2 - Objetivo de estas páginas.
Cuando se vuelve la vista atrás y se estudian los
últimos 100 años de la Historia Mundial, destacan cuatro
momentos/acontecimientos claves en la misma: la Primera Guerra
Mundial, la ascensión de los fascismos en sus diferentes formas en
la primera posguerra, la Segunda Guerra Mundial y la gran
revolución/transformación social de la segunda mitad del siglo XX
(en la que algunos pretenden ver el auténtico fin del Neolítico...)
Las dos guerras mundiales conformaron en gran medida los acontecimientos
del siglo XX, el período entre ellas fue un momento realmente
“especial” en la Historia (tanto europea como mundial) y las
consecuencias de todo ello cristalizaron en un momento “único”
entre el fin de la II G.M. y la caída del Muro de Berlín. Menos de
cien años entre Sarajevo y Berlín, y el mundo, al menos el
occidental, ya no volvió a ser el mismo.
En esta primera PAC de la asignatura de Historia Contemporánea II se
nos propone el estudio del acontecimiento que marcó el período
entre ambas guerras mundiales, la aparición del fascismo (de los
fascismos, en realidad), explicando las causas, características,
rasgos diferenciadores... juntamente con la realización de un
comentario sobre un discurso clave de Benito Mussolini, pronunciado
en 1925 ante la Cámara Italiana. Ambas actividades se integrarán en
este mismo documento, a fin de remarcar en la segunda todo lo que en
la primera haya resultado significativo.
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3 - Introducción. El contexto histórico.
Difícilmente puede abordarse el estudio de los fascismos (de los
que estudiaremos más a fondo el italiano y el alemán) sin hacer
unas mínimas referencias al marco histórico en el que se producen.
Dicho marco no es único, y cabe distinguir en el contexto histórico
dos líneas diferentes de influencias (aún no nos referimos a
“causas”) en el período que va desde el fin de la I G.M. hasta
el fin de la II G.M.
➊La primera cuestión a tener en cuenta es el que podemos llamar el
“marco difuso” de Europa (junto con Rusia) en el momento
estudiado. Ese marco está constituido por la importante -e
inesperada- crisis de las ideas liberales que se produce en Europa al
acabar la I G.M.
A principio de la década de 1920, el régimen político habitual era
el parlamentario constitucional, basado en las ideas liberales que
parecían destinadas a seguir fructificando y asentándose aún más.
Sin embargo, a finales de la década de 1930 la situación había
cambiado fuertemente, y el panorama político no era ni mucho menos
el mismo. Si tomamos un mapa1
europeo de ese momento podemos ver, al Este, el régimen comunista de
Rusia; a continuación, avanzando hacia el Oeste, se encuentra una
franja de regímenes claramente dictatoriales (en mayor o menor
grado), constituida (de Norte a Sur) por los Países Bálticos,
Polonia, Hungría, Rumanía, Yugoslavia, Bulgaria, Albania y Grecia;
más al Oeste, Alemania e Italia presentan las características
propias del fascismo y del nazismo; otra franja más al oeste hace de
“frontera ideológica democrática” y está formada por los
Países Nórdicos, las Islas Británicas, los Países Bajos, Francia
y Suiza. Hay que señalar dos importantes excepciones a esta
distribución tan ordenada: Checoslovaquia mantiene aún un régimen
democrático aislada en un entorno totalmente diferente, y España
(junto con Portugal) es un apéndice dictatorial militar en el
extremo occidental europeo.
Este vuelco desde el liberalismo hacia el autoritarismo tuvo como
detonante, en gran parte, el rechazo a la situación revolucionaria
que se vivía en Rusia, y como caldo de cultivo, el acceso “directo”
a la política de las grandes masas de población, acceso que quebró
el elitismo de las clases dirigentes tradicionales al incorporar
elementos sociológicos inéditos hasta el momento.
➋El otro aspecto del contexto histórico a tener presente es el que
podemos llamar “el marco concreto” europeo surgido a raíz del
fin de la I G.M. El conflicto quedó cerrado en falso, y el tratado
de paz de Versalles en 19192,
con sus reparaciones de guerra y los repartos territoriales, estaba
en realidad introduciendo un simple aplazamiento de la contienda.
La desaparición de los cuatro imperios que perduraban hasta la
iniciación de la I G.M. (el zarista, el otomano, el austrohúngaro y
el alemán) desestabilizó fuertemente la situación política
general, y, en el caso de Alemania, la creación de la República de
Weimar no constituyó en absoluto la ruptura con el pasado que
hubiera sido necesaria para generar un futuro con menos dificultades.
Por otro lado, Italia está sufriendo todavía en estos momentos las
consecuencias de su confusa unificación y de sus aventuras
coloniales africanas.
Y mientras tanto, en la entonces lejana Norteamérica, se está
gestando la mayor crisis económica que ha conocido el mundo
occidental, crisis que en el cambio de década agudizará los
problemas europeos hasta límites insostenibles.
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4 - La aparición del fascismo: Italia, 1915-1945.
Bajo el término “fascismo”, tan cargado hoy como ayer de
connotaciones y emociones de toda clase, se alberga tal variedad de
“ismos” que sería bueno empezar recordando que el fascismo en
sentido estricto es un fenómeno italiano. Solamente el nazismo
alemán, por su carga doctrinaria y el recurso exhaustivo al Partido
como elemento político cuasi-único, puede comparársele, como
haremos más adelante.
Así pues, cuando hablemos de “fascismo” estaremos hablando de la
ideología política totalitaria, revolucionaria en las formas,
radical en lo social, surgida en Italia bajo el impulso de Benito
Mussolini, il Duce3.
➊En esta definición, ni que sea
aproximada, ya podemos reconocer las características esenciales del
fascismo italiano: es totalitario porque excluye el pluralismo, dado
que sus objetivos sólo pueden alcanzarse por la práctica
monopolista del poder a través del Partido, identificado con el
Estado; es revolucionario en las formas, desde la simbología hasta
el vocabulario; es radical en sus objetivos de transformación
social, en sus formas de organización política; es personalista a
ultranza en la figura del líder, personaje único en el seno de un
partido único en el que las masas de población quedan sumidas sin
necesidad de parlamentarismos de interposición.
➋El fascismo italiano es, sin duda
ninguna, un producto del final de la I G.M., cuando Italia se vio
sometida al sentimiento nacional de perder en una guerra cuando se estaba
en el lado vencedor. El coste material y humano de la guerra fue
elevadísimo, y la situación de desempleo e inflación de la
posguerra facilitó el ascenso de Mussolini y su doctrina.
En 1919, tras su paso por el socialismo, funda Mussolini el embrión
de lo que sería después el Partido Fascista. En 1922, tras la
Marcha sobre Roma, el rey Víctor Manuel llama al poder a Mussolini,
que accede así al mismo de una forma “legal”, al menos para los
parámetros del momento. Una vez obtenido el poder, y tras una corta
etapa en la que se mantiene, de alguna manera, el respeto a las
formas democráticas, se entra de lleno en la transformación de
Italia en un Estado totalitario. Las leyes básicas decretadas desde
1925 hasta 1929 prohíben todos los partidos excepto el Partido
Fascista, sustituyen el parlamentarismo por el corporativismo, dan
toda la autoridad al poder ejecutivo y, dentro de este, a su
dirigente máximo,... en resumen, las ideas liberales quedan
sustituidas por las fascistas, que aspiran al control de todo, sobre
todos y en todo momento.
Dicho control estuvo, en toda la andadura fascista, impregnado de
ambigüedad. Dudas en lo económico (desde el librecambismo hasta el
intervencionismo a ultranza), ambigüedad en las relaciones -al
menos, en las ideológicas- con el comunismo, el supuesto “gran
enemigo”, con el que tantos puntos en común tuvo el régimen
fascista, ambigüedad en lo social, exaltando los valores
tradicionales cuando se estaba deseando crear “generaciones de
laboratorio”, ambigüedad en lo militar incluso, ya que la
contribución italiana a la II G.M. no puede calificarse de eficaz ni
mucho menos. Y en cualquier caso, hay que reconocer al régimen de
Mussolini el no haber tenido connotaciones racistas (más allá de
aquellas derivadas de las ideas colonialistas “tradicionales”)
hasta que su alianza con Alemania le obligó -tibiamente- a ello.
La formación del Eje italo-alemán en la II G.M. llevará al
fascismo italiano a la derrota militar en 1945 y al absoluto
desprestigio político posterior.
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5 - El clímax del fascismo: Alemania, 1919-1945.
De
la misma manera que en Italia -aunque no tan rápido- el fin de la I
G.M. alza el telón para dar inicio a los acontecimientos que
llevarán a la instauración del régimen fascista por antonomasia en
el imaginario actual, el nazismo alemán.
La
terminología no es baladí, y se usará el término nazismo para
indicar que, aunque con muchos puntos en común, el régimen alemán
se distingue lo suficiente del italiano como para justificar este
término diferente.
➊En
1919, en el marco de la recién creada República de Weimar dirigida
por el socialista Ebert, nace el NSADP4
(Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes, en lo
sucesivo, Partido Nazi) Desde los primeros días milita en él un
activo excombatiente de la I G.M., Adolf Hitler5.
En la década de 1920, mientras el fascismo se afianza en Italia, el
Partido Nazi, sin un apoyo electoral claro, va creando el núcleo de
sus futuros dirigentes y fijando su doctrina, bajo el férreo control
del dirigente máximo, Hitler. Dicha doctrina queda explicitada en su
libro “Mi lucha”6,
libro en el que se anuncian claramente ya en 1925 las ideas que se
desarrollarán posteriormente al alcanzar el poder: creencia en la
superioridad de todo tipo de la raza aria, con el antisemitismo como
corolario inevitable; ambiciones territoriales, un expansionismo a
ultranza que busca “espacio vital” a expensas de las fronteras
establecidas y que conlleva la denuncia del Tratado de Versalles;
anticomunismo exacerbado; denuncia de las instituciones democráticas,
especialmente del parlamentarismo, lo que lleva a una organización
política vertebrada sobre un Partido Único.
Es
en 1930 cuando el Partido Nazi consigue un apoyo electoral fuerte,
que le convierte en el segundo partido en escaños del Reichstag.
En cuatro años ese apoyo popular sigue creciendo, y aunque no
consigue nunca la mayoría absoluta, en 1933 Hitler es nombrado
Canciller de Alemania por el Presidente Hindenburg.
Igual
que en Italia, el Partido Nazi se ha hecho con el poder por medios
“legales”, parlamentarios podría decirse, no exentos de hechos
violentos y de manipulación de la opinión pública. Una vez en el
poder, los nazis emprenden una rápida transformación de las
estructuras del estado, transfiriendo sus funciones a un “estado
paralelo” basado en el Partido. El éxito es absoluto, y las ideas
nacionalsocialistas se imponen en toda Alemania, venciendo
resistencias varias (comunistas, católicos,...) pero inútiles. El
vendaval de la II G.M. , en cierta manera una continuación de la
contienda de 1914, llevó al nazismo a una expansión territorial
inimaginable (aunque Rusia, como con Napoleón, hizo valer su también
inimaginable extensión...), a un extremismo total en sus ideas
racistas (el Holocausto judío es sólo una parte de las
consecuencias de ello), y a una catástrofe sin parangón en la
historia ante los ejércitos aliados en el Oeste y las tropas rusas
en el Este. El suicidio de Hitler el 30 de abril de 1945 (Mussolini
fue ejecutado dos días antes, el 28 de abril) cierra esta dura etapa
de la historia europea.
➋Siendo
la situación alemana tan diferente de la italiana al final de la i
G.M., cabe preguntarse por las razones que permitieron al nazismo
llegar al poder de una manera tan rápida y tan “ordenada”. Una
de ellas, clave en la cronología, es la gran depresión económica
de 1929, que en Alemania adoptó la forma de una hiperinflación
absolutamente desbocada (se llegó a pagar el pan con sacos de
billetes, millones de marcos...) Las medidas gubernamentales en
contra de esa hiperinflación hicieron recaer el peso de la crisis en
la clase obrera, de la misma manera que la hiperinflación había
golpeado la economía de la clase media tradicional. No obstante,
otros países habían sufrido también los efectos de la “la Gran
Depresión” y no habían adoptado este tipo de soluciones
autoritarias. Otra de las razones -curiosamente, dado que era su
“enemigo natural- que favorecieron al Partido Nazi fue la actitud
del Partido Comunista, que con su frontal oposición a las posturas
socialistas hizo, conscientemente o no, de “pinza” parlamentaria
con los nazis, en un entorno político en el que las posiciones se
iban extremando duramente y en el que realmente no había una
tradición parlamentaria / democrática con suficiente peso para
compensar esas posturas extremas. El proceso general del momento
europeo de crisis de los valores liberales favorece también al
nazismo, que es visto en muchas capas sociales como la única opción
de futuro, el único capaz de canalizar adecuadamente las
reivindicaciones nacionalistas muy exacerbadas por la reacción
contra las condiciones del tratado de Versalles. También debe
tenerse en cuenta la estrategia de absoluta negativa de Hitler a
cualquier tipo de pacto con las fuerzas derechistas en el Reichstag,
que le hubiesen puesto en una situación de inferioridad ante la
opinión pública, y que le permitió acceder al poder en condiciones
inusualmente ventajosas.
Puede
decirse, sin temor a equivocarse, que todas esas razones expuestas
dibujan un panorama en el que Alemania aparece como una nación
difícilmente gobernable. El parlamento alemán, con una escasa
tradición y un sistema de representación no proporcional harto
discutible, no puede dar respuesta a la situación, y concede -no sin
reticencias- poderes extraordinarios a quienes parecen que pueden
hacerlo, abriendo así la caja de Pandora en la que cayó Europa y
gran parte del mundo durante la década siguiente.
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6 - Fascismo versus nazismo.
Aunque
en los dos apartados anteriores ya se han hecho algunas referencias a
las características del fascismo y del nazismo, se pretende ahora
dar una visión más general de las similitudes y de las diferencias
entre ambos movimientos.
➊Respecto
a sus similitudes, podemos ver que el acceso al poder es similar en
ambos movimientos. En un medio político sin una excesiva tradición
parlamentaria (recuérdese que las naciones italiana y alemana se
forjan como tales hacia 1870), se van sembrando las semillas de la
ideología fascista, con la ayuda de la situación creada por el
final de la I. G.M. En ambos países, el medio natural de la
ideología fascista es la clase media y media/baja, con la oposición
(o, al menos, reticencia de la clase obrera) y el apoyo, en absoluto
entusiasta, de la clase dirigente tradicional. Los problemas
económicos, de empleo esencialmente, crean situaciones de violencia
que son aprovechadas, cuando no generadas directamente, para el
impulso del fascismo, siempre defensor de “la ley y el orden”.
Tanto el fascismo como el nazismo basan su organización política en
un Partido Único, excluyente de todos los demás, bajo un liderazgo
carismático, indiscutido e indiscutible, del Führer y del Duce.
Ambos rechazan el parlamentarismo, propugnan el control directo de la
sociedad a través del Partido, y se apoyan en un sentimiento
nacionalista, no universalista por más que, a nivel teórico, se
aspire a esa universalidad. En el interior, las masas son el elemento
novedoso en el ámbito político, usando sistemáticamente su apoyo
manipulado como elemento legitimador. En el exterior, ambos usan al
comunismo como enemigo a combatir a ultranza, aprovechando así el
sentimiento general de miedo que se había generado en una buena
parte de la población europea a raíz de la revolución bolchevique.
La
mecánica del acceso al poder es, en ambos casos, pacífica,
aprovechando sin dudar ni un momento los mecanismos legales que luego
serán subvertidos. Alcanzado el poder, ambos movimientos desarrollan
a toda prisa sus “revoluciones”, fagocitando y sustituyendo el
Estado por el Partido.
➋Pero
también encontramos diferencias entre el fascismo y el nazismo, los
dos únicos fascismos que alcanzaron realmente todo el poder en sus
países. La que siempre se comenta en primer lugar es que el fascismo
italiano no fue en sus orígenes (ni en su ascenso al poder) racista,
mientras que el nazismo nace con el referente antisemita (aunque su
racismo se demostró luego más amplio) como punto clave en su
ideología. En relación con ello, encontramos una fuerte diferencia
en el recurso a la violencia entre Italia (más “moderada”) y
Alemania (más “extremada”). También puede comentarse la gran
diferencia existente en ambos países al acabar la I G.M. : mientras
Italia, en el lado vencedor, sale muy malparada física y moralmente,
Alemania consigue acabar la contienda sin haber sido invadida, por lo
que los daños en el territorio y en el tejido industrial,
agrícola,... son mínimos. Puede decirse que Italia “ganó mal”
y Alemania “perdió bien”. También hay una diferencia apreciable
en el propio mecanismo de acceso al poder, en el que Alemania utiliza
al máximo el recurso electoral, cosa que Italia no hace. Y por
último, llama fuertemente la atención el hecho de que en Alemania
las ideas nazis se conocen a fondo varios años antes de la conquista
del poder (el libro de Hitler Mein Kampf es de 1925 y hasta
1933 no es nombrado Canciller), mientras que Mussolini no explicita a
fondo sus ideas políticas (1925) hasta unos años después de su
toma del poder (1922), y en cierta manera parece que se ve “forzado”
a ello por el caso Matteotti. Podría concluirse que en Alemania se
sabía “mejor” hacia dónde se iba cuando se llamó a Hitler a la
Cancillería...
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7 - Las ¿causas?
En
las páginas anteriores se ha ido explicando alguna de las “razones”
de la aparición del fenómeno fascista, se ha ido comentado la
existencia de “condiciones” que lo favorecían... ¿es posible
ahora dar un paso más allá y hablar de las “causas” del
fascismo?
En
el estudio de la Historia la causalidad debe ser siempre abordada con
todo tipo de precauciones, ya que las relaciones causa-efecto
adolecen de un doble problema: por un lado, la complejidad, que nos
debería hacer abandonar siempre la fácil tentación de buscar “la”
causa del devenir histórico; por otro lado, resulta que siempre
sabemos los “efectos”, por lo que es fácil caer en la tentación
de fabricar causas ad hoc para justificarlos. Así pues, con
esas dos salvedades, trataremos ahora de dar unas visiones, unas
interpretaciones, más generales de las causas que incidieron en la
aparición del fascismo, aunque quizás sería más prudente hablar
de los factores que contribuyeron a ello.
➊La
primera interpretación que hay que comentar (para descartarla...) es
que el fascismo fue la prolongación natural del capitalismo, que
tuvo que recurrir a él para mantener su hegemonía en lo económico
y su control en lo social. Es una interpretación que, evidentemente
ha tenido un gran predicamento en los entornos marxistas7,
enemigos tradicionales de la acumulación de capital, que
sustituyen el imperialismo por el fascismo a la hora de hablar de las
contradicciones del capitalismo. Sin embargo, es una teoría con algunas
dificultades insuperables: ¿cómo es que el fascismo no triunfa en los países
más capitalistas? ¿cómo es que, después de la II G.M., mientras el
capitalismo triunfa en todos los frentes, el fascismo prácticamente desaparece?
Cabe concluir que el capitalismo no fue pues el origen del fascismo, por mucho
que se sirviera de él una vez asentado en el poder (Krupp).
➋Una
segunda interpretación posible es la que afirma que el fascismo
surge en los países que, por su relativa juventud, no habían pasado
por la revolución industrial que tanto había contribuido a los
cambios en otros países, y que les habría privado de la necesaria
modernización y la consecuente estabilidad política. Si bien el
caso de Italia parece encajar bien en esta teoría (Renzo de Felice,
Ulrich Wheler) difícilmente se puede aplicar a Alemania. De hecho,
el caso alemán es tratado con frecuencia en el sentido de
“excepcionalidad”, y se achaca entonces la aparición del nazismo
al violento choque entre unas formas, estructuras, mentalidades,...
arcaicas en lo político y extremadamente modernas en lo económico.
➌La
tercera interpretación que se baraja sobre las causas del fascismo
es que se trató, sencillamente, de una reacción contra la amenaza
comunista/bolchevique, que a raíz de la Revolución Rusa había
hecho aparecer un sentimiento de miedo real en una gran parte de los
países europeos. Es una interpretación defendida por autores
liberales, como Ernst Nolte8,
pero también por autores marxistas, como Otto Bauer9.
Su argumentación afirma, por ejemplo, que todos los movimientos
pre-fascistas surgidos antes de la Revolución Rusa habían sido de
muy pequeña importancia, pero que después de esta, el fascismo
irrumpió de pleno, como una reacción a la misma. También se basa
esta interpretación en el comportamiento de los países no
fascistas, quienes hicieron del fascismo una herramienta de
contención del comunismo, considerado un mal mayor. Puede citarse al
respecto la política inglesa de Chamberlain en Munich, o el apoyo
inglés al franquismo durante la Guerra Civil española, por más que
formalmente se hablase de “no intervención”. Se refuerza más
aún esta teoría cuando se observa que hubo una relación temporal
muy estrecha entre la desaparición del peligro comunista (al fijarse
la política de bloques al final de la II G.M.) con la desaparición
del fascismo como ideología válida, perviviendo de manera residual
en España, en Portugal,... Se afirma así que no puede ser una
coincidencia (tanto en la aparición como en la desaparición) por lo
que se concluye que el fascismo tuvo su razón de ser primordial en
la contención del comunismo.
➍Otra
interpretación que se lee con frecuencia es la que afirma que el
fascismo fue el producto de una fuerte descomposición social, de la
desaparición del individuo diluido en la masa, del olvido
desencantado de los ideales liberales sin ser sustituidos por
ningunos otros, que condujo a la aparición del totalitarismo para
llenar ese espacio abandonado (Hanna Arendt10).
En
todas las interpretaciones anteriores encontramos un factor común,
que pone de manifiesto que el fenómeno fascista es un fenómeno
impensable fuera del momento entre guerras. El recuerdo de la
anterior y la certeza de la siguiente facilitaron la oleada
autoritaria en una gran parte de la Europa del momento.
Y
para acabar con estas interpretaciones, y retomando la idea de la
difícil explicación de la causalidad, hay que insistir en un hecho
claro: las condiciones objetivas y los factores subjetivos
potenciales del fascismo existían antes de la I G.M. Evidentemente,
su existencia potencial no implicaba necesariamente su aparición,
pero la dinámica de la I G.M., las consecuencias económicas y
sociales de la misma, el miedo a la revolución bolchevique y la
crisis de la gran depresión de 1929 fueron el catalizador necesario.
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8 - Los otros fascismos.
Aunque
por motivos evidentes de espacio y del enfoque decidido para este
trabajo no pueden tratarse con la misma profundidad, tampoco pueden
obviarse los otros (impropiamente llamados) fascismos que surgen en
paralelo a los fascismos más “puros”, más ideologizados, de
Italia y Alemania.
➊Ya
se ha comentado en la introducción la existencia de una franja de
países, entre Rusia al Este y Alemania e Italia al Oeste, formada
(de Norte a Sur) por los Países Bálticos, Polonia, Hungría,
Rumanía, Yugoslavia, Bulgaria, Albania y Grecia, en las que surgen
regímenes autoritarios, dictatoriales incluso, pero que no pueden,
por sus características11,
ser llamados “fascistas” en el mismo sentido que tiene esa
palabra en Italia o Alemania. Es cierto que en la mayoría de esos
países surgen grupos fascistas, ideológicamente hablando, pero que
en ningún caso alcanzan el poder político como sí sucedió en
Italia y Alemania. En cierta manera, puede decirse que en esos países
el fascismo “es contenido” por regímenes autoritarios, que son
los encargados entonces de la contención del peligro comunista (en
este caso, no tan “supuesto” por cuestiones fronterizas
evidentes). Puede hablarse de Hungría12
como un ejemplo paradigmático de lo ocurrido en estos países. Tras
la finalización de la I G.M., con las enormes pérdidas
territoriales que supuso la desmembración del Imperio
Austro-Húngaro, con los profundos problemas étnicos planteados, y
con la crisis económica después de la sangría de la guerra, las
condiciones del país eran las adecuadas para cualquier proceso
revolucionario. Este se produce, en principio de manera pacífica,
pero de signo izquierdista, y Béla Kun lidera un corto período de
auténtico “terror rojo”. La reacción no se hace esperar, y
Miklós Horthy instaura un poder autoritario de signo esta vez
derechista, ultraconservador., pero sin los rasgos definitorios del
fascismo vistos en los apartados anteriores. La contención del
comunismo lleva también aparejada la contención del fascismo, y
Horthy mantiene una cierta equidistancia entre ambos “ismos”, al
menos hasta el principio de la II G.M., en la que toma partido por el
Eje. Ante el sesgo que va tomando la contienda, Horthy intenta
desligarse de Alemania, pero es depuesto y arrestado a mediados de
1944, y Hungría es invadida por el ejército alemán.
➋En
la otra punta de Europa, en la Península Ibérica, Portugal y España
han instaurado dos regímenes autoritarios, dictatoriales, de la mano
de Salazar y de Franco respectivamente. En el caso portugués, el
acceso al poder de Salazar (en 1932) se hace de forma pacífica, y
sus ideas derechistas conservadoras le llevan a implantar una régimen
dictatorial, con algunos rasgos fascistas (como el corporativismo)
aunque formalmente mantuviera las apariencias republicanas. Franco,
sin embargo, conquista el poder por la fuerza de las armas, en una
sublevación militar contra el poder legítimo, que pierde la guerra
civil después de tres años de lucha, en lo que se ha considerado
muchas veces como un anticipo de la II G.M. El régimen franquista
tiene, evidentemente, simpatías y rasgos fascistas, pero no puede
calificarse plenamente como fascista (por ejemplo, el recurso a las
masas no es fundamental en el franquismo, que se basó más bien en
algunas élites escogidas) , aunque adoptase algunos de sus
formalismos. La dictadura franquista, que suavizó sus formas cuando
la guerra fría hizo bueno cualquier régimen opuesto al comunismo,
llevó a los militares a los puestos claves del poder, de manera que
puede decirse que fue el ejército el que hizo el auténtico papel de
Partido Único, que no hacía en la realidad la Falange, ni antes, ni
mucho menos después, de su unificación.
Por
último, saliendo de la vieja Europa, encontramos regímenes con
alguna forma de fascismo o de filofascismo al menos, como Japón,
Uruguay, Argentina,... pero que ideológicamente están ya muy
alejados del “núcleo duro” fascista alemán e italiano.
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9 - Un discurso de Mussolini.
Como
ampliación del estudio realizado, se hace a continuación un
comentario sobre una fuente textual13
relacionada muy directamente con una parte del mismo.
➊Se
trata de un discurso de Benito Mussolini, pronunciado ante la Cámara
del Parlamento italiano, en Roma, el día 6 de junio de 192514.
Es un texto no para ser leído sino declamado, y por ello se observa
en él un lenguaje ampuloso y exaltado15.
➋En
el momento de pronunciarse este discurso, Mussolini ya lleva casi
tres años en el poder, dado que está ejerciendo de Jefe de Gobierno
desde octubre de 1922. En este tiempo, Mussolini se dedica a preparar
su acceso al poder absoluto, que de momento no tiene. Para ello
empieza con la modificación -muy favorable para sus intereses- de la
ley electoral, que se aprueba en 1923 (235 votos a favor, 139 en
contra, 77 abstenciones... aún no tiene todos los resortes del poder
en su mano, y hay una cierta oposición liberal, socialista... que no
supo ver la trascendencia de la modificación aprobada) . En abril de
1924 se celebran elecciones ya bajo la nueva normativa, y el fascismo
obtiene 374 escaños frente a los 134 de socialistas, populares,
demócrata-cristianos y comunistas. El triunfo es claro, pero el día
de la constitución de la nueva Cámara un diputado socialista,
Matteotti solicita, en un duro discurso, la anulación de las
elecciones. Sin estar claro que Mussolini diera la orden16,
Matteotti es secuestrado y asesinado por elementos fascistas
empujados por Marinelli, Secretario del Partido Fascista. Ante lo que
podía haber sido una situación extremadamente perjudicial para sus
proyectos por las reacciones que se produjeron (tanto internacionales
como en la propia Italia), Mussolini “se crece”, y el 3 de enero
de 1925 pronuncia un discurso en el que asume la responsabilidad por
la muerte de Matteotti y que se considera como una declaración de
sus intenciones dictatoriales. En ese discurso lo deja bien claro:
”Ebbene,
dichiaro qui, al cospetto di questa Assemblea e al cospetto di tutto
il popolo italiano, che io assumo, io solo, la responsabilità
politica, morale, storica di tutto quanto è avvenuto(...)
Allora
viene il momento in cui si dice basta! Quando due elementi sono in
lotta e sono irriducibili, la soluzione è la forza. Non c'è stata
mai altra soluzione nella storia e non ce ne sarà mai. Ora io oso
dire che il problema sarà risolto. Il fascismo, Governo e Partito,
sono in piena efficienza(...)
L'Italia,
o signori, vuole la pace, vuole la tranquillità, vuole la calma
laboriosa. Noi, questa tranquillità, questa calma laboriosa gliela
daremo con l'amore, se è possibile, e con la forza, se sarà
necessario.”17
El nuevo orden anunciado no tarda en empezar a ser desarrollado, y
entre 1925 y 1926 serán dictadas las llamadas “leyes
fascistísimas”: juramento de fidelidad de los funcionarios al
Estado, unión en un sólo cargo del Jefe de Gobierno, Primer
Ministro y Secretario del Estado, ley de control de la prensa,
modificación de las leyes de régimen local (los ayuntamientos pasan
a ser regidos por un cargo nombrado directamente por el ejecutivo),
abolición del derecho de huelga, control de los sindicatos...
➌Así pues, en el mes de junio de 1925, cuando se pronuncia el
discurso que estamos comentando, Mussolini ya ha anunciado sus
intenciones políticas en el discurso del 3 de enero, y ya se están
gestando las leyes fascistísimas. Por tanto, en su discurso del 6 de
junio ya pueden encontrarse claramente explicitados algunos elementos
básicos del futuro desarrollo de la política fascista, elementos ya
anunciados y ya en vías de desarrollo legal/normativo. Trataremos de
reconocerlos y ponerlos en relación con las características básicas
del fascismo italiano expuestas en anteriores apartados de este
trabajo.
Estatalismo/Totalitarismo:
punto básico del fascismo italiano, e idea básica expuesta en el
discurso de Mussolini: “Todo
en el Estado, todo por el Estado, nada fuera del Estado” El
Estado fascista exige a sus miembros absoluta lealtad, entrega
decidida a un objetivo común (“Credere,
obedire, combatere”,
Mussolini dixit), con un poder no compartimentado (legislativo,
ejecutivo, judicial,... ¿para qué?) , que conlleva la aceptación
de un Partido único que aglutine esos esfuerzos, una prensa única
que los difunda junto con una verdad también única, una educación
única que les dé futuro y continuidad, una economía única que les
permita desarrollarse correctamente,...
Elitismo:
desconfianza y negación de la democracia liberal tradicional, que
hace a todos iguales a través del sufragio universal, así que son
las élites fascistas bien formadas las que deben regir los destinos
de las naciones: “...la
creación de clases: ...presta a morir, ...competentes y rectos,
...enérgicos y autoritarios, ...inteligentes y atrevidos,
...soberbios...”
La idea de clase en el fascismo no es, evidentemente, la idea de
clase que otras doctrinas manejan, y se usa aquí por Mussolini como
sinónimo de grupo, de élite,... el fascismo cree en la desigualdad,
y no sólo la acepta como un hecho incontrovertible del devenir
histórico, sino que la crea, la busca, y le justifica la obediencia
ciega en un líder único, el más desigual de todos...
Idealismo/mesianismo:
se rechaza la interpretación “materialista” de la historia
(especialmente, la lucha de clases como motor de la misma) y se
pretende, de una manera infundadamente optimista, que la nación
italiana, bajo la dirección fascista, podrá crear un orden nuevo,
una sociedad nueva, un hombre nuevo, sin las cortapisas que las ideas
liberales ponían a esa transformación: “...el
fascismo se presenta llamado a dirigir los destinos del pueblo
italiano. Es la fuerza nueva, que señala el advenimiento de los
tiempos nuevos (...) Muy pronto los conceptos de fascismo y de
Italia se confundirán en un mismo pensamiento (...) creación de un
régimen político nuevo...” El
fascismo se autotitula así como la única fuerza capaz de ofrecer
alternativas al caduco régimen liberal...
Romanticismo/irracionalismo:
frente a la tradición racionalista anterior, el fascismo desconfía
de la razón como referente único de las actuaciones políticas (en
general, de todas las actuaciones) y por ello aparecen elementos
“irracionales”, de un romanticismo entendido como oposición o al
menos, complemento, de la razón: “...soberbia
confianza en nuestro espíritu, sentimos que regula el ritmo de
nuestro corazón (...) Detrás de esta armadura, toda una cantera
está en obra (...) ...nuestra fórmula...” Ante
el diálogo, ante el cuestionamiento de las diferentes maneras de
abordar y resolver un mismo problema, el fascismo ofrece dogmas
incontrovertibles (como por ejemplo el del “destino” de las
naciones elegidas, como la italiana), cómodos de seguir y de
aplicar, aunque sean tan empobrecedores...
En
conclusión, un discurso en el que se concretan algunas de las ideas
clave del futuro desarrollo del fascismo en Italia, y que en el
fragmento que se ha estudiado gira esencialmente sobre la
estatolatría laica,pagana, propia de la ideología mussoliniana.
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10 - Biblio y webgrafia.
A)Los
libros (y otro material en papel) utilizados para documentar el
trabajo se exponen a continuación en el habitual orden alfabético,
especificando los capítulos utilizados realmente:
1.-HOBSBAWM,
E., “Historia del Siglo XX”, Crítica, Barcelona,
2007. (Capítulo IV: “La caída del liberalismo”)
2.-TORTELLA,
G., “La
revolución del Siglo XX”,
Taurus, Madrid, 2000. (Capítulo VII: “Los
fascismos”)
3.-VEIGA,
F., “El món
d'entreguerres”,
Mòdul 1 de l'assignatura “Història contemporània
II”, Ed. UOC, Barcelona, 2002.
4.-VILLANI,
P., “La
edad contemporánea, 1914-1945”,
Ariel, Barcelona, 1997. (Capítulo II: “Paz,
estabilización y fascismo”,
Capítulo III: “De
la prosperidad a la crisis económica”,
Capítulo IV: “Los
años treinta en Europa”)
5.-VILLARES,
R. y
BAHAMONDE, A.,
“El mundo
contemporáneo, Siglos XIX y XX”,
Taurus, Madrid, 2001. (Capítulo IX: “Política
para una sociedad de masas. Democracias y fascismos en la época de
entreguerras”)
(Se
ha evitado, a lo largo del trabajo, poner citas concretas a estos
textos a pie de página, para facilitar la lectura. En realidad, se
han trabajado más o menos por igual, usando el texto de Hobswabm
como marco teórico general, el de Villani como hilo cronológico
conductor, y los de Tortella, Villares y Bahamonde como fuentes de
datos concretos y de las diversas interpretaciones del fascismo)
B)La
información utilizada basada en la WEB, aunque ya se ha ido citando
a lo largo del trabajo, se expone a continuación agrupada
temáticamente para seguir mejor el cómo se ha incorporando al
mismo. (Los enlaces se han comprobado todos el 30/03/2008 a las 21
h.)
Documentos
importantes:
Tratado
de Paz de Versalles (1919):
Marco
general: http://clio.rediris.es/udidactica/IGM/tratados.htm
Texto
completo: http://www.dipublico.com.ar/instrumentos/8esp.html
Los
25 puntos del NSDAP (1920): http://www.geocities.com/nihil0x/25puntos.htm
MeinKampf
online (1924-1926): http://www.libreopinion.com/members/cns/mk0.htm
Discursos
de Mussolini:
6-junio-1925:
Fragmento
propuesto: http://documentossigloxx.blogspot.com/2007/06/blog-post.html
Citado
en: http://www.historiacritica.org/images/stories/hitlerymus.pdf
Todos
los discursos de Mussolini: http://www.dittatori.it/discorsimussolini.htm
Un
discurso de Mussolini en vídeo: http://www.dittatori.it/credereobbcomb.WMV
Discurso
completo del 3 de enero de 1925: http://www.dittatori.it/discorso3gennaio1925.htm
Biografías
sucintas básicas:
Mussolini: http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/2WWmussolini.htm
Hitler: http://www.artehistoria.jcyl.es/historia/personajes/7055.htm
,
http://www.vidasdefuego.com/hitler.htm
Sobre
las interpretaciones de los fascismos:
Andreu
Nin (1930): http://www.fundanin.org/nin13.htm
Dimitrov
(VII Congreso de la Internacional Comunista, 1935): http://www.glayiu.org/?accion=ver&tipo=analisis&id=1274
Ernst
Nolte (2000): http://www.clarin.com/diario/2000/06/29/s-03801.htm
Otto
Bauer (por Ernest Mandel, 1976) www.ernestmandel.org/es/escritos/pdf/ernest-mandel-el-fascismo.pdf
Hanna
Arendt: http://usuarios.lycos.es/politicasnet/autores/arendt.htm
*********************************
“La
legge marziale del fascismo entra in pieno vigore. Dietro ordine del
Duce i poteri militari, politici e amministrativi della direzione del
partito vengono riassunti da un quadrumvirato segreto d'azione, con
mandato dittatoriale.” (Benito Mussolini, octubre de 1922, Proclama
de la “Marcia su Roma”)
“When I resume active work it will be necessary
to pursue a new policy. Instead of working to achieve power by armed
coup, we shall have to hold our noses and enter the Reichstag against
the Catholic and Marxist deputies. If outvoting them takes longer
than outshooting them, at least the result will be guaranteed by
their own constitution. Any lawful process is slow...Sooner or later
we shall have the majority--and after that, Germany.” (Adolf
Hitler, en la cárcel en 1924, citado por William Shirer en “The
Rise and Fall of the Third Reich”, Fawcett-Cress Publishers, N.Y.,
1992, pp 169-170)
José Carlos Vilches Peña
En Vielha, a 30 de marzo de 2008
11 - Notas en el texto.
3De
la infinidad de minibiografías de Mussolini que circulan en la red,
puede seleccionarse una no demasiado tendenciosa:
http://spartacus-educational.com/2WWmussolini.htm
, aunque
la referencia obligada en papel es el libro “Mussolini” de
Richard Bosworth (Ed. Península)
9“Otto
Bauer, en su teoría, ve el fascismo como la unidad de tres
elementos: el desclasamiento de sectores de la pequeña burguesía a
causa de la guerra; la depauperización de otros sectores debida a
la crisis económica, que los empuja a romper con la democracia
burguesa; y el interés que posee el gran capital en elevar la tasa
de explotación de los trabajadores y que exige la eliminación de
la oposición de la clase obrera y sus organizaciones ” Ernest
Mandel, 1976, en
www.ernestmandel.org/es/escritos/pdf/ernest-mandel-el-fascismo.pdf