
distingue claramente “superposiciones cronológicas” que
conducirían a pensar en una evolución de los poemas en su fase oral
por “capas”, desde el Siglo XV hasta el IX/VIII.
Y así se llega a un
punto clave en esta cuestión: ¿hasta qué punto la reaparición de
la escritura empezó a condicionar el qué escribir, el qué
seleccionar de la que puede suponerse amplia tradición oral? La
obra de Homero (que se estudiará más a fondo en el punto 2º de
este trabajo) ¿no sería sin más la plasmación/fijación de lo
que se estaba recitando en ese momento del Siglo VIII, con todas
las superposiciones, arcaísmos y confusiones propias de una
tradición oral de varios siglos de evolución y que aún seguirá
siendo oral varios siglos más?
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2.-Los poemas homéricos.
Pocas
obras literarias han tenido la importancia de los poemas de
Homero (uno o más Homeros...) La Ilíada y La Odisea,
y pocas como ellas se han instalado en nuestra memoria de una
manera tan profunda. Si acaso, podría añadirse a ellas La
Eneida de Virgilio, de manera que se completase la “trilogía
del Mediterráneo” como me gusta pensar... En esa trilogía, La
Ilíada genera en cierta manera las otras dos obras: tras la
caída de Troya, Odiseo y Eneas, cada uno en su estilo y en sus
límites, viajan por el Mediterráneo, y llevan el mundo griego en
sus sandalias. Mientras Odiseo se “cierra” otra vez en sus
orígenes, Eneas se “abre” hacia la futura Roma. Pero hay
que tener cuidado con esta manera de pensar, ya que el origen de los
versos de Homero y de Virgilio no puede ser más dispar. A diferencia
de Homero, que recoge una tradición
estrictamente oral, confiando en la Titánide Mnemósine,
Virgilio -un tanto por “encargo” de Augusto54-
se sienta y escribe de manera coherente y calculada las aventuras de
Eneas, pensando siempre en la figura de Augusto y en la legitimación
del poder imperial que se estaba gestando/consolidando55.
No son orígenes iguales, sus “intenciones” también
son diferentes, y así sus “resultados” son
inevitablemente distintos, palideciendo56
un tanto La Eneida cuando la comparamos con las obras de
Homero.
En
la tradición (legendaria) más difundidar10,
Homero nace en Esmirna, o en Quíos, o en algún otro punto de la
costa hoy turca; es ciego, lo que aún hace más meritorio su trabajo
de fijación de ambas obras; era más que un simple rapsoda
(recitador de cantos), era un “aedo” (ἀοιδός), un
cantor, pero que no sólo cantaba sino que también componía.
Y aunque podamos imaginar todo lo que queramos sobre esa figura (o
figuras, ya que no está claro que ambas obras sean necesariamente
del mismo autor) lo cierto es que nada sabemos de él. Excepto, claro
está, que “alguien” debe estar tras esas dos maravillas
literarias...
Se acepta en la
actualidad que las obras de Homero están compuestas entre los
Siglos IX y VIII , (según la cronología expuesta al principio de
este trabajo, estaríamos hablando de los finales de la edad “oscura”
/ principios de la época arcaica) y que el orden en que se
escribieron es el propio de las acciones que describen (primero las
de Aquiles y luego las de Odiseo). No son coetáneas, ya que
se detectan en ellas diferencias de estilo que hacen pensar en una
separación de varias décadas -al menos- entre ellas. Lo que
tenemos, según cuenta Vidal-Naquet, es la ¿certeza? de que en el
720 al menos La Ilíada ya
estaba compuesta. En efecto, se tiene datada con bastante precisión
una copa encontrada en una tumba de la isla de Ischia, en la bahía
de Nápoles, en la que se puede leer:
“Yo
soy el cáliz, útil para beber, de Néstor. / Quien
beba será embargado inmediatamente / por
el deseo de Afrodita, la de la bella corona. ”57
Néstor,
como hemos visto anteriormente, es un bien conocido personaje de
ambas obras homéricas, y, p. ej., en La Ilíada
puede leerse en el Canto XI, 618-648, cómo se hace referencia a la
copa de Néstor, cuando Hecamede le prepara un refrigerio en un
descanso y aprovecha para hablar con Patroclo para intentar convencer
a Aquiles de que vuelva a la batalla... como siempre, no hay que
hacerse demasiadas ilusiones con este tipo de certezas: el Néstor de
la copa de Ischia podría ser cualquier
otro Néstor...
Desde
un punto de vista técnico, ambas obras (divididas en Cantos muy
posteriormente) están compuestas en adaptaciones de los dialectos
jónico y eólico
hablados en el Asia Minor.
Su forma poética (que soy incapaz, desgraciadamente, de valorar dado
mi gran desconocimiento del griego) adopta la métrica llamada
“hexámetro dactílico”,
formada por seis conjuntos (pies) de tres sílabas cada uno, la
primera larga, las otras dos cortas58, una métrica que
acabará siendo típica del mundo literario épico grecolatino.
Y
para acabar con esta introducción hay que comentar que no es Homero
(no olvidemos que es un “cantor”) el que fija sus obras de manera
escrita, sino que ello se hace en un momento posterior, desconocido
con certeza -como tantas cosas que hemos comentado- pero que se
acepta59
que no es más tarde de la edición
de Pisístrato, tirano de
Atenas, hecha en el 560. Tras ella, y a través de todas las
vicisitudes “normales” de la siempre convulsa historia, esas dos
obras van pasando sin apenas variaciones en manuscritos de todo tipo,
hasta que en 1488 entran en el mundo de la impresión moderna en
Florencia60,
y así han llegado hasta nosotros, para nuestro disfrute, sin grandes
alteraciones desde su origen oral homérico.
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2.1.-Características esenciales de los poemas de Homero.
Ante dos obras tan
monumentales como estas, cualquier aproximación de un “aficionado”
produce, inevitablemente, un sentimiento de “vértigo” ante todo
lo que podría decirse, y un sentimiento de “frustración” cuando
se concreta lo que se sabe decir. Entre ambos extremos debe haber un
término medio, que procuraremos encontrar.
➀En primer lugar, y
desde un punto de vista temático, ambas composiciones
literarias de Homero son, sin duda ninguna, obras épicas en
el más noble sentido de la palabra. Sus héroes están completamente
inmersos en sus papeles heroicos de sacrificio por la comunidad, de
gestas que se proyectarán en el tiempo, de una “actuación”
ante sus coetáneos, pero indudablemente con la vista puesta en el
futuro. Esas acciones heroicas pueden estar focalizadas en una
sola persona (como Odiseo en La Odisea, o repartidas
entre varios (como Aquiles, Patroclo y Héctor en La Ilíada)
El soporte argumentativo para sus hazañas puede ser el entorno
guerrero de La
Ilíada
o el periplo viajero de La
Odisea.
El
espacio temporal de su desarrollo es muy diferente, apenas dos
meses en La
Ilíada
y toda una década en La
Odisea.
Teniendo en cuenta que Homero habla de hechos del pasado, y que
conoce por tanto con anticipación lo que depara el porvenir a todos
los protagonistas, ambas obras están impregnadas de una cierta
tristeza/melancolía, mitigadas en parte por la firme creencia
de la vida en el más allá, en ese Hades que varios de los
protagonistas visitan, con diferentes intenciones y consecuencias.
➁En segundo lugar, hay que resaltar la aparición
de los dioses61
en la acción de ambas obras. No podía ser de otra manera, dada la
fortísima influencia que en la vida diaria tenían los dioses en
estos momentos del devenir griego, así que era totalmente razonable
que se fuesen incorporando en las historias narradas. Lo que
sorprende, por su intensidad, es cómo intervienen62
en la acción directamente en La Ilíada, tomando partido por
uno u otro bando, participando activamente en la lucha,
incluso entre ellos, incluso saltándose los más elementales usos de
respeto y nobleza que los luchadores humanos manifiestan. A fuer de
sincero, nunca he notado a los dioses ser tan parecidos a
nosotros63,
en lo bueno y en lo malo. No se puede decir lo mismo en La Odisea,
donde, aunque Atenea ayuda a Odiseo y Poseidón lo pone en repetidos
aprietos, la intensidad de lo divino es infinitamente menor que en La
Ilíada. De hecho, y no es un tema fácil de explicar, incluso el
nivel de “heroicidad” en La Odisea no parece ser, ni mucho
menos, el mismo que en La Ilíada. Odiseo se nos presenta
muchas veces, más que como un héroe épico con todas las de la ley,
como un ser muy humano (en el mejor sentido de la palabra) pero cuya
única obsesión es su vuelta a Ítaca. Conseguida esta contra viento
y marea (nunca mejor dicho), su venganza sobre los pretendientes de
Penélope y las esclavas infieles es todo su objetivo final. No
hay punto de comparación con las actitudes de un Aquiles, por
poner un ejemplo, que asiste a Troya movido por un sentimiento del
honor, sin tener nada personal que ganar, sino todo que perder. Esto
nos da pie a comentar que entendemos La Ilíada como
un canto coral, comunitario, formado por un mosaico de héroes
mayores y menores luchando juntos por un ideal común, mientras que
La Odisea nos parece más un canto a la
individualidad, a la astucia para salir airoso de situaciones
fantásticamente comprometidas. Como siempre, podemos encontrar aquí
también contrastes/contradicciones: mientras que en La Ilíada el
único héroe que canta con su lira es Aquiles, en La Odisea
encontramos varios “aedos”, entre los feacios, en el palacio de
Odiseo en Ítaca, ¿las sirenas?...
➂En tercer lugar, y desde el punto de vista
organizativo de las obras, hay algunas similitudes y algunas
diferencias. Siguiendo p. ej. a Carreras et al.64
vemos que ambas obras empiezan de manera semejante, con una llamada a
la diosa o a la Musa, una buena manera de introducir un resumen de lo
que se va a tratar; ambas obras utilizan la referencia a la
palabra como elemento básico de la convivencia (recordemos que
en esta edad “oscura” se ha perdido la escritura...) y así vemos
cómo los dioses se reúnen para discutir su actitud ante la guerra
de Troya, de la misma manera como los hombres lo hacen, para ponerse
de acuerdo o para manifestar sus desavenencias -como Aquiles y
Agamemnón, p. ej.-; en ambas encontramos comparaciones que hacen más
entendedor y ameno el texto, y escenas “típicas” que por su
repetición llegan a hacerse “tópicas” pero que nos permiten ir
enlazando situaciones, recordando momentos... tengamos en cuenta que
todo aquello que permitiese memorizar mejor el poema debía ser de
agradecer por quien debía recitarlo (como veremos más adelante). Y
en este orden de cosas, si hay que encontrar alguna diferencia
entre ellas, podríamos referirnos a la narrativa cronológicamente
lineal de La Ilíada, mientras que en La Odisea
encontramos una larga “vuelta atrás” a partir del canto VIII,
cuando Odiseo narra sus aventuras a los feacios.
Hemos visto pues cómo en la edad “oscura” se fueron
gestando las tradiciones orales a las que Homero dio forma
definitiva, convirtiéndolas en obras maestras imperecederas. No cabe
duda que el adjetivo “oscuro” para esas épocas se refiere
exclusivamente a nuestro desconocimiento de ellas65,
muy probablemente generado por la ausencia de documentos escritos y
por las dificultades de una profundización y discriminación
arqueológicas. Quizás por ello nos hemos visto impelidos a buscar y
a creer encontrar datos históricos en la obra de Homero, todo un
ejercicio voluntarista...
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2.2.-Las Musas. Recitales poéticos en Homero.
En la
más pura tradición mitológica, las Musas son hijas de Zeus y
Mnemósine (ya citada anteriormente...) , personificación de la
memoria, hija de Gea y Urano, una Titánide por tanto. Teniendo en
cuenta que Zeus es fruto de la unión entre los hermanos Crono y Rea,
y Mnemósine es hermana también de ellos, resulta que las Nueve
Musas son hijas de tía y sobrino... El simbolismo de las Musas,
cantoras entre los dioses y los hombres (boda de Tetis y Peleo,
padres de Aquiles), e inspiradoras entre los humanos, nos llevaría a
consideraciones relacionadas con la creación/conservación de todas
las facetas del pensamiento humano.
El
primer verso de La Odisea comienza con una
invocación a una de las Musas, que podría suponerse que se trata de
Calíope, “la de la bella voz”, la musa de la poesía épica66.
Es totalmente coherente que en el inicio de un largo recitado haga
una súplica a “la bella voz” para que todo salga como es
debido... De manera similar, el primer verso de La
Ilíada comienza con una invocación a una “diosa”,
lo cual puede confundirnos. Por un lado, podemos pensar que se está
refiriendo a la personificación de la memoria para que le ayude en
el discurrir del recitado, es decir, está invocando a Mnemósine,
que en su carácter de Titánide es incluso más que una diosa. Pero
por otro lado resulta que en el verso décimo de La Odisea se
vuelve a invocar a la que en el primer verso se llamó “Musa” y
ahora se llama “hija de Zeus”. En este caso, y dado el
posicionamiento que tuvieron los dioses en la guerra troyana, debemos
suponer que se refiere a Atenea, que ciertamente es hija de Zeus
(sólo de Zeus...) y que se mantuvo al lado de Odiseo en toda su
vuelta a Ítaca. Es bien extraño que en el verso 1 se invoque a una
musa, y en el 10 se la ascienda a la categoría divina, pero así son
las cosas...
En
cualquier caso, sea una musa o una diosa la invocada al principio de
ambas obras, los motivos para hacerlo son claros. Por un lado, se
está introduciendo un principio
de “autoridad”,
diciendo al público oyente que el cantor canta en nombre de alguien
superior a él, de manera que el contenido sea más “creíble”.
Por otro lado, se está solicitando de quien corresponda un
auxilio en la nada fácil
tarea de recitar una obra de tal envergadura. Leemos que “se sabían
las obras de memoria, y las recitaban” y no nos paramos a pensar en
la enorme dificultad
memorística que tal cosa
precisaba, dado el número de versos que las componían, de manera
que toda ayuda debía ser poca. Y por último, pero no por ello menos
importante, se está haciendo uso de un recurso
retórico de primer
orden, iniciando el recitado con una invocación llamativa y con un
resumen de lo que se tratará. Tradicionalmente, se acepta que es
Cicerón, varios siglos más tarde, el que fija las reglas de la
retórica67,
pero no cabe duda de que Homero está haciendo uso aquí de una
especie de exordio, para
atraerse la
benevolencia del público (captatio
benevolentiae).
Estos
recitados poéticos a los que nos estamos refiriendo tenían lugar
esencialmente en ocasión de alguna fiesta, popular o
religiosa. El público, reunido delante del aedo o del
rapsoda, escuchaba aquello que sólo se transmitía de forma oral y
que estaba totalmente confiado a la memoria de estos. También
sabemos que se llevaban a cabo concursos de recitación, como
en los siempre citados Juegos Píticos en Delfos. La relación entre
el recitador y el público iba más allá de la simple transmisión,
ya que se establecía entre ambas partes una “complicidad”
expresiva, que incluso iba conformando poco a poco las obras
recitadas, en un contexto entusiasta en el que la psicología “de
las masas” estaba indudablemente presente y en el que la
inspiración de las Musas era fervientemente invocada.
En
los propios poemas homéricos que estamos comentando encontramos
ejemplos en donde algún cantor o algún rapsoda recita para
alguna clase de público. Así, suele citarse el caso del aedo
Femio, que en el palacio de Odiseo en Ítaca amenizaba -a la
fuerza- las comidas de los pretendientes de Penélope:
“Un
herald va posar en mans una lira molt bella / a
Femi, el qual cantava davant de la colla per força; / i
ell, les cordes polsant, preludiava un bell càntic”68
También
en La Odisea encontramos al aedo Demódoco,
que cantaba -ciego, ¿como un trasunto de Homero?- en la corte feacia
de Alcínoo, donde Odiseo explica sus aventuras hasta llegar allí.
En uno de los versos nos dice Homero que...
“el cantor, per la Musa inspirat,...”69
...lo
que pone de manifiesto claramente lo explicado más arriba. En este
caso, el público es toda una corte real, y la ocasión es el agasajo
del viajero Odiseo. Poco después, Demódoco vuelve a cantar, pero
esta vez para acompañar la danza de...
“...uns
minyons en la flor, campions en l'art de la dansa,”70
...otro
de los cometidos clásicos de un aedo o de un rapsoda, además
del de su canto individual.
En
otro momento de La Odisea se hace referencia a otro aedo,
el que cantaba en la corte de Agamemnón y al que este, al partir
hacia Troya, había dejado para “vigilar” (infructuosamente...) a
su esposa Clitemestra:
“i
a prop d'ella hi havia el cantor que, en partir cap a Troia, / l'Atreïda
adjurà talment que vetllés per l'esposa.”71
En
este caso, no hay actuación que comentar, excepto su falta de
previsión ante Egisto. No parece estar su nombre en la obra de
Homero, pero Grimal nos dice72
que se llamaba Demódoco, como el aedo de Alcínoo.
También
encontramos el correspondiente aedo en la corte de
Menelao, cuando Telémaco se desplaza a Esparta en busca de
noticias sobre su padre:
“Així
banquetejaven pel gran palau alt de sostre / els
veïns i els parents del gloriós Menelaos, / delectant-se;
i entre ells un diví cantor amb la lira / feia
música,...”73
Tampoco
aquí hay ninguna precisión sobre la identidad del aedo,
aunque sí queda claro ante qué público actuaba.
En La
Ilíada también encontramos algunas referencias al trabajo de
los aedos y rapsodas. Por ejemplo, tras la muerte de Patroclo,
Tetis -madre de Aquiles- encarga a Hefesto la fabricación de nuevas
armas para Aquiles. En el gran escudo, Hefesto representa,
entre muchas otras cosas,
“un
divino aedo cantaba, acompañándose con la cítara; / y
en cuanto se oía el preludio, dos saltadores hacían cabriolas...”74
Los
dioses, obviamente, también usan la cítara, como Apolo,
citado por ello en el Canto I, 604 y ss., y en el XXIV, 55 y ss.
En el
Canto II, 591 y ss., mientras se está haciendo el “recuento de las
naves”, hay una interesante referencia a un aedo,
Tamiris el tracio, a quien las Musas...
“...le
cegaron, le privaron del divino canto / y
le hicieron olvidar el arte de pulsar la cítara”
ya
que...
“...jactóse
de que saldría vencedor, / aunque
cantaran las propias Musas...”75
...lo
que nos hace pensar en algún tipo de concurso de canto de los que
hemos comentado anteriormente.
Se
observa claramente la gran diferencia en el trato y la importancia
concedidos a los cantores en ambas obras, teniendo un papel mucho más
importante en La Odisea que en La Ilíada.
Es
quizás
como si Homero hubiera querido que se reconociera más su papel en la
segunda obra que compuso...
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2.3.-Algunos ejemplos de epítetos y fórmulas en Homero.
①Dentro
de las figuras
retóricas76
(indudablemente nacidas ya en el mundo antiguo de la oralidad)
encontramos el grupo de las figuras
semánticas,
aquellas en las que las palabras se usan con un sentido que en
realidad no les corresponde, pero manteniendo con este alguna clase
de relación. Una de esas figuras es el epíteto,
consistente en añadir a un sustantivo un adjetivo calificativo (con
matices...) que, aunque no
aporte información nueva significativa,
“refuerza” de alguna manera el significado del nombre que
acompañan. Un ejemplo típico es el decir “blanca
nieve”,
siendo totalmente innecesario el adjetivo, ya que la nieve suele ser
blanca de naturaleza, pero que nos hace fijarnos más en ese
sustantivo. Los epítetos son “todo un mundo” en la retórica, y
admiten muchos
matices:
epítetos objetivos, subjetivos (apreciativos/peyorativos),
intrínsecos, posicionales,...
En el
mundo de la literatura épica, el concepto de epíteto se reserva a
aquellos apelativos que
acompañan
al nombre
o que lo
sustituyen.
Así, podemos leer “Zeus
altitonante”
o “el
que junta las nubes”,
epíteto que se refiere a Zeus.
Pero
además de este concepto, relativamente moderno, y que asocia el
epíteto a la descripción de un determinado personaje, encontramos
en la épica homérica otras
asociaciones
similares pero referidas a sustantivos
no personales,
como el conocido ejemplo de las “cóncavas
naves”.
La repetición de este tipo de asociaciones a lo largo de toda la
obra homérica nos debe hacer pensar que nos encontramos tanto ante un
recurso estilístico
como ante un recurso
de ayuda a la memoria
para el recitado de los poemas, al repetirse con una cierta
frecuencia y ayudar así al recitador en su nada fácil tarea. De esa
manera no sólo se identifica a los personajes, sino que se
suministra al aedo
una útil herramienta nemotécnica. Cabe hablar pues de un estilo
propio de la literatura de transmisión oral, estilo del que Homero
es quizás el máximo representante, y que conocemos con el nombre de
“estilo
formulario”77
o “dicción
formular”78,
que Milman Parry79 estudió
a fondo80 en
el contexto de una teoría
general de la composición oral.
Por tanto, en los poemas de Homero debemos encontrar
ambos tipos de recursos: el epíteto personal y la
“fórmula”, que aportarán al texto dignidad, solemnidad,
con un cierto aire arcaico. Y si bien el epíteto puede ser
único en toda la obra, para que un grupo de palabras sea considerado
como una “fórmula” debería encontrase repetido al menos en
varias ocasiones.
②Se
han hecho infinidad
de recopilaciones81
de esas fórmulas y epítetos homéricos82
(y en el Anexo de este trabajo con las referencias a Néstor ya se
encontró un buen número de ellos), y en esta parte del trabajo se
nos propone localizarlos en un fragmento de La
Odisea,
el que trata de los amores de Ares y Afrodita en el Canto VIII,
256-294:
“Así
dijo el deiforme
Alcínoo.
Levantóse el heraldo y fue a traer del palacio del rey la hueca
cítara.
Alzáronse también nueve jueces, que habían sido elegidos entre los
ciudadanos y cuidaban de todo lo relativo a los juegos; y al instante
allanaron el piso y formaron un ancho
y hermoso corro.
Volvió el heraldo y trajo la melodiosa
cítara
a Demódoco; éste se puso en medio, y los adolescentes hábiles en
la danza, habiéndose colocado a su alrededor, hirieron con los pies
el divinal
circo.
Y Odiseo contemplaba con gran admiración los rápidos
y deslumbradores movimientos
que con los pies hacían. Mas
el aedo, pulsando la cítara, empezó a cantar hermosamente los
amores de Ares y Afrodita,
la de bella corona:
cómo se unieron a hurto y por vez primera en casa de Hefesto, y cómo
aquel hizo muchos regalos e infamó el lecho marital del soberano
dios. Helios, que
vio el amoroso
acceso, fue en
seguida a contárselo a Hefesto; y éste, al oír la punzante
nueva, se
encaminó a su fragua, agitando en lo íntimo de su alma ardides
siniestros, puso
encima del tajo el enorme
yunque, y fabricó
unos hilos
inquebrantables
para que permanecieran firmes donde los dejara. Después que, poseído
de cólera contra Ares, construyó esta trampa, fuese a la habitación
en que tenía el lecho y extendió los hilos en círculo y por todas
partes alrededor de los pies de la cama y colgando de las vigas; como
tenues hilos de araña que nadie hubiese podido ver, aunque fuera
alguno de los bienaventurados
dioses, por
haberlos labrado aquél con gran
artificio. Y no
bien acabó de sujetar la trampa en torno de la cama, fingió que se
encaminaba a Lemnos,
ciudad bien construida,
que es para él la
más agradable de todas las tierras.
No en balde estaba al acecho Ares,
que usa áureas riendas;
y cuando vio que Hefesto,
el ilustre artífice,
se alejaba, fuese al palacio de este ínclito
dios, ávido del
amor de Citerea, la
de hermosa corona.
Afrodita, recién venida de junto a su padre, el
prepotente Cronión,
se hallaba sentada; y Ares, entrando en la casa, tomóla de la mano y
así le dijo: "Ven al lecho, amada mía, y acostémonos; que ya
Hefesto no está entre nosotros, pues partió sin duda hacia Lemnos y
los sinties de bárbaro
lenguaje"
(1)Epítetos/fórmulas
sobre nombres propios : deiforme
Alcínoo83;
Afrodita,
la de bella corona;
soberano
dios84;
Lemnos,
ciudad bien construida...la más agradable de todas las tierras;
Ares,
que usa áureas riendas;
Hefesto,
el ilustre artífice;
ínclito
dios; Citerea85,
la
de hermosa corona;
el
prepotente Cronión86.
(2)Epítetos/fórmulas
estrictos (el adjetivo
es claramente superfluo): hueca
cítara87;
melodiosa cítara; divinal circo; amoroso acceso; punzante nueva;
ardides siniestros; bienaventurados dioses.
(3)Epítetos/fórmulas
adjetivales (el adjetivo sí que modifica/califica el
significado del sustantivo): ancho
y hermoso corro; rápidos y deslumbradores movimientos; enorme
yunque; hilos inquebrantables; gran artificio; bárbaro lenguaje.
Hay
que hacer constar que las cosas no son tan simples como pueda
parecernos a simple vista. En principio, los epítetos personales del
listado (1) no son conflictivos, ya que se reconocen claramente
acompañando al nombre propio o sustituyéndolo. Los epítetos del
listado (2) tampoco ofrecen muchas dudas, ya que las cítaras son
siempre huecas y melodiosas (o deberían serlo...) , es decir, los
adjetivos usados en ese grupo no aportan nada significativo al
sustantivo que acompañan. El listado (3) acoge aquellas fórmulas en
las que la condición anterior no se cumple, y el adjetivo usado sí
que afecta claramente al significado: no todos los corros son anchos,
no todos los yunques son enormes, no todos los lenguajes son
bárbaros... Pero para poder afirmar que nos hallamos ante auténticas
“repeticiones” deberíamos encontrar al menos algunas de éstas,
y aquí está la dificultad. En algunos casos no es difícil rastrear
las posibles repeticiones; por ejemplo, las referencias a Afrodita o
a la cítara... pero muy diferente es la situación cuando se intenta
buscar la referencia a “corro”, por ejemplo, que unas veces
aparece en las traducciones como “corro”, otras como “pista”,
otras como “circo”... la solución pasaría, obviamente, por el
estudio de las repeticiones en el texto original griego, por ejemplo
en la Perseus
Digital Library
ya citada. Y aquí empezarían las auténticas
dificultades,
cuando resulta que buscando “cítara” resulta que Homero usa la
palabra φόρμιγξ
, la
phorminx,
forminge
o
lira homérica (un arcaísmo más...), un instrumento88
de la familia de la lira, con el barbitón y la cítara...
está
claro que para leer/estudiar a Homero en su lengua original... ¡hay
que saber griego y música, entre otras cosas!
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3.-La mal llamada colonización griega.
En la cronología sucinta comentada al principio del
trabajo, vimos que, tras las edades “oscuras” se inicia,
según Morkot, aproximadamente89
en el año 700, el período que hemos convenido en denominar “la
Grecia Arcaica”. Otros autores, como Finley90,
inician este período hacia el año 750, coincidiendo con las
primeras oleadas migratorias. En lo que parece haber más consenso es
en el momento del fin del período, hacia el año 500,
coincidiendo con la fundación de la democracia ateniense y con el
inicio de los conflictos con los persas. En ese período se alcanza
la fijación ya casi definitiva de Grecia en su parte continental, en
la franja costera de Asia Menor y en la mayor parte de las islas del
Egeo, junto con los asentamientos producidos en la expansión
griega, que será el objeto de esta parte del trabajo.
Esta
época arcaica, predecesora y conformadora del posterior y espléndido
Siglo V griego, sufrirá -y aprovechará también- las consecuencias
inherentes a su entorno geográfico.
Siempre se dice que la Geografía no condiciona la Historia, pero sin
duda influye en ella. Fragmentada
tanto en lo marítimo como en lo terrestre,
Grecia desarrolla un conjunto
de comunidades
mal comunicadas entre sí, agrupadas entorno de lo que hoy llamamos
“ciudad”. Vernant califica la aparición de la polis
griega,
entre los siglos VIII y VII (es decir, a principios de la época
arcaica) como “un
acontecimiento decisivo”91.
No es que antes no hubiese “ciudades”,
ello es evidente, pero la polis
griega tuvo el acierto de añadir a lo que simplemente era un “lugar
donde vivir” una serie de características que las convirtieron en
“lugares para convivir”.
Se dio a la palabra una importancia que antes no tenía, apareciendo
conceptos como el de debate público en el ágora,
argumentación, demostración,... y así decimos que el logos
empezó a coexistir92
con el mythos. La
recuperación de la escritura permitió fijar claramente el conjunto
de normas por las que la sociedad “decidía” regirse, y así
asistimos a los primeros
cuerpos de legislación
redactados con la intención de constituir un bien común93.
Todo
ello no sucedió sin conflictos: conflictos
entre diferentes ciudades, conflictos entre la riqueza acumulada y la
pobreza repartida (quizás el más universal y atemporal de los
conflictos) Las soluciones políticas -la tiranía, por ejemplo- que
se les dieron fueron diferentes94,
y se vieron además apoyadas/facilitadas por la utilización de la
emigración/colonización.
Debe
hacerse ya aquí una observación importante respecto al concepto
“colonización griega” que suele usarse. Tal como dice Finley95,
entre otrosr11, es erróneo utilizar ese
término en el mismo
sentido en el que se usa habitualmente cuando se habla del colonialismo
europeo de los Siglos XIX y XX d.C. Siguiendo a Gómez Espelosín96,
por ejemplo, procuraremos usar los términos “migración”
o “expansión”,
más realistas y menos peyorativos. A fin de cuentas, hay que
recordar que los propios griegos denominaban este fenómeno con el
término apoikia, cuya
traducción literal puede ser “emigración”, y en un sentido
menos estricto, significaba “asentarse lejos de casa”, pero en
ningún momento -como
veremos- se establecieron relaciones “coloniales” en el sentido
más moderno del término.
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3.1.-Una panorámica sobre la expansión griega.
La cronología de las migraciones
griegas más importantes queda fijada, según muchos autores97,
entre los años 750-550 , es decir, en
pleno período arcaico. Sin embargo,
hubo otras migraciones antes de esas fechas, y parece conveniente
hacer aquí un breve resumen de todas ellas para enfocar
correctamente el tema/momento a tratar.
➀Alrededor
del año 1200,
el derrumbe del mundo micénico produce una migración forzada de
refugiados98,
y puede destacarse (por el papel que tendrá en el futuro) el
asentamiento de población en Chipre.
➁En
las “Edades Oscuras”
se originan movimientos de exploración y establecimiento de
relaciones y/o establecimientos comerciales99
(emporia),
cuyo principal resultado puede concretarse100
en la génesis de las ciudades jónicas del Asia Menor.
➂En
la “Época Arcaica”
es cuando el fenómeno expansivo griego tiene lugar de forma intensa
y continuada. Se ha preferido ordenarlas por lugares de origen y
fechas (aprox.) y lo ideal sería ir siguiendo esos lugares en alguno
de los muchos101
mapas disponibles sobre el tema.
Todos
los autores consultados coinciden en distinguir dos etapas102
en esta expansión griega de la Época Arcaica:
▶1ª
Fase: entre 750 y 700/650103.
Dirigida hacia Occidente
esencialmente: Mar Jónico y el Sur de Italia junto con Sicilia. Son
lugares “próximos”,
en los que se busca tierra
para cultivar, caladeros de pesca
alternativos y metales
(como el oro de Tasos, la plata, el estaño...)
Calcis y Eritrea (Isla de Eubea) |
Zancle / Messina, 756104; Cumas, 750105; Naxos, 734106; Region / Reggio Calabria, 730107; Leontini, 729108; Catania, 729109 (control del Estrecho de Messina; entrada en Sicilia) |
Corinto |
Corcira/Corfú, 743110; Siracusa, 734111 |
Megara |
Megara Hiblea, 728112 |
Aqueos de Hélice y Trecén |
Sibaris y Crotona, 720113 |
Paros |
Tasos, 720-708114 |
Esparta |
Taras/Tarento, 706115 |
▶2ª Fase: entre 700/650 y 550116. Dirigida hacia el Mar Negro, el Adriático, Libia (Cirenaica, Pentápolis), Sur de Francia, Suroeste y Nordeste de España. Son lugares buscados sobre todo por su valor estratégico a largo plazo (control de rutas comerciales), bastantes de ellos formados a partir de asentamientos creados en la fase anterior:
Lócridos opuntios |
Locros / Locri, 700117 |
Aqueos |
Metaponto, 690118 |
Rodios y cretenses |
Gela, 678119 ; Acragas/Agrigento, 580120 (desde Gela) |
Zancle / Messina |
Hímera, 648121; Tauromenion / Taormina (sobre Naxos) |
Megara Hiblea |
Selinunte, 630122 |
Mileto123 |
Abido, Apolonia Póntica, Berezan-Borístenes, Cícico, Istria, Olbia, Panticapea, Sínope (Helesponto y Mar Negro) |
Megara |
Ástaco, 675124; Calcedonia, 674125; Bizancio, 667126, Selimbria, 670127; Heraclea Póntica(¿Siris?), 560128 (Bósforo) |
Tera |
Isla de Platea, 630129; Cirene, 632130 (Pentápolis) |
Corcira / Corfú |
Apollonia, 588131; Epidamno / Dyrrhachium, 627132 |
Atenas |
Sigeo, 610133 |
Sibaris |
Poseidonia / Paestum, 600134 |
Focea |
Tartessos, 600135 (Suroeste de la Península Ibérica); Masalía/Marsella, 600136 ; Emporion/Ampurias, 590137 |
Varias ciudades |
Naucratis, 570138 (único asentamiento en Egipto) |
Aegina |
Adria139 y ¿Spina?140, 540 (Adriático, sobre puertos etruscos141 en el delta del Po) |
(Si se prefieren estos listados
agrupados por destinos, véase el Anexo II, y
si se prefiere ver una cronología general, ver el Anexo
III))
La
diferente longitud de ambos listados (no exhaustivos, evidentemente)
no debe hacer pensar que una fase tuvo más importancia que la
otra... La primera tuvo el siempre difícil papel de los
iniciadores, y su importancia -como veremos más adelante- fue
definitoria en la construcción del concepto de la nueva polis.
La segunda se extendió territorialmente más lejos
(basta con pensar en la distancia entre Ampurias y Bizancio...)
proporcionando una visión general del Mediterráneo que
permitía utilizarlo con un gran aprovechamiento económico.
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3.2.-Causas, mecanismos y consecuencias.
Los listados de
ambas oleadas migratorias griegas vistos en el punto anterior nos
muestran un gran número de lugares de origen de esas
migraciones y una gran dispersión geográfica de los mismos142.
Por tanto, hay que pensar en que las causas de esos movimientos
poblacionales / pobladores debieron ser primero, muy importantes;
segundo, variadas/múltiples aunque con factores comunes;
tercero, estables en el tiempo (dos siglos...); cuarto,
integradas en el contexto histórico y geográfico de la Grecia
Arcaica. Y por otro lado, aunque los listados anteriores no son, ni
mucho menos, exhaustivos, también se observa en ellos un papel
muy restringido de Atenas y Esparta, las dos potencias griegas
emergentes del momento y del futuro. Este fenómeno debería quedar
incluído de forma natural en las explicaciones generales que demos
sobre la expansión griega en la Época Arcaica. Aunque pensemos más
bien en la primera oleada migratoria (la más dirigida hacia el
Oeste), la segunda (a partir del 700 o 675, según autores) tendrá
una explicación muy similar, con algunos matices.
Desde un punto de
vista histórico, ya hemos comentado que los griegos viajaron y se
asentaron en diferentes lugares próximos y accesibles durante la
Época Oscura. Pero lo que sucede en la Época Arcaica es una gran
generalización del fenómeno migratorio, que evidentemente
aprovecha los conocimientos náuticos, rutas marítimas,
intercambios mercantiles... desarrollados anteriormente. Es decir, no
se parte de cero en el desarrollo de la expansión griega arcaica,
sino que esta se apoya en un conjunto de conocimientos anteriores de
todo tipo, que la llevan -quizás inevitablemente- en una dirección
muy concreta para la resolución de los problemas que la
originan.
➀▶El
primer punto a tratar
respecto a las causas de la expansión es el
económico, en sentido amplio. Recordemos
una vez más que Grecia es un país pobre, y que en la antigüedad
esa pobreza debía notarse mucho más. Una agricultura de
subsistencia en un suelo escaso y difícil, una pesca de bajura con
artes muy poco eficaces, una escasez general de metales... junto con
la típica demografía “del pobre” que cifra
en el número su objetivo de asegurar el relevo generacional y la
mano de obra barata, hace que en la Grecia Arcaica la crisis
económica sea -por decirlo así- permanente.
La conjunción de demografía elevada,
de problemas143
agrarios irresolubles
(incluída la gran concentración del suelo útil
en manos de los aristócratas) y el interés
económico de los dedicados al
comercio, conduce de manera diría que inevitable a la solución
adoptada: la salida de una parte significativa
de la población hacia nuevos asentamientos,
de manera que se reduzca la presión sobre los recursos (en
asentamientos estables, apoikiai)
o que se generen nuevos (en asentamientos comerciales, emporion)
▶La
situación política en las poleis
que están tanteando su desarrollo ciudadano también es un factor a
tener en cuenta en la generalización del fenómeno migratorio. Las
ciudades empiezan a dejar de ser un sitio sólo para vivir, y están
evolucionando hacia un modelo de convivencia, una convivencia que no
tiene sitio para todos, por motivos muy
variados. Así, la formación de capas sociales (por no decir
clases...) más privilegiadas que otras induce a estas otras a buscar
un nuevo lugar donde desarrollarse sin las
trabas que encuentran en su día a día.
Curiosamente, una consecuencia de estos éxodos ciudadanos será la
estimulación de los procesos
conducentes a la afirmación de las poleis,
como veremos más adelante.
▶Hay
también causas políticas más concretas que la comentada de la
formación de las poleis. Hidalgo
et al144.
cita, por ejemplo, los casos de Corinto, Eubea, Focea,... muy activos
en la expansión griega y cuyo detonante fueron/pudieron ser
conflictos sociales propios
de cada una de esas comunidades, que empujaron a algunos de sus
pobladores ¿los más innovadores, los más inconformistas,...? a
salir de su entorno para afincarse en otros lugares. Estos conflictos
(stasis, tal
como los cuenta Tucídidesr12
hablando de Corcira145
(en fechas más tardías, pero conceptualmente semejante)146,
que desde la economía/agricultura llegan a manifestarse en la vida
política, fueron un importante factor en la expansión griega.
▶Y,
como siempre, hay que insistir en que a pesar de que los
condicionantes “pasivos”147
previos estaban claros y a pesar de que el
detonante es indudablemente la penuria
agrícola/económica, las causas del “éxito” de la expansión
griega son múltiples -como hemos visto- y obedecen
al conjunto de la realidad del momento. Se
trata de un fenómeno “global”, con causas múltiples,
identificables algunas, y que en conjunto puede decirse que responde
a la necesidad de buscar más recursos o
disminuir la presión sobre los existentes,
en conjunción con una idiosincrasia griega fuertemente
volcada hacia el mar y con una historia
previa de navegaciones que facilitaron el paso adelante hacia otras
regiones. “El deseo y la necesidad”148
se aúnan de manera activa, enmarcados en el proceso de
transformación de las poleis,
y ayudados por estas producen la expansión que estamos estudiando.
▶Y
para acabar de explicar las “causas”, haremos notar que los
casos de Atenas y Esparta encajan
perfectamente en ellas: participan muy poco en la expansión griega
general ya que no tienen necesidad de prescindir de ninguna parte de
su población. Su potencial económico es suficiente para todos, su
potencial social/político es capaz de acoger a todos... (de manera
muy diferente en ambas, eso sí...)
➁Una
vez determinada la
necesidad de llevar a cabo una colonización
(usaremos esta terminología por comodidad, pero en el sentido que ya
hemos explicado antes), la canalización del deseo debe
concretarse de alguna manera.
La metrópolis
(origen de la migración) tiene que ayudar a su organización
e, inevitablemente, a su financiación
-al menos parcialmente-. En particular, el reclutamiento
de colonos
era un punto siempre complejo, unas veces por defecto, otras
-las más- por exceso. Para llevar adelante los preparativos, se
nombraba un oikistes,
fundador,
organizador, conductor... de la colonia. Normalmente, el nombramiento
recaía en algún miembro destacado de la sociedad, un aristócrata
(aristos
= mejor, excelente) que en parte representaba a la metropolis,
al menos inicialmente. Una de sus misiones fundamentales era la
consulta
al Oráculo de Delfos,
que en la época iba adquiriendo el importante papel que llegaría a
tener en la formación del mundo panhelénico. Sus consejos,
decisiones, informaciones... no siempre eran desinteresadas, y cabe
suponer que con ellas influía en los flujos migratorios,
controlándolos en cierta manera.
Cuando
se llegaba al emplazamiento escogido, el
oikistes
realizaba la inauguración
de la nueva polis
mediante el fuego sagrado de Hestia que se había traído de la metropolis,
que se colocaba en el lugar donde se reunirían los magistrados de la
ciudad, el pritaneo149,
normalmente
en el ágora,
en el centro de la ciudad. A partir de ese rito
fundacional150,
ya se podía ir trazar la forma
de la ciudad, distribuir
la tierra,
iniciar el redactado
de la legislación...
Si el emplazamiento era el definitivo (a veces se empezaba
provisionalmente en un lugar más fácilmente defendible hasta la
llegada de más colonos) empezaba a construirse las viviendas y
edificios públicos y a roturarse las tierras de labor. Dado que la
mayor parte de emplazamientos se escogían en la propia costa -por
motivos evidentes-, embarcaderos y puertos eran objeto prioritario de
esa actividad constructora. Poco a poco, la nueva polis
ocupaba su lugar...
➂Como
es de esperar, la nueva ciudad debe definir desde el principio tres
tipos de relaciones
en su conjunto: las relaciones con
los anteriores ocupantes
del territorio (si los había...), las relaciones con
la metropolis
de procedencia y sus propias relaciones internas.
▶Estas
últimas son las que presentan un mayor grado de novedad y de
interés. Dado que se partía desde cero en cuanto se refiere a todo
lo relacionado con el nuevo establecimiento y dado que se venía de
una situación en la metropolis
que no había sido la mejor de las posibles, las
apoikiai
funcionan sin trabas en su organización ni en su toma de decisiones.
Podemos decir que se crea un cierto ambiente “igualitario”151
(al menos, inicialmente) que se refleja en los procesos económicos y
legislativos. Los ciudadanos de la polis
lo
son de pleno derecho, totalmente independientes de su ciudad de
origen en lo político (con algunas excepciones...). Sus decisiones
conforman una manera de hacer y de entender la polis
que influirá152
enormemente en el desarrollo
no sólo de la suya, sino también en la generalidad de las poleis
metropolitanas. Por decirlo así, las hijas hacen mejorar a la
madre...
▶Una
madre, la metropolis,
con la que se mantienen normalmente unas relaciones153
al menos “correctas”. Si la dependencia política tiende a ser
mínima/nula, la interdependencia económica beneficia a ambas, por
lo que se establecen relaciones
comerciales privilegiadas
entre ellas. La comunidad de lengua, historia, cultura,... hace que
tanto la colonia como su ciudad origen logren mantener un sentimiento
de unión
que, evidentemente, las beneficia, las impulsa mutuamente y las hace
permeables
a los cambios y novedades
que se van produciendo.
▶Las relaciones
con los ocupantes anteriores del territorio colonizado presentan un
amplio abanico de problemas y de “soluciones”. Se dieron
desde simples contactos comerciales, nada conflictivos
normalmente, hasta situaciones de sometimiento violento, y en
general puede decirse ello dependió del “uso”154
que los recién llegados dieron al territorio. Cuando se trataba de
asentamientos estrictamente comerciales, la conflictividad era
mínima, dado el mutuo beneficio obtenido. Pero en cuanto la colonia
crecía y necesitaba más tierra de cultivo (en realidad, para eso
emigraron...) los conflictos con los pobladores originales estuvieron
a la orden del día. Y no sólo era tierra lo que se necesitaba, sino
que a veces (como en Sicilia) el tipo de cultivo exigía abundante
mano de obra de la que la colonia no disponía, y por ello se
recurría a diferentes grados de imposición de servidumbres
laborales.
El resultado de todo
ello no fue, a la larga, demasiado malo para nadie, y poco a poco los
ocupantes y los ocupados fueron integrándose en un proceso de
helenización completo, lento pero eficaz.
Lo anteriormente
expuesto puede presentar un aspecto de “arcadia feliz” que debe
matizarse. Las cosas nunca son ni blancas ni negras, sino que admiten
todo tipo de grises... Así, el espíritu igualitario inicial de las
colonias fue debilitándose, dando pie a repetir las situaciones
de privilegio155
que ya se habían visto en la metropolis. Las relaciones de
sumisión impuestas a los habitantes ocupados llegaron a veces al uso
de la esclavitud, que Grecia practicaba como bien sabemos. Las
relaciones entre colonos iniciales y los llegados posteriormente
tampoco fueron siempre excelentes, ya que los recién llegados se
quejaban de recibir las peores tierras, de no tener los mismos
privilegios y derechos que los colonos que les precedieron... Y
no hay que olvidar que la emigración no logró resolver siempre
los problemas planteados en su origen, de manera que la evolución
política en las ciudades de partida no fue necesariamente
ejemplar, apareciendo la tiranía “a la griega” como manera
de dar soluciones a esos problemas permanentes.
➃Aunque
ya se han ido desgranando a lo largo de lo anteriormente expuesto,
parece conveniente hacer aquí un resumen
de las consecuencias
que la expansión griega tuvo. Siguiendo a Hidalgo et
al.156
pueden agruparse en tres
aspectos,
que en realidad son los que ya han ido apareciendo.
En
el aspecto político,
ya hemos visto como el desarrollo colonial tuvo un efecto
beneficioso en el desarrollo de las poleis,
de todas ellas en general. Ello indudablemente repercutió en los
posteriores liderazgos de Atenas y Esparta, con todas las
implicaciones históricas que tuvo.
En el aspecto
comercial, la expansión colonial originó un tráfico
-normalmente, marítimo- de mercancías mucho mayor que
anteriormente, y significó una fuente de materias primas
indispensables en la Grecia original: trigo (Sicilia), metales
preciosos como la plata (Tartessos) y el oro (Tasos), metales
utilitarios como el estaño, manufacturas de cerámica y de
tejidos,... la economía griega se vio muy favorecida por su
expansión colonial, un hecho que responde plenamente a la intención
de esa expansión.
En
el aspecto cultural,
hay que volver a destacar que la expansión conformó el inicio
del proceso de helenización,
al relacionarse profunda e intensamente los griegos coloniales con
las poblaciones de los territorios colonizados. No cabe duda de que
esa helenización fue favorable para ambas partes, como puede verse
fácilmente en la evolución posterior del sur de Italia y de
Sicilia, dos zonas colonizadas en la primera fase, y cuyo gran
desarrollo en paralelo con la Grecia inicial es indudable,
incluso superándola.
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3.3.-¿Cómo lo vio Tucídides?
Cuando se denomina a
Tucídides157,
como se lee en muchos sitios158,
“padre de la historiografía científica” e incluso “padre
de la historia”, no se está exagerando demasiado. El enfoque
que da a sus obras es totalmente novedoso y se aleja mucho del de
Herodoto. Mientras este simplemente “describe”, basándose
esencialmente en sus observaciones viajeras y en las tradiciones
orales que recoge, Tucídides introduce conceptos inexistentes en las
“historias” de Herodoto: narra hechos contemporáneos y
directamente vividos, o al menos narrados por testigos
presenciales; intenta comprender el presente, no sólo
describir el pasado; el enfoque de su narración es político,
con críticas/interpretaciones, transcribiendo discursos de los
protagonistas siempre que dispone de ellos (estos discursos se piensa
que fueron añadidos en alguna reelaboración de su obra), …
Evidentemente, puede no estarse de acuerdo con su “filosofía del
más fuerte” o con su adscripción decidida a la “política del
poder” (Maquiavelo se hará reflejo de la misma), pero no cabe
ninguna duda de la grandísima importancia159
de Tucídides en cuanto a historiador en un sentido ya muy avanzado
del término.
Su obra (única) “La
Guerra del Peloponeso”, escrita160
desde la distancia que da el exilio, narra161
los acontecimientos del conflicto que enfrentó a Atenas/Liga de
Delos y Esparta/Liga del Peloponeso entre los años 431 y 404162,
la primera guerra civil generalizada en el mundo griego y en el
occidental. Con diferentes fases bélicas, interrumpidas por
algunos años de paz (422-417, paz de Nicias) cambió radicalmente el
panorama político y económico de la Grecia Clásica del Siglo V, y
nada volvió a ser igual. Tucídides dice163
-hablando en tercera persona- en el proemio que
“Thucydide
l'Athénien a raconté les différentes péripéties de la guerre des
Péloponnésiens et des Athéniens ; il s'est mis à l'oeuvre dès le
début de la guerre, car il prévoyait qu'elle serait importante et plus mémorable que les précédentes.
Sa conjecture s'appuyait sur le fait que les deux peuples étaient
arrivés au sommet de leur puissance.
De plus il voyait le reste du monde grec, soit se
ranger immédiatement aux côtés des
uns et des autres, soit méditer de le faire. Ce fut l'ébranlement
le plus considérable qui ait remué le
peuple grec, une
partie des Barbares, et pour ainsi
dire presque tout le genre humain.”(la negrita es mía)
La obra está
escrita en el S. V, apogeo de la Grecia Clásica, pero tiene un
interés cierto para el trabajo que nos ocupa, las colonizaciones de
la Época Arcaica. Ello es debido al hecho de que Tucídides, en su
primer Libro de La Guerra del Peloponeso hace un repaso de la
historia de Grecia desde sus principios mitológicos hasta el momento
en el que empieza su narración. Ese repaso ocupa las secciones desde
la II hasta la XIX, y se le suele asignar el nombre de Arqueologia,
en el sentido que le da Tucídides de búsqueda de la comprensión
del pasado, y aparecen diferentes alusiones a las migraciones
estudiadas, que pasamos a concretar:
Libro I, § II164:
“...il s'y produisit d'abord
des migrations, car ... le commerce n'existait pas; les relations
entre les peuples n'étaient sûres, ...
les habitants ne tiraient chacun de leur terre que de quoi ne pas
mourir de faim ; ils n'amassaient pas de richesses et ne faisaient
pas de plantations, ...”
Libro I, § IV165:
“C'est Minos qui … soumit les Cyclades et,
le premier, établit des colonies dans la plupart de ces îles, d'où
il avait chassé les Cariens ...”
Libro I, § VII166:
“Toutes les villes qui furent
fondées plus récemment, quand on eut plus de facilité pour
naviguer, et qu'on disposa d'un excédent de richesses, se bâtirent
sur le bord de la mer, se fortifièrent et occupèrent les isthmes;
le commerce était ainsi facilité …
”
Libro
I, § XII167: “... même après les événements de Troie, la Grèce
connut des émigrations et reçut des colonies … les citoyens
exilés fondaient de nouvelles cités. … les Béotiens …
colonisèrent la Béotie actuelle ... des Doriens … occupèrent
avec les Héraclides le Péloponnèse ; la Grèce … envoya des
colonies: les Athéniens colonisèrent l'Ionie et la plupart des îles
; les Péloponnésiens fondèrent la plus grande parte des colonies
d'Italie et de Sicile et quelques pays du reste de la Grèce. Toutes
ces colonies sont postérieures aux événements de Troie.”
Libro
I, § XIII168:“Les
Phocéens, fondateurs de Marseille, ...”
Libro
I, § XV169:“...les
peuples qui s'appliquèrent aux choses de la mer acquirent une
puissance considérable par les rentrées d'argent et la domination
sur d'autres peuples. En effet, avec leurs flottes, ils se
soumettaient les îles, particulièrement ceux dont le territoire
était insuffisant.”
Y pueden encontrarse, en diferentes lugares de la obra
de Tucídides, más referencias a las colonizaciones, como por
ejemplo esta que alude al papel del oikistes:
Libro I,
§ XXIV170: “Épidamne est une ville qu'on trouve à
main droite quand on entre dans la mer Adriatique. … elle fut
fondée par des colons de Corcyre et son fondateur fut Phalios …
que suivant l'antique usage on avait appelé de la métropole. A la
fondation d'Épidamne participèrent des Corinthiens et d'autres gens
d'origine dorienne.”
O este otro, en el que se ven los conflictos entre
colonias y metropolis, y se hace referencia al
desarrollo económico de la colonia:
Libro I,
§ XXV171: “Les Epidamniens
… envoyèrent à Delphes demander au dieu s'ils devaient remettre
la ville aux Corinthiens, qui en étaient les fondateurs, …
obéirent donc à l'oracle, se rendirent à Corinthe … Les
Corinthiens … estimaient que la colonie leur appartenait tout
autant qu'aux Corcyréens, qu'ils détestaient ; ceux-ci, quoique
étant leurs colons, ne s'acquittaient pas de leurs devoirs envers
eux ; dans les cérémonies publiques, les Corcyréens ne leur
accordaient pas les marques d'honneur traditionnelles ; dans les
sacrifices ils n'offraient pas les prémices à un citoyen de
Corinthe, comme le faisaient les autres colonies. Ils dédaignaient
leur métropole, car à cette époque leurs richesses les avaient mis
sur le même plan que les plus riches cités de la Grèce.”
Y este otro es extremadamente significativo, tanto en el
aspecto de la relación colonia/metropolis como
en el aspecto político igualitario de las colonias:
Libro I,
§ XXXIV172: “...qu'ils
sachent que toute colonie, lorsqu'elle est bien traitée, honore sa
métropole ; mais que mal traitée, elle s'en éloigne. Car si des
colons émigrent, ce n'est pas pour être les esclaves, mais les
égaux des gens de la métropole. … Que leur conduite envers nous
qui sommes leurs parents vous serve de leçon ...”
Y así se podrían seguir rastreando más referencias
coloniales en la obra de Tucídides... en particular, vale la pena
hacer referencia al inicio del Libro VI, cuando Tucídides, que se
dispone a narrar la intervención de Atenas en Sicilia (de
resultados desastrosos), hace una exposición de la historia de la
isla, y en particular, de las colonias que en ella se fundaron. Puede
verse173
en ese Libro VI, desde §II al §
V...
Queda claro con esta lectura de la obra de Tucídides
que las fuentes modernas consultadas en los apartados anteriores
de este punto del trabajo han bebido largamente en ella... Otras
fuentes antiguas griegas disponibles serían las obras de Diodoro
Sículo y de Plutarco. El primero, un siciliano del sigo I
a.C., escribe su ingente “Biblioteca Histórica”174,
en la que los libros IV y V tocan el tema de la Grecia mitológica y
de las colonizaciones, y los libros XI, XII y XIII tratan la época
descrita por Tucídides en el marco general del Siglo V a.C. Diodoro
ha tenido fuertes detractores, pero también otros le consideran una
autoridad en determinados períodos175.
Sabemos por ejemplo que una de sus fuentes fue la “Historia
Universal” de Eforo de Cime176,
historiador griego del siglo IV a.C., que no se ha conservado, pero
que es relativamente cercana a los hechos del Siglo V a.C. Y respecto
a Plutarco (Queronea, S. I d.C.), mirando el listado de biografías177
contenidas en sus “Vidas paralelas” vemos que podríamos
encontrar información en las de Temístocles (524-459), Pericles
(495-429), Alcibíades (450-404) y Timoleón (411-337).
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4.-Los Juegos Olímpicos.
4.1.-Origen y características. Su carácter
panhelénico.
Si se mira el mapa178
de Grecia, se observa que la península del Peloponeso -unida a la
Grecia continental por el Itsmo de Corinto- alberga un “triángulo
dorado” de elementos claves en la historia griega: al Este,
Micenas, la gran proyección hacia el pasado; al Sur, Esparta,
la que siempre se proyectó más allá de Corinto; y al
Noroeste, Olimpia, la gran proyección hacia el futuro. De
Micenas ya hemos hablado anteriormente, y Esparta ha sido una de las
protagonistas de la Guerra del Peloponeso narrada por Tucídices, así
que nos queda comentar qué tuvo de especial Olimpia, cuyos Juegos
han llegado hasta nuestra época.
Para empezar a entenderlo hay que comentar que la
religión griega, muy en resumen, “cristaliza” esencialmente en
fuerzas de la naturaleza que derivan y se encarnan hacia los
“dioses” en una especie de panteísmo naturalista179.
Esos dioses, a su vez, cristalizan para recibir el culto de sus
fieles en representaciones “tangibles” en forma de estatuas, que
serán albergadas en los templos. A diferencia de otras culturas -la
egipcia, por ejemplo- el templo griego no alberga al propio dios,
sino solamente a la estatua que lo representa. Esos templos van
apareciendo a todo lo largo de la historia griega, aunque es
solamente a partir del S. VIII cuando empiezan a construirse con
materiales y estructuras más duraderos, de forma que hemos podido
ver algo de lo debieron ser en su esplendor. No se busca para su
emplazamiento ningún sitio especialmente “privilegiado”, sino
que los vemos un poco por todas partes, aunque suele considerarse a
Corinto como la región donde se llegó a fijar el “orden”
constructivo inicial, que convenimos en llamar dórico.
Los templos no dejan de ser en gran manera una forma
palpable de manifestar la importancia y la pujanza de una
comunidad, de manera que hay tantos templos y tantos matices en
sus cultos como comunidades que los levantaron180.
Dado que la religión griega, aunque puede decirse que era un tema de
estado, era también era un tema propio de las comunidades cultuales,
la variedad de cultos y enfoques religiosos estaba garantizada.
Pueden citarse muchos templos en muchos lugares, pero lo
que ahora queremos destacar es que algunos de ellos, a base de
influencias varias, lograron alcanzar un carácter menos localista,
más genérico, más abierto a todos los griegos a los que atraían
con diferentes motivos y actividades... Llamamos a esos santuarios
(más que un simple templo pues...) “panhelénicos” y fueron
piezas clave en el desarrollo del corpus griego común181.
Típicamente, citaríamos como ejemplos de santuarios panhelénicos
el de Apolo en Delfos -ya se ha comentado su carácter de
oráculo fundamental en la expansión arcaica- y el de Zeus en
Olimpia, dedicado a los Juegos que llevan su nombre. Y como
siempre, podemos encontrar ejemplos de todo tipor13:
Delfos también organizaba además sus propios Juegos Píticos
en honor de Apolo, y sin salir del Peloponeso podemos citar los
Juegos Ístmicos, en honor de Poseidón en Corinto, y los
Juegos Nemeos, en honor de Zeus en la llanura de Nemea,
cantados todos ellos por Píndaror14
en sus Epiniciosr15.
Todos los Juegos citados (Olímpicos, Píticos, Ístmicos
y Nemeos) respondían al hecho de que los griegos consideraban este
tipo de certámenes -normalmente desarrollados en el marco de un
festival más general- como una referencia religiosa, de ámbito
público, en la que el individuo se diluía en lo colectivo, y su
disputa era una manera de honrar a su familia, su clase, su ciudad,
sus dioses. Manifestación tanto social como religiosa, se basaban en
la areté, esa “cualidad de perfección”, de origen
divino, cuyo ejercicio era un claro homenaje a los dioses que
la habían donado al hombre182.
Y no es difícil rastrear en épocas pasadas esta idea de la
competición como homenaje, tal como se explica, por ejemplo, en La
Ilíada -Canto XXIII- en los funerales de Patroclo: carreras -de
carros y a pie-, lucha libre y boxeo, lanzamiento de peso y jabalina,
tiro con arco... serían competiciones de los héroes homéricos que
se repetirían en el tiempo arcaico.
En resumen, con un origen heroico y religioso,
estas actividades “deportivas” ayudaron a conformar el
panhelenismo aglutinador
de la idea de la Grecia común, aunque diversa y no siempre pacífica, con
importantes momentos muy “cainitas”.
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al índice)
4.2.-La organización de los Juegos.
Aunque escribamos estas líneas pensando esencialmente
en los Juegos Olímpicos, el paradigma de esta clase de
manifestación, lo que de ellos digamos es compartido en gran manera
con los otros citados.
Suele aceptarse que
la fecha de inicio de los Juegos Olímpicos es la del año
776, de acuerdo con Timeo de Taormina183,
citado por Osborner16,
p. 24. Su periodicidad era de cuatro años, se celebraban en pleno
verano, y eran precedidos por una convocatoria general en toda
Grecia. Su duración variaba entre cinco y siete días, durante los
cuales se suspendía todo tipo de conflicto armado, garantizando esta
tregua olímpica la asistencia de numerosos atletas y espectadores.
Según
Gómez Espelosín184, las pruebas
que se celebraban eran las carreras de carros, las carreras a pie,
saltos de longitud, lanzamiento de jabalina, lanzamiento de disco,
boxeo y pancracio. Pero Mínguez185
habla de “diez competiciones”, sin especificarlas, y en otras
fuentes186
se cita también la lucha libre. El llamado Pentatlón,
que agrupaba cinco de esas competiciones, era el plato fuerte de la
Olimpíada, y la que más prestigio daba a los atletas, junto con la
carrera de carros.
Estos
atletas participantes
debían ser exclusivamente griegos, varones no esclavos ni con
pleitos pendientes con la justicia. Siguiendo las costumbres
habituales, las mujeres no podían participar, y ni siquiera podían
entrar en el santuario a presenciar las pruebas. Los atletas se
sometían a reconocimientos médicos, a diferentes ritos de
purificación, y prestaban juramento a las reglas establecidas, cuya
no observancia era fuertemente sancionada187.
Los premios eran meramente simbólicos (una corona de olivo o,
posteriormente, de laurel), pero su carga emocional era elevadísima,
y un atleta vencedor en Olimpia gozaba de todo tipo de reconocimiento
social.
Debido a la
extensión a otros lugares de estos pruebas atléticas, que se
alternaban en el tiempo, no había prácticamente año en el que no
se celebrase alguna. El desplazamiento de los espectadores, la
repercusión social y económica, el reconocimiento de los atletas
-vencedores y no vencedores- …. fueron motivos claros por los
cuales los griegos fueron desarrollando -y manteniendo- el
panhelenismo que antes se ha comentado. Obviamente, los
griegos no estaban en absoluto aglutinados políticamente, pero
tenían en el lenguaje y la religión una potente fuente de
reconocimiento identitario, y los Juegos Olímpicos tuvieron una gran
parte en ello.
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al índice)
4.3.-La proyección posterior.
Con los naturales cambios que los años fueron obligando
(por ejemplo, en época de Filippo II los Macedonios fueron admitidos
en las competiciones) los Juegos Olímpicos extendieron su actividad
hasta finales del Siglo IV d.C. En el período romano, los
espectáculos “similares” no fueron en realidad nada parecido a
los griegos, de los que les separaba totalmente la esencia religiosa
y el sentimiento identitario que ya hemos comentado.
El advenimiento del cristianismo fue el principio del
fin de los Juegos Olímpicos, dada la “especialísima”
opinión cristiana sobre la competición deportiva, la desnudez de
los atletas, la religiosidad expresada mediante la actividad
física... Teodosio I publica el Edicto de Tesalónica188
en el 380 d.C. adoptando la católica como religión oficial del
Imperio y, consecuentemente, en el 393 d.C. prohibe los Juegos por su
carga pagana, siendo este el último año de su celebración (doce
siglos después de su inicio...) En el 395 d.C. los godos arrasan
físicamente Olimpia, y el el 408 d.C. Teodosio II y Honorio, ya con
el Imperio Romano dividido, ordenan la destrucción completa de todos
los centros de culto pagano. Sic transit gloria mundi...
Sin embargo, los Juegos Olímpicos
“resucitaron” de la mano del Barón de Coubertin que los impulsó
a partir de 1894 d.C. Los primeros JJ.OO. de la Época Moderna
tuvieron lugar -como no podía ser menos- en Atenas en 1896, y desde
entonces se han venido celebrando cada cuatro años, con las
excepciones de 1916, 1940 y 1944 debidas a la I y II Guerras
Mundiales.
Aunque se hable hasta la saciedad
del “espíritu olímpico” como el conjunto de virtudes que
debería presidir los JJ.OO. Modernos, hay en realidad un alejamiento
total de lo que fueron los Juegos Olímpicos en la antigüedad.
Como marco general de esa
diferencia189,
hay que decir que los griegos hacían de sus Juegos una manifestación
de su religiosidad mientras que en los JJ.OO. Modernos nada hay que
la recuerde. Se trata de una manifestación esencialmente deportiva,
sin ninguna referencia religiosa. Si hay que buscar alguna
referencia más “trascendente”, podemos ver en ellos motivaciones
políticas espurias, alejadas del espíritu deportivo que
predican. Basta con recordar las Olimpiadas de Berlín de 1936, o la
participación de la URSS en las de Helsinki en 1952 en plena “guerra
fría”, la utilización partidista/propagandística de las de
México en 1968, la actitud iraní en la actualidad, boicoteando a
Israel... (como muchos otros boicots, ciertamente...) para ver que un
acontecimiento en principio sólo deportivo puede ser usado para
muchos otros fines, tergiversando su idea original.
En cuanto a detalles concretos190
en los que puedan verse diferencias entre los JJ.OO. Antiguos y
Modernos, hay infinidad191
de ellos. Sin ánimo de exhaustividad, saltan a la vista los
siguientes (el orden no significa ninguna clasificación por
importancia...)
-Los participantes no son
ya de un sólo país, sino que compiten atletas de todo el mundo. Lo
que aglutinaba a los griegos en su helenismo ya no puede producir ese
mismo efecto cuando la competición se extiende a más de dos
centenares de países. Y el tema de la nacionalidad de los
atletas se presta a todo tipo de incidencias, como se ve
frecuentemente (un finlandés corriendo -y dopándose- esquí de
fondo en el equipo español, por ejemplo)
-Esos atletas ya no pueden
considerarse en muchos casos como simples amateurs, como lo
eran los griegos, y la polémica entre amateurismo versus
profesionalismo está siempre subyacente en muchos deportes
olímpicos.
-Esos deportes olímpicos, que en
la antigüedad no pasaban de la decena, se han multiplicado
extraordinariamente, en muchas ocasiones por motivos
extradeportivos -prestigio, agravios comparativos, intereses
económicos...- y se ha llegado a introducir algunos harto
peregrinos. En la sociedad actual, el deporte como expresión del
ocio no tiene nada que ver como el deporte (mejor sería llamarlo
ejercicio físico sin más) tal como se entendía en el mundo
olímpico griego, y ello es quizás la causa de su diversificación
dentro de los Juegos Modernos.
-Los Juegos Modernos acogen
pruebas colectivas, que no existían en Olimpia, donde eran
estrictamente individuales.
-La duración de las pruebas
se ha, como mínimo, doblado, a pesar de la utilización de múltiples
sedes para acoger tantos deportes y tantos atletas. Olimpia
constituía claramente una única sede, mientras que los Juegos
actuales se reparten mucho en las proximidades de las sedes
principales. Por su volumen, las repercusiones económicas y
urbanísticas no son siempre positivas.
-Los espectadores que asisten
presencialmente a los Juegos se han convertido en una fuente de
ingresos, ya que la posibilidad de verlos in situ es siempre de
pago, lo que en Olimpia no se planteaba.
-La tecnología ha influido
enormemente en los Juegos, para bien y para mal. Un efecto
positivo lo constituye la retransmisión por televisión a todo el
mundo, dándoles así una gran difusión, pero a cambio las
tecnologías biomédicas han introducido el oscuro mundo del dopaje
en los Juegos. El deporte de alta competición busca el rendimiento
máximo, la victoria es su objetivo ¿a cualquier precio?, mientras
que el olimpismo antiguo buscaba la estética de la perfección sin
que el triunfo pudiese obtenerse de cualquier manera fuera de las
normas establecidas.
-Esa misma tecnología de los mass
media ha sido un arma de doble filo... por un lado produce una
difusión amplísima, pero esa difusión es un atractivo para
fenómenos como el del terrorismo, como se vio, por ejemplo,
en las Olimpiadas de Munich de 1972, situación nada comparable a la
de la “tregua sagrada” en los Juegos antiguos griegos.
-Los Juegos en Olimpia eran
únicos, aunque se celebrasen otros diferentes en otros sitios, cada
uno dedicado a un dios, como vimos anteriormente. En la actualidad,
además de los Juegos Olímpicos se celebran también los Juegos
Olímpicos de Invierno, los de la Juventud y los Paralímpicos, que
ponen el acento en otros focos deportivos/sociales diferentes.
Y ello sin entrar en el mundo de los juegos “locales”:
Panamericanos, de Oceanía, de la Francofonía, del Mediterráneo...
-Los premios siguen siendo
“simbólicos” en los JJ.OO. Modernos, en forma de medallas. Pero
en la realidad vemos luego Mark Spitz gestionando piscinas y ropa de
natación, a Alberto Tomba representando diferentes marcas de
material de esquí... la remuneración de los ganadores
famosos existe indudablemente, y a unos niveles impensables en los
Juegos Antiguos.
-No todas las diferencias que se
pueden encontrar, como las que hemos citado, dan un saldo “negativo”
para los JJ.OO. Modernos... por ejemplo, la mujer se ha ido
incorporando a la participación en los Juegos, aunque
ciertamente ha costado hacerlo totalmente, si es que ello puede
decirse así. Los países ricos del área musulmana (Barein, Emiratos
Árabes, Arabia Saudita, Catar,...) son muy reticentes a la
participación femenina, que administran con cuentagotas, y siempre
que se trate de determinados deportes en los que sea fácil el
control de la indumentaria, por ejemplo. Y, por el contrario, no hay
pruebas de natación sincronizada para atletas masculinos... ¿es
discriminatorio, como piensan algunos?
Muy en resumen, los Juegos
Antiguos fueron un aspecto de una fiesta de carácter eminentemente
religioso, y que al trasplantarse miméticamente a los Juegos
Modernos -que ya no pueden tener ese carácter religioso- se han
convertido en una manifestación estrictamente social/deportiva (un
espectáculo de primer orden, eso sí) que se mantiene en gran medida
por intereses de imagen nacional/ciudadana y económicos/urbanísticos,
con grandes diferencias con los orígenes griegos. Los Juegos
Modernos, en comparación con los Antiguos, se han secularizado
en su intencionalidad, se han democratizado en su
participación, se han masificado en su espectacularidad y han
hecho del récord su doctrina justificativa.
(Volver
al índice)
5.-A modo de conclusión.
Al final de este trabajo,
como en general de todos, conviene hacer una, aunque sea breve,
mirada sobre lo estudiado, para evitar que los árboles nos impidan
ver el bosque...
En estas páginas que
aquí acaban hemos hecho un recorrido por los inicios del mundo
griego, desde sus lejanos orígenes minoicos y micénicos hasta
la Época Arcaica.
Si tuviese que poner un
subtítulo a este trabajo, lo denominaría “las proyecciones
griegas”... Efectivamente, en él hemos estudiado cuatro
proyecciones bien diferentes desde el núcleo griego arcaico: una
primera, histórica/arqueológica, hacia muy atrás, hacia el
mundo mediterráneo anterior al 1200 a.C., en la que la leyenda y la
historia aún están por deslindar; la segunda proyección ha sido
literaria, asistiendo a la recuperación de la escritura y la
plasmación/fijación de los poemas homéricos... ; la tercera
proyección ha sido geográfica, estudiando cómo la Grecia
Arcaica se expande en el ámbito Mediterráneo (esencialmente...); y
la cuarta proyección ha sido temporal, de futuro, viendo cómo
-con sus diferencias- las manifestaciones religiosas griegas han
pervivido en cierta manera bajo la forma de los Juegos Olímpicos.
Se empezó hablando de un
“amasijo” de pobladores de diferentes -y a veces, desconocidos-
orígenes, y se acaba con una población que ya se autodenomina
Hélade, que aún no ha llegado a aglutinarse en una única
estructura política y social (lo que, de hecho, sospecho que no se
conseguirá del todo tampoco más adelante, excepción hecha del
breve reinado de Alejandro Magno...) y que está sentando las
bases de lo que constituirá la cuna de mucho de nuestra
civilización, la Época Clásica. A ella nos dedicaremos
próximamente.
José Carlos Vilches Peña. En Vielha, octubre de 2014.
(Volver al índice)
Anexo I: referencias a Minos y Néstor.
Sobre
Minos:
En
La Ilíada:
Canto
XIII, 446 y ss. Habla Idomeneo a Deífobo: “Ven
hombre admirable, ponte delante y verás quién es el descendiente de
Zeus que aquí ha venido; porque Zeus engendró a Minos, protector de
Creta; Minos fue padre del eximio Deucalión, y de éste nací yo que
reino sobre muchos hombres en la vasta Creta y vine a las naves para
ser una plaga para ti, para tu padre y para los demás teucros.”
Canto XIV, 312 y ss. Habla Zeus a Hera: “nunca
he amado así, ni a la esposa de Ixión, que parió a Parítoo,
consejero igual a los dioses; ni a Dánae, la de bellos talones, hija
de Acrisio, que dio a luz a Perseo, el más ilustre de los hombres,
ni a la celebrada hija de Fénix, que fue madre de Minos y de
Radamantis, igual a un dios;”
En La Odisea:
Canto XI, 321 y ss. Habla Odiseo narrando su
descenso al Hades: “Vi a Fedra, a Procris y a la
hermosa Ariadna, hija del artero Minos, que Teseo se llevó de Creta
al feraz territorio de la sagrada Atenas mas no pudo lograrla, porque
Artemis la mató en Día, situada en medio de las olas, por la
acusación de Dióniso.”
Canto XI, 568 y ss. Habla Odiseo narrando su
descenso al Hades: “Allí vi a Minos, ilustre
vástago de Zeus, sentado y empuñando áureo cetro, pues
administraba justicia a los difuntos. Estos, unos sentados y otros en
pie a su alrededor, exponían sus causas al soberano en la morada de
Hades.”
Canto
XVII, 513 y ss. Habla Eumeo respondiendo a Penélope: “Asegura
que fue huésped del padre de Odiseo y que vive en Creta, donde está
el linaje de Minos.”
Canto
XIX, 172 y ss. Habla Odiseo respondiendo a Penélope: “Entre
las ciudades se halla Cnosos, gran población, en la cual reinó por
espacio de nueve años Minos, que conversaba con el gran Zeus y fue
padre de mi padre, del magnánimo Deucalión. Este engendróme a mí
y al rey Idomeneo, que fue a Ilión en las corvas naves, juntamente
con los Atridas; mi preclaro nombre es Etón”
(Volver
al Punto 1.2)
Sobre
Néstor:
Muy
diferente es la situación que encontramos cuando rastreamos a Néstor
en los poemas homéricos. Las referencias al rey de Pilos son
continuas, y su elevado número nos obliga a hacer una selección
de ellas, selección que tendrá como criterio el que nos dé alguna
indicación sobre su personalidad y sobre cómo le veían sus
coetáneos, dejando de lado las que sólo traten de su linaje o
las que sean repeticiones sin más. De esta manera, destacaría las
siguientes: (la negrita es mía)
En
La Ilíada:
Canto
I, 245 y ss. Néstor interviene en la discusión de Aquiles y
Agamemnón por Briseida: “Pero
levantóse Néstor, suave
en el hablar, elocuente orador
de los pilios, de cuya boca las
palabras fluían más dulces que la miel—había
visto perecer dos generaciones de hombres de voz articulada que
nacieron y se criaron con él en la divina Pilos y reinaba sobre la
tercera— y benévolo
les arengó diciendo:”
Canto
II, 16 y ss. Hipno adopta la figura de Néstor para aparecerse a
Agamemnón: “Partió
el Hipno al oír el mandato, llegó en un instante a las veleras
naves aqueas, y hallando dormido en su tienda al Atrida Agamemnón
—alrededor del héroe habíase difundido el sueño inmortal—
púsose sobre la cabeza del mismo, y tomó la figura de Néstor, hijo
de Neleo, que era el
anciano a quien aquél más honraba.”
Canto
II, 76 y ss. Néstor habla sobre el sueño de Agamemnón:
“Seguidamente levantóse Néstor, que
era rey de la arenosa Pilos, y benévolo
les arengó”
Canto
II, 333 y ss. Néstor arenga a los argivos ante las naves: “Y
Néstor, caballero gerenio192,
les arengó diciendo”
Canto
V, 561 y ss. En pelea con Eneas: “Pero
Antíloco, hijo del magnánimo
Néstor”
Canto
VII, 313 y ss. Tras el reto de Héctor: “el anciano
Néstor, cuya opinión era considerada siempre como la
mejor, comenzó a darles un consejo. Y
arengándolos con benevolencia,
así les dijo”
Canto
VIII, 78 y ss. Perseguido por Héctor: “sólo
se queda Néstor gerenio, protector
de los aqueos, ”
Canto
IX, 50 y ss. Tras el discurso de Diomedes: “Y
el caballero
Néstor se levantó y dijo”
Canto
X, 1 y ss: Agamemnón, pensando soluciones: “creyendo
que la mejor resolución sería acudir a Néstor Nelida, el más ilustre
de los hombres”
Canto
X, 42 y ss. Agamemnón, buscando a Néstor: “mientras
voy en busca del divino
Néstor y le pido que se levante”
Canto
X, 72 y ss. Agamemnón, buscando a Néstor: “y
fue en busca de Néstor, pastor de
hombres.”
Canto
X, 86 y ss. Agamemnón dice a Néstor: “¡Néstor
Nelida, gloria insigne
de los aqueos!”
Canto
XI, 489 y ss. En la lucha: “un
inmenso vocerío se dejaba oír alrededor del gran
Néstor y del bizarro Idomeneo … al punto habló Idomeneo al divino
Néstor:”
Canto XI, 618 y ss. Sobre la copa de Néstor: “los
aqueos se la adjudicaron a Néstor, que a
todos superaba en el consejo”
Canto
XIV, 1 y ss. Néstor habla a Macaón: “Néstor,
aunque estaba bebiendo, no dejó de advertir la gritería; y hablando
al descendiente de Asclepio, pronunció estas aladas
palabras:”
Canto
XXIII, 626 y ss. Néstor contesta a Aquiles: “se
me alegra el corazón al ver que te acuerdas siempre del buen
Néstor y no dejas de advertir con qué honores he
de ser honrado
entre los aqueos.”
Las
demás referencias a Néstor en La Ilíada las
dejo aquí simplemente indicadas, ya que considero que no aportan
gran cosa más sobre nuestro personaje:
Canto
II: 53, 56, 394, 419, 546, 591; Canto IV: 292, 317; Canto VI: 32, 66;
Canto VII: 120, 161, 181; Canto VIII: 112, 130, 151, 184; Canto IX:
89, 162, 173; Canto X: 102, 128, 131, 143, 148, 168, 194, 220, 227,
526, 543, 554; Canto XI: 511, 516, 597, 608, 655, 786, 837; Canto
XIII: 383, 540; Canto XIV: 27, 42, 52, 64; Canto XV: 367, 572, 653;
Canto XVI: 317; Canto XVII, 366, 652, 673; Canto XVIII: 15; Canto
XIX: 238, 309; Canto XXIII: 287, 349, 403, 539, 596, 612, 754
En
La Odisea:
Canto
I, 252 y ss. Atenea habla a Telémaco: “También
a ti te daré un prudente consejo, por si te decidieras a seguirlo:
Apresta la mejor embarcación que hallares, con veinte remeros; ve a
preguntar por tu padre, cuya ausencia se hace ya tan larga, y quizá
algún mortal te hablará del mismo o llegará a tus oídos la fama
que procede de Zeus y es la que más difunde la gloria de los
hombres. Trasládate primeramente a Pilos e interroga al divinal
Néstor; y desde allí ve a Esparta, al rubio Menelao,”
Canto
III, 14 y ss. Atenea habla a Telémaco: “Ea,
ve directamente a Néstor, domador de
caballos, y sepamos qué guarda allá
en su pecho. Ruégale tú mismo que sea veraz, y no mentirá, porque
es muy sensato.”
Canto
III, 55 y ss. Atenea ruega a Poseidón: “Ante
todas cosas llena
de gloria a Néstor
y a sus vástagos”
Canto
III, 79 y ss. Telémaco pregunta a Néstor: “Néstor
Nelida, gloria
insigne
de los aqueos! Preguntas de dónde somos.”
Canto
III, 239 y ss. Telémaco dice a Atenea: “Pero
ahora quiero interrogar a Néstor y hacerle otra pregunta, ya que en
justicia y prudencia sobresale entre todos
y dicen que ha reinado durante tres generaciones de hombres; de
suerte que, al contemplarlo me
parece un inmortal.”
Canto
III, 465 y ss. Tras el baño de Telémaco: “Telémaco
salió del baño, con el cuerpo parecido al de los inmortales, y fue
a sentarse junto a Néstor, pastor
de pueblos”
Canto
XI, 504 y ss. Odiseo habla a Aquiles en el Hades: “mas
de tu hijo Neoptólemo te diré toda la verdad, …
hablaba siempre antes que ninguno y sin errar; y de ordinario tan
sólo el divino
Néstor y yo le aventajábamos”
Canto
XXIV, 43 y ss. El alma de Agamemnón habla con el alma de Aquiles:
“tal temblor les entró a todos los aqueos, que se lanzaron a las
cóncavas naves si no los detuviera un hombre que conocía muchas y
antiguas cosas, Néstor, cuya opinión era considerada siempre como
la mejor.
Este, pues, arengándolos con benevolencia,
les habló diciendo:”
Las
demás referencias a Néstor en La Odisea las
dejo aquí simplemente indicadas, ya que considero que no aportan
gran cosa más sobre nuestro personaje:
Canto
III: 29, 62, 102, 201, 210, 253, 337, 385, 395, 404, 430, 447, 465,
470; Canto IV: 20, 65, 155, 183, 190, 203, 296, 485; Canto XI: 281;
Canto XV: 1, 143, 151, 155, 192; Canto XVII: 108.
(Volver
al Punto 1.2)
(Volver
al índice)
Anexo II: La expansión
griega, por zonas de destino.
Sicilia
756
|
Zancle/Messina
|
Eubea
|
736
|
Tauromenion/Taormina
|
Zancle/Messina
|
734
|
Naxos
|
Eubea
|
734
|
Siracusa
|
Corinto
|
729
|
Catania
|
Eubea
|
729
|
Leontini
|
Eubea
|
728
|
Megara
Hiblea
|
Megara
|
678
|
Gela
|
Rodios
y cretenses
|
648
|
Hímera,
648
|
Zancle/Messina
|
630
|
Selinunte
|
Megara Hiblea
|
580
|
Acragas/Agrigento
|
Gela
|
Sur
de Italia
750
|
Cumas
|
Eubeos
|
730
|
Region
/ Reggio Calabria
|
Eubeos
|
720
|
Sibaris
y Crotona
|
Aqueos
de Hélice y Trecén
|
706
|
Taras/Tarento
|
Esparta
|
700
|
Locros/Locri
|
Lócridos
opuntios
|
690
|
Metaponto
|
Aqueos
|
600
|
Poseidonia/Paestum
|
Sibaris
|
Costa Mediterránea Norte
743
|
Corcira/Corfú
|
Corinto
|
720-708
|
Tasos
|
Paros
|
627
|
Epidamno/Dyrrhachium
|
Corcira/Corfú
|
588
|
Apollonia
|
Corcira/Corfú
|
560
|
Heraclea
Póntica/¿Siris?
|
Megara
|
Mar
Negro
675
|
Ástaco
|
Megara
|
674
|
Calcedonia
|
Megara
|
670
|
Selimbria
|
Megara
|
667
|
Bizancio
|
Megara
|
657
|
Istria/Istros
|
Mileto
|
650
|
Abido,
Olbia, Cícico, Sínope
|
Mileto
|
647
|
Berezan-Borístenes
|
Mileto
|
610
|
Apolonia
Póntica
|
Mileto
|
610
|
Sigeo
|
Atenas
|
560
|
Panticapea
|
Mileto
|
Norte de África
632
|
Cirene
|
Tera
|
630
|
Platea
|
Tera
|
570
|
Naucratis
|
Varias
ciudades
|
En Occidente
600
|
Tartessos,
Masalía/Marsella
|
Focea
|
590
|
Emporion/Ampurias
|
Focea
|
Mar Adriático-Norte
540
|
Adria
|
Aegina
|
540
|
Spina
|
???
|
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Anexo III: La expansión
griega, cronología general.
Fecha
(a.C.)
|
Destino
|
Origen
|
Zona
de destino
|
756
|
Zancle/Messina
|
Eubea
|
Sicilia
|
750
|
Cumas
|
Eubeos
|
Sur
de Italia
|
743
|
Corcira/Corfú
|
Corinto
|
Costa
Med. Norte
|
736
|
Tauromenion/Taormina
|
Zancle/Messina
|
Sicilia
|
734
|
Naxos
|
Eubea
|
Sicilia
|
734
|
Siracusa
|
Corinto
|
Sicilia
|
730
|
Region
/ Reggio Calabria
|
Eubeos
|
Sur
de Italia
|
729
|
Catania
|
Eubea
|
Sicilia
|
729
|
Leontini
|
Eubea
|
Sicilia
|
728
|
Megara
Hiblea
|
Megara
|
Sicilia
|
720
|
Sibaris
y Crotona
|
Aqueos
de Hélice y Trecén
|
Sur
de Italia
|
720-708
|
Tasos
|
Paros
|
Costa
Med. Norte
|
706
|
Taras/Tarento
|
Esparta
|
Sur
de Italia
|
700
|
Locros/Locri
|
Lócridos
opuntios
|
Sur
de Italia
|
690
|
Metaponto
|
Aqueos
|
Sur
de Italia
|
678
|
Gela
|
Rodios
y cretenses
|
Sicilia
|
675
|
Ástaco
|
Megara
|
Mar
Negro
|
674
|
Calcedonia
|
Megara
|
Mar
Negro
|
670
|
Selimbria
|
Megara
|
Mar
Negro
|
667
|
Bizancio
|
Megara
|
Mar
Negro
|
657
|
Istria/Istros
|
Mileto
|
Mar
Negro
|
650
|
Abido,
Olbia, Cícico, Sínope
|
Mileto
|
Mar
Negro
|
648
|
Hímera,
648
|
Zancle/Messina
|
Sicilia
|
647
|
Berezan-Borístenes
|
Mileto
|
Mar
Negro
|
632
|
Cirene
|
Tera
|
Norte
de África
|
630
|
Platea
|
Tera
|
Norte
de África
|
630
|
Selinunte
|
Megara Hiblea
|
Sicilia
|
627
|
Epidamno/Dyrrhachium
|
Corcira/Corfú
|
Costa
Med. Norte
|
610
|
Apolonia
Póntica
|
Mileto
|
Mar
Negro
|
610
|
Sigeo
|
Atenas
|
Mar
Negro
|
600
|
Poseidonia/Paestum
|
Sibaris
|
Sur
de Italia
|
600
|
Tartessos,
Masalía/Marsella
|
Focea
|
En
Occidente
|
590
|
Emporion/Ampurias
|
Focea
|
En
Occidente
|
588
|
Apollonia
|
Corcira/Corfú
|
Costa
Med. Norte
|
580
|
Acragas/Agrigento
|
Gela
|
Sicilia
|
570
|
Naucratis
|
Varias
ciudades
|
Norte
de África
|
560
|
Heraclea
Póntica/¿Siris?
|
Megara
|
Costa
Med. Norte
|
560
|
Panticapea
|
Mileto
|
Mar
Negro
|
540
|
Adria
|
Aegina
|
Mar
Adriático-Norte
|
540
|
Spina
|
???
|
Mar
Adriático-Norte
|
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Biblio y webgrafía.
Se ha
procurado no interrumpir en exceso el texto, para mayor comodidad a
la hora de leerlo, por lo que algunos detalles y enlaces a imágenes
aclaratorias se han puesto en Notas al pie de página, que se agrupan ahora al final del documento. Clicando en el
número que las identifica podemos leer la Nota. Para retroceder al texto donde se dejó, basta con clicar en
el número de orden que antecede a la Nota.
Las
referencias de las obras en papel y en línea que se han consultado
más a fondo, en mayor o menor grado, están al final del documento,
agrupadas como Notas Finales. El número que las identifica
está precedido de la letra "r" y clicando en él nos baja al pie del
documento para leer la Nota Final correspondiente. Para retroceder
al texto donde se dejó, basta con clicar en el número de orden que
antecede a la Nota, que aparece entre corchetes.
Para las
referencias se ha utilizado la normativa del TermCat y se han
dejado en el orden en que aparecen en el documento, para permitir
seguir mejor su relación con el mismo.
Respecto a
la inclusión o no de imágenes en el texto, se ha valorado
cuidadosamente el hacerlo o no, y la decisión ha sido la habitual:
no ponerlas, con alguna mínima excepción. Pienso que no se trata de
hacer una colección de imágenes, que podrían ser centenares, sino
construir un texto razonado sobre los temas propuestos.
Evidentemente, se ponen los enlaces a aquellas imágenes que se
considera relevante verlas al menos una vez, cosa muy recomendable si
no se conoce personalmente la obra comentada.
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al índice)
1Percy
Bysshe Shelley (1792 – 1822) en el prefacio de su drama
lírico Hellas (1821):
“We
are all Greeks. Our laws, our literature, our religion, our arts
have their root in Greece.”
Verlo
en
http://en.wikisource.org/wiki/Hellas
[6/10/14]
4“Las
islas estaban en ebullición, el caos reinaba en ellas. Sus
habitantes huyeron todos al mismo tiempo. Ningún país podía
resistirlos […] los destruyeron y se reagruparon en plena tierra
amorrita.” Inscripción en un
muro del Templo de Medinet-Habu, hacia 1190 a.C., reinando el Faraón
Ramsés III.
12Hidalgo
et al., p. 58-59.
25Véase,
p. ej., Morkot, p. 24-25.
26“...Entre
estas ciudades está Cnossós, una gran urbe donde reinó durante
nueve años Minos, confidente del gran Zeus, padre de mi padre el
magnánimo Deucalión...”
(Canto XIX, 172 y ss.)
31Bailly,
A. Dictionnaire Grec-Français.
París: Lib. Hachette, 1961. 2230 p. Ver p. 1162.
32Hay
que hacer notar que “laberinto” se escribe λᾰβύρινθος
que parece tener raíces comunes con
λάβρυς
...
34Véase,
p. ej., el mapa del comercio del Bronce en el Mediterráneo en la
página 29 de la obra citada de Morkot.
35Hidalgo
et al., p. 47-48.
38Ver
la bibliografía en Notas Finales del documento.
40Carreras
et al., p. 19 y ss.
42Hidalgo
et al., p. 48-49.
44Hidalgo
et al., pág 60-61.
46Hidalgo
et al., p. 63-67.
48Carreras
et al., II, p. 24-25.
52Hidalgo
et al., p. 79-81.
56Un
inciso personal: de bien pequeño me regalaron un maravilloso libro,
que aún conservo (una edición de
1952), titulado “Las más bellas leyendas de la
antigüedad clásica” de
Gustav Schwab . En él figuran versiones en prosa de los tres
poemas, y debo reconocer que recuerdo perfectamente que al llegar a
La Eneida siempre
notaba una cierta “frialdad”, un desapego que me incitaba a
abandonar su lectura, un tanto insulsa tras las maravillas de
Aquiles y Odiseo... hoy entiendo un poco mejor, creo, el porqué de
ello...
58Un
ejemplo, tomado del latín de Ovidio en La Metamorfosis,
podría ser el verso
“...impera,
y de castigo, si no la encontrara, añade...”
que se dividiría en seis medidas/pies así:
“...impera
/ y de cas / tigo si / no la en / contrara / añade...”
Y si se leen con
la debida entonación, se reconocen claramente los dáctilos
larga-breve-breve.
60Vidal-Naquet,
fig. 7, p. 78.
61No
es Homero más que un iniciador de la teogonía
que Hesíodo desarrollará posteriormente... (Finley, p. 28)
62Podría
ser interesante ver cómo queda La Ilíada
si los dioses desaparecen.... un ejercicio de estilo llevado a cabo
por Alessandro Baricco en su Homero, Ilíada
(Anagrama, 2005) vivamente recomendable.
64Carreras
et al., p. 55-57.
66Grimal,
p. 368. Pero en la p. 83 dice el mismo Grimal que lo es de la poesía
lírica...
68La
Odisea, versión de Carles
Riba, p. 35. Canto I, 149 y ss. Vuelve a aparecer Femio en el Canto
I, 337 y ss., y en otras dos ocasiones...
69La
Odisea, versión de Carles
Riba, p. 169. Canto VIII, 71 y ss.
70La
Odisea, versión de Carles
Riba, p. 175. Canto VIII, 256 y ss.
71La
Odisea, versión de Carles
Riba, p. 73. Canto III, 253 y ss.
73La
Odisea, versión de Carles
Riba, p. 84. Canto IV, 15 y ss.
74La
Ilíada, versión de Lluis
Segalà, p. 204. Canto XVIII, 590 y ss.
75La
Ilíada, versión de Lluis
Segalà i Estalella, p. 28. Canto II, 591 y ss.
82No
hay que olvidar la dificultad de la traducción de los poemas
homéricos, y una de las primeras cosas a decidir por el traductor
es si respetará el estilo formular o introducirá cambios en las
fórmulas para dar una mayor variedad al texto (recordad a
Baricco...) Un estudio sobre esa decisión puede verse aquí:
http://institucional.us.es/revistas/habis/28/20%20garcia%20de%20paso.pdf
[10/10/14]
83Deiforme
= semejante a los dioses ¿sinónimo de divino/divinal? Usado
también para otros personajes. A Alcínoo se le nombra también
como magnánimo, héroe, prudente, egregio,poderoso,...
84Se
refiere a Hefesto, también llamado el ilustre herrero, el ilustre
artífice, prudente,...
85Otra
forma de denominar a Afrodita, haciendo referencia a Citera, donde
fue llevada recién nacida por los Céfiros (Grimal, p. 11)
86Crono
corta los testículos a Urano, y cayendo estos al agua engendran a
la diosa Afrodita. Así que según se quiera mirar, Afrodita Urania
es hija de Urano, o de Crono, o de la espuma del mar...; en
otras leyendas, Afrodita Pandemos
es hija de Zeus y Dione.
87También
es llamada hermosa, sonora/melodiosa, curvada,... se observa cierta
confusión en las traducciones, ya que se usa a veces como sinónimo
de lira, lo que no es correcto.
96Gómez
Espelosín, p. 51.
97Finley,
p. 38; Gómez Espelosín, pág 51 y 66; Hidalgo, p. 107; Carreras et
al., I-p. 33 y ss, y II-p. 13 y
ss.
99Carreras
et al., I-p. 31. Carreras
habla de una situación de “precolonización”.
100Gómez
Espelosín, p. 51.
102Gómez
Espelosín, p. 56-66; Finley, p. 38; Hidalgo et al., p.
107; Carreras et al.,
II-p. 13 y ss.
103Carreras
et al., I-p. 33 y ss, II-p.
13 y ss.; Finley, p. 38; Hidalgo et al.,
p. 107 y ss.; Gómez Espelosín, p. 56-66.
116Carreras
et al., I-p. 33 y ss, II-p.
13 y ss.; Finley, p. 38; Hidalgo et al.,
p. 107 y ss.; Gómez Espelosín, p. 56-66.
142Morkot,
mapa de las p. 50-51.
143Carreras
et al., II-p. 13 y ss.
144Hidalgo
et al., p. 103-104.
147Gómez
Espelosín, p. 53.
148Gómez
Espelosín, p. 52.
150Hidalgo
et al., p. 104-105
151Gómez
Espelosín, p. 55.
152Carreras
et al., I-p. 33 y ss.
153Hidalgo
et al., p. 105-106.
154Hidalgo
et al., p. 106.
155Gómez
Espelosín, p. 55.
156Hidalgo
et al., p. 110-111.
181Hidalgo
et al., p. 181
184Gómez
Espelosín, p. 96.
192¿Derivado
de geron (anciano) o
relacionado con Gerenia, ciudad de Mesenia? Según las traducciones
consultadas, se dan ambos significados...
Listado de referencias bibliográficas:
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Reverte,
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Barcelona: Random House Mondadori, 2006. 491 p.
ISBN
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[r2]
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ed. Madrid:
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ISBN
84-239-1207-8 (Traducción
de Luis Segalà i Estalella)
[r2b]
Segalà
i Estalella,
Lluís. Traducción de La
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[r3b]
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i Estalella,
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[15/10/14]
[r4]
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[r5]
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84-335-9363-3
[r6]
Carreras
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César [et al.] El
mundo clásico I.
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Roldán
Hervás, José Manuel;
Sayas
Abengochea, Juan José. Historia de la Grecia Antigua.
Salamanca: Ediciones Universidad, 2008. 490 p. (Historia Salamanca
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[r8]
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978-84-493-2211-2
[r9]
Vernant,
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[r11]
Gómez
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Grecia y Roma; 8209)
ISBN
84-206-3653-3
[r12]
Voilquin,
Jean. Traducción
de Thucydide, Histoire de la Guerre Du Péloponnèse.
[en línea].
Philippe
Remacle: L'Antiquité grecque et Latine, 2009.
<http://remacle.org/>
[15/10/14]
[r12b]Rodríguez
Adrados,
Francisco.
Traducción
de Tucídides, Historia de la Guerra del Peloponeso
(Edición digital)
[r13]
Mínguez
Fernández,
Dionisio. Breve
Historia de la Antigua Grecia.
Madrid:
Nowtilus, 2007. 237 p. [Libro
electrónico: 1ª ed.]
(Breve
Historia)
ISBN-13
978-84-9763-205-8
[r16]
Osborne,
Robin
(ed.) La Grecia Clásica. 500-323 a.C.
Barcelona: Crítica, 2002. 318 p. (Historia de Europa Oxford; 1)
ISBN 84-8432-309-9