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2.-Principio de Relatividad de Galileo.
2.1.-Introducción.

Cuando Galileo postula el principio de inercia (un cuerpo no sometido a ninguna fuerza está en reposo o se mueve con velocidad constante) está suponiendo implícitamente que dicho enunciado sólo es cierto en un sistema en reposo o inercial. En efecto, todos tenemos conciencia, al menos fisiológica, de las fuerzas que "aparecen" automáticamente cuando nos encontramos en un sistema de referencia no inercial (frenazo de un autobús, curva en la carretera con un radio pequeño,...), fuerzas que hacen inválido el anterior postulado. Por tanto, es en el contexto inercial en el que se mueve Galileo cuando estudia la influencia del movimiento del sistema en las leyes físicas observables. En sus propias palabras:

"SALVIATI: Encerraos con algún amigo en la mayor estancia que esté bajo la cubierta de algún gran navío, y conseguid que haya moscas, mariposas y otros animales voladores semejantes; procuraos también un gran vaso de agua con peces dentro; colgad también algún recipiente que vaya vertiendo gota a gota el agua que contiene en otro vaso de boca estrecha, colocado debajo; con la nave quieta observaréis cuidadosamente cómo dichos animalitos vuelan con igual velocidad hacia todas partes de la estancia; a los peces se les verá nadar indiferentemente en todas direcciones; las gotas que caen entrarán todas en el vaso colocado debajo; y si vos arrojáis alguna cosa a vuestro amigo, no necesitaréis más fuerza para lanzarla hacia una u otra parte, siempre que las distancias sean iguales; y si saltáis, como se dice, a pies juntillas, saltaréis iguales distancias en todas las direcciones.

Observad atentamente todas estas cosas, de forma que no haya ninguna duda de que deba suceder así mientras el navío está quieto y haced mover la nave con la velocidad que queráis; si el movimiento es uniforme y no fluctuante de acá para allá, vos no reconoceréis la más mínima mutación en todos los efectos mencionados y por ninguno de ellos podréis averiguar si la nave se mueve o está quieta; vos al saltar sobre el entablado atravesaréis el mismo espacio que antes y, aunque la nave se mueva a gran velocidad, no daréis un mayor salto hacia la popa que hacia la proa, aunque durante el tiempo que estáis en el aire el entablado que está a vuestros pies se deslice hacia la parte contraria a vuestro salto; y si lanzáis alguna cosa a vuestro compañero, no necesitaréis tirarla con mayor fuerza para alcanzarle cuando él está a proa y vos a popa, que si ambos estáis situados en el sentido contrario; las gotas seguirán cayendo como antes en el vaso inferior, sin que una sola caiga hacia popa, pese a que mientras la gota recorre un espacio en el aire, la nave recorre muchos palmos; los peces en el agua no nadarán con más fuerza hacia la parte delantera del vaso que hacia la trasera, sino que con igual facilidad se dirigirán hacia el cebo situado en cualquier parte del vaso; y finalmente las mariposas y las moscas continuarán sus vuelos indiferentemente en todas las direcciones y nunca sucederá que se junten en la parte de popa como si estuvieran cansadas de seguir el curso veloz de la nave, al haberse separado de ella durante largo tiempo, manteniéndose en el aire; y si encendéis algunos granos de incienso, se hará un poco de humo y se le verá ascender hacia arriba y mantenerse como una nubecilla, moviéndose indiferentemente hacia todas partes.

Y la razón de todas estas concordancias de efectos es el hecho de que el movimiento de la nave es común a todas las cosas contenidas en ella, incluido el aire, que por eso dije que se hiciera bajo cubierta, pues si se hiciese al aire libre, y sin seguir el curso de la nave, se verían algunas diferencias más o menos notables en algunos de los efectos mencionados: no hay duda de que el humo se quedaría atrás como el mismo aire; igualmente las moscas y mariposas, impedidas por el aire, no podrían seguir el movimiento de la nave al separarse de ella una cierta distancia; mas si se mantuvieran próximas a la nave, debido a su superficie irregular, capaz de arrastrar la parte del aire más próxima, éstas seguirán a la nave sin dificultad ni fatiga, que por semejante razón vemos a veces en las diligencias cómo las moscas inoportunas y los tábanos siguen a los caballos, revoloteando por una u otra parte de sus cuerpos; pero la diferencia en las gotas que caen sería escasísima, y en cuanto a los saltos y a los proyectiles que se lanzan del todo imperceptible.

SAGREDO: Estas observaciones, pese a que no se me ha ocurrido hacerlas expresamente mientras navegaba, sin embargo estoy más que seguro de que sucederían tal como las habéis referido; y para confirmarlo recuerdo que muchas veces, estando en mi camarote, he tenido que preguntar si la nave se movía o estaba quieta y alguna vez, llevado por mi fantasía, he creído que se movía en una dirección mientras su movimiento era el contrario."

(De "Discursos y demostraciones matemáticas en torno a dos nuevas ciencia relativas a la mecánica y los movimientos locales", Leiden, 1638; versión de "Le Opere de Galileo Galilei", Edizioni Nazionali, Florencia, 1890)